La directora-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, pronunció hoy un discurso sobre el estado actual de la economía señalando que uno de sus desafíos es proteger las turbulencias fiscales y financieras.
Allí lanzo esta pregunta: “diez años después de la crisis financiera mundial, ¿estamos más seguros? Mi respuesta es «Sí» … pero no lo suficientemente segura. Debemos seguir adelante con la agenda regulatoria financiera y resistir la recaída”.
Además, después de una década de condiciones financieras relativamente fáciles, los niveles de deuda han alcanzado nuevos máximos en los países avanzados, emergentes y de bajos ingresos.
De hecho, dijo, la deuda global, tanto pública como privada, ha alcanzado un máximo histórico de US$182 billones, casi un 60 por ciento más que en 2007.
Esta acumulación ha dejado a los gobiernos y las empresas más vulnerables a un endurecimiento de las condiciones financieras, advirtió la experta.
Las economías emergentes y en desarrollo ya están sintiendo la presión mientras se ajustan a la normalización monetaria en el mundo avanzado, dijo ante analistas del mercado financiero.
Ese proceso podría ser aún más desafiante si se acelera repentinamente. Podría llevar a correcciones del mercado, fuertes movimientos de la tasa de cambio y un mayor debilitamiento de los flujos de capital.
“Estimamos que las economías emergentes -excluyendo a China- potencialmente podrían enfrentar salidas de cartera de deuda de hasta por US$100 mil millones, lo que coincidiría ampliamente con las salidas de capital durante la crisis financiera mundial.
Y aseveró que “esto debería servir como una llamada de atención”.
Lagarde enfatizó en que “no estamos allí todavía, de ninguna manera. Pero algunos países ya enfrentan aguas turbulentas. El FMI está profundamente involucrado en estas economías a través del análisis y el asesoramiento, y brindando asistencia financiera cuando sea necesario. Continuaremos haciendolo así”.
Para la mayoría de los países, dijo sin embargo, dirigir el barco significa crear más espacio para actuar cuando inevitablemente se produzca la próxima recesión.
Las economías emergentes pueden crear estas condiciones reduciendo los riesgos de la deuda corporativa elevada, mientras que se necesitan mayores esfuerzos para hacer que los préstamos del gobierno sean más sostenibles en los países de bajos ingresos, citó la jefe del FMI.
En muchos casos, agregó, se deben crear más espacio significa permitir que los tipos de cambio flexibles absorban algunas de las presiones de las reversiones del flujo de capital.
Sobre ese punto, el análisis del FMI muestra que los países con mayor flexibilidad cambiaria experimentaron menores pérdidas de producción luego de la crisis financiera mundial.
“También descubrimos que las economías son más resilientes cuando su política monetaria es más confiable y cuando sus bancos centrales independientes se comunican claramente”, destacó la funcionaria.
En su concepto, Lagarde dijo que las economías avanzadas deben actuar también. Pueden crear el espacio que necesitan reduciendo los déficits gubernamentales y colocando la deuda pública en un camino descendente gradual. Esto debe hacerse de una manera justa y amigable con el crecimiento, a través de un gasto más eficiente y asegurando que la carga del ajuste sea compartida por todos.
Al mismo tiempo, los países no deben pasar por alto otro aspecto de sus balances: la riqueza pública que está vinculada a los activos financieros del gobierno, las empresas públicas y los recursos naturales.
“Aquí tenemos un nuevo análisis del FMI de 31 países que muestran activos públicos totales de más de US$100 billones, más del doble de su PIB.
Mejorar la gestión de estos activos públicos podría generar ingresos adicionales de alrededor del 3 por ciento del PIB por año, lo que es significativo. De hecho, eso es igual a lo que las economías avanzadas recaudan en impuestos corporativos en un año”, dijo.
Nuevamente, para Lagarde no se trata de navegar solo, con cada país respondiendo solo a las preocupaciones nacionales. Protegerse de posibles turbulencias requerirá que los países trabajen juntos de manera cohesiva y colaborativa.