La victoria de Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial mexicana podría indicar que habrá cambios en las política fiscal, económica y energética, aunque sigue incierta la profundidad de los cambios propuestos por las políticas del nuevo gobierno y del congreso, señaló un reporte de Fitch Ratings.
Fitch ratificó la calificación de riesgo soberano de México en BBB+, con perspectiva estable en marzo de 2018.
Precisó que la inversión podría ser quien sufre esta incertidumbre mientras haya mayor claridad sobre la orientación de las políticas de esta nueva administración.
El nuevo presidente tomará posesión el primero de diciembre y heredará una economía resiliente, aunque algo lenta, un marco político generalmente fuerte y una carga de deuda gubernamental (deuda versus Producto Interno Bruto, PIB) estable y en descenso.
La elección mexicana del domingo marca un cambio político significativo con la victoria de López Obrador, perteneciente al partido de izquierda Morena, con casi 54 % de los votos de acuerdo con cifras preliminares.
Las estimaciones también sugieren que Morena y sus aliados han registrado un crecimiento significativo en la elección del Congreso y podrían tener más de 50 % de los asientos en la cámara baja.
Si esto se confirma, significará que la administración de López Obrador tendrá una posición ventajosa para controlar la agenda legislativa.
López Obrador aprovechó el descontento con los partidos políticos tradicionales y enfocó su campaña en temas como la lucha contra la corrupción y en favor de una igualdad en el ingreso.
Su programa económico incluye respetar la autonomía del Banco Central, la flexibilidad del tipo de cambio y el régimen de inflación objetivo.
Entre las políticas fiscales que se han externado están el mantener la disciplina en el gasto, pero también potencialmente expandirlo y reorientarlo.
La campaña de López Obrador también incluyó aumentar el gasto en áreas como pensiones, becas a estudiantes universitarios de bajos ingresos, e inversión pública.
“Sin embargo, esto podría ser contradictorio en torno a mantener la disciplina presupuestal a menos que se compensen con recortes suficientes en el gasto o incrementos en impuestos”, mencionó la calificadora.
Propuso atacar la corrupción, enfrentar las ineficiencias del sector público y reducir transferencias federales.
No obstante, dice Fitch que el ahorro esperado de estas iniciativas es dudoso, y la secuencia de la expansión en el gasto social versus las medidas de ahorro serán importantes para asegurar que el superávit primario del sector público se mantenga intacto.
La carga de deuda del gobierno mexicano cayó en 2017 después de haberse incrementado durante varios años y Fitch pronostica una trayectoria de disminución gradual siempre que se mantenga el superávit primario.
“Uno de los primeros indicadores importantes de la dirección de las políticas de esta administración podría ser cómo López Obrador balancee la disciplina fiscal con el aumento del gasto social, particularmente en el presupuesto de 2019”, añadió.
El nuevo Gobierno deberá presentar el presupuesto a mediados de diciembre, con una alta probabilidad de que se coordine con el administrador actual para prepararlo.
La composición del gabinete económico también sería otro indicador del manejo de las prioridades económicas y la elaboración de la política fiscal.
Fitch señaló que la plataforma del sector energético contempla una reevaluación de la reforma energética llevada a cabo por la administración actual, que ha sido importante para atraer inversión extranjera al sector de hidrocarburos.
López Obrador también ha defendido la modernización y construcción de refinerías nuevas, pero potencialmente costosas.
“Mientras que una enmienda constitucional para anular la reforma energética es improbable, el nuevo presidente podría afectar la agenda de la reforma estructural a través de los nombramientos de los directivos de Pemex, revisar los contratos asignados a firmas energéticas independientes (aunque esto sería legalmente desafiante), y lentificar el ritmo de las siguientes rondas de licitación para la exploración y el desarrollo petrolero”, mencionó.
Agregó que existen riesgos de que disminuya el ritmo de la apertura del sector a empresas extranjeras.
“La incertidumbre prolongada en cuanto a la política energética podría afectar a la inversión extranjera directa, el crecimiento económico y la producción petrolera en el tiempo”, puntualizó.
Por último, comentó sobre la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que el nuevo presidente podría heredar el proceso de la renegociación, su culminación ha probado ser un desafío para los países que lo constituyen.
“El caso base de Fitch sigue siendo que habrá un cierre favorable para la conclusión de las negociaciones de TLCAN y que ellas no interrumpirán de manera importante el comercio entre EE. UU. y México”, dijo.