Por: Ernesto Villamizar, presidente de Credicorp Capital Fiduciaria
Estamos en un escenario, tanto en Colombia como en el mundo, repleto de acontecimientos que nos generan preocupación. El proceso político, la guerra, el orden público, la inflación desbordada, la pandemia y los temores de una nueva, entre otros nos llenan de incertidumbre.
Incertidumbre que aumenta en la medida en que en la gran mayoría de casos su solución no depende de nosotros, pero necesariamente nos afectan a nivel personal. Y esa incertidumbre se traduce en preocupaciones como, por ejemplo, ¿hago o no un negocio?, ¿qué puede suceder con lo que he construido después de años de trabajo?, ¿debo diversificar invirtiendo en otro país? o ¿Mi seguridad personal puede estar comprometida en la medida que mi información patrimonial puede ser conocida?
No hay solución perfecta, ni la habrá. Sin embargo, para momentos como estos los Fideicomisos son una excelente alternativa para hacer negocios, proteger el patrimonio, invertir en el extranjero, entre muchas otras cosas.
Los fideicomisos son llamados también “Patrimonio Autónomos”, una figura con una fortaleza y soporte jurídico extraordinario que permite “aislar” una serie de bienes formando un vehículo jurídico independiente para que una Fiduciaria lo administre siguiendo instrucciones precisas y solo esas, generando una separación patrimonial de los demás bienes de fideicomitentes y de terceros.
Recomendado: Subida de 50 puntos, en tasa de referencia del Banco Europeo, después de 11 años
Tienen atributos muy valiosos como asociar personas, así, a través de un fideicomiso, dos o más empresas hacen un negocio; los miembros de una familia se unen para administrar el patrimonio familiar con la finalidad de protegerlo; dos empresas constructoras que unen esfuerzos sin constituir una nueva sociedad para desarrollar un proyecto; un conjunto de inversionistas que adquieren un inmueble a través de un fideicomiso para que éste lo arriende y distribuya los excedentes después de pagar gastos.
Otro de los beneficios es el de confidencialidad, pues los bienes son del fideicomiso quien es el que actúa, recibe el ingreso, gasta, contrata; así como de finalidad ya que el Fideicomiso se hace para algo y solo eso, como un proyecto inmobiliario, educar un menor de edad o generar la manutención un adulto mayor. Todos los actos del fideicomiso se deben destinar a cumplir esa finalidad.
Adicionalmente, en el Fideicomiso se regulan las relaciones entre los Fideicomitentes, cómo toman decisiones, la venta o prenda de derechos fiduciarios, las obligaciones de hacer aportes o gestiones; permite tener no solo Fideicomitentes con determinados privilegios sino también beneficiarios con otros privilegios. Permite que el gobierno del fideicomiso sea uno y cuando suceda un evento, sea otro. Pero quizás lo más importante hay un tercero que hace valer esas reglas, que es el Fiduciario.
Todos estos atributos sirven para que, aún en épocas de incertidumbre como las que vivimos, las empresas hagan negocios. O las familias que han logrado formar un patrimonio gracias a muchos años de trabajo, constituyan un fideicomiso cuya finalidad principal es proteger sus bienes, ceder los derechos fiduciarios a sus hijos, y reservarse el producido de los bienes y la facultad de gobernar el fideicomiso. Lo anterior con confidencialidad, con bienes que pueden ser por ejemplo locales comerciales, bodegas, apartamentos, un portafolio de inversiones. Y este portafolio se puede manejar en Colombia o en el extranjero y cambiar el destino, cuando así se acuerde. De esta manera los padres se protegen a sí mismos, tienen los ingresos y a su fallecimiento, los hijos decidirán si mantienen el fideicomiso.
Es deber de la Fiduciaria asesorar a los clientes en este tipo de estructuras, en su alcance, sus implicaciones. Es necesario además que el cliente tenga el debido acompañamiento jurídico y tributario de sus asesores legales y contables, para estas materias. Pero es evidente que el fideicomiso es una alternativa en estos tiempos difíciles que pasarán, como todo pasa.