Una fuerte expansión del Producto Interno Bruto (PIB) mundial jalonó un crecimiento de 2,1 % de la demanda mundial de energía el año pasado, más del doble que en 2016, siendo los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) los mayores contribuyentes dentro de esa variación; pues representaron un 70 %.
No obstante, las energías renovables también obtuvieron ganancias significativas, al concentrar casi que el porcentaje restante, arrojó el más reciente reporte de energía global y estatus de CO2 de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por su sigla en inglés).
Las mejoras en la eficiencia energética disminuyeron el año pasado, con una mejora de la intensidad energética global de solo 1,7 % en 2017 comparado con 2,3% en promedio durante los últimos tres años, causado por una aparente desaceleración en la cobertura de políticas de eficiencia y rigurosidad y menores precios de la energía.
Como resultado de esas tendencias, las emisiones mundiales de dióxido de carbono relacionadas con la energía aumentaron 1,4 % en 2017, después de tres años de permanecer sin cambios.
Pero las emisiones de carbono, que alcanzaron un máximo histórico de 32,5 gigatoneladas (Gt) en 2017, no aumentaron en todos los lugares. Mientras que la mayoría de las principales economías vieron un aumento, Estados Unidos, el Reino Unido, México y Japón experimentaron caídas.
El mayor descenso en emisiones provino de los EE. UU., impulsada por un mayor despliegue de energías renovables.
«La robusta economía global impulsó la demanda de energía el año pasado, que se cubrió principalmente con combustibles fósiles, mientras que las energías renovables tuvieron avances impresionantes», ratificó director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol.
Añadió que el aumento considerable de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía indica que los esfuerzos actuales para combatir el cambio climático están lejos de ser suficientes.
El informe también señaló que la demanda de petróleo creció un 1,6 %, más del doble de la tasa anual promedio observada en la última década, impulsada por el sector del transporte (en especial, de vehículos tipo SUV y camiones en las principales economías), así como por el aumento de la demanda petroquímica.
En tanto que el consumo de gas natural creció 3 %, la mayor variación dentro de los combustibles fósiles, con China representando casi un tercio de este crecimiento. Los edificios y sectores industriales contribuyen con 80 % al aumento de la demanda mundial.
La demanda de carbón aumentó aproximadamente 1 %, revirtiendo las caídas en los dos años anteriores, por un aumento en la generación de electricidad a base de carbón, principalmente en Asia.
Las energías renovables tuvieron la mayor tasa de crecimiento, alcanzando un cuarto del crecimiento de la demanda mundial de energía, ya que la generación de electricidad basada en energías renovables aumentó un 6,3 %, impulsada por la expansión de la energía eólica, solar e hidroeléctrica.
La generación de electricidad aumentó en un 3,1 %, significativamente más rápido que la demanda total de energía. India y China juntos representan el 70 % del aumento global.
Los combustibles fósiles representaron el 81% de la demanda total de energía en 2017, un nivel que se ha mantenido estable durante más de tres décadas.