Por: Juan Camilo Padilla Ortiz, gerente de Sostenibilidad de Alquería
Es común leer y escuchar actualmente que la educación y la innovación son piezas clave para la construcción social y sostenible del país. Sin embargo, el alcance que estas dos tienen en cada rincón de Colombia es limitado en la ruralidad, lo que entorpece el desarrollo de oportunidades en estas zonas y del progreso para sus jóvenes. Esto hace que pierdan el interés y la motivación de crecer en el campo y para el campo.
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La situación se hace evidente con solo revisar algunas cifras: la deserción escolar es una de esas tantas problemáticas que se ve día a día en el campo. Según los más recientes reportes del Ministerio de Educación, la tasa de deserción en las zonas rurales fue del 5,4% mientras que en las zonas urbanas fue del 3,6%. Datos como estos retan al país a transformar el modelo educativo para que los jóvenes, especialmente en la ruralidad, no desistan de sus estudios y tengan más oportunidades para salir adelante.
Ahora, este gran reto va intrínsecamente ligado a otro gran desafío:
Lograr que las nuevas generaciones vean en el campo un medio de vida. ¿Por dónde empezar? Precisamente por el mejoramiento de la educación. Esto implica no solo garantizar el acceso a la educación básica, sino también elevar la calidad de la enseñanza, adaptándola a la realidad y potencial del entorno rural. Además, es crucial que el aprendizaje formal sea complementado con acompañamiento psicosocial que promueva la salud mental y física.
Pero esta es solo una parte de una gran visión holística para mantener el campo siempre vivo. La compra de productos agrícolas locales es otra estrategia esencial. Incentivar el consumo de productos del campo no solo fortalece la economía local, sino que también crea un lazo directo entre los productores rurales y los consumidores urbanos, generando un impacto cuantitativo en el campo.
Como dije al inicio, un pilar clave en pro del desarrollo rural es la introducción de herramientas de innovación, especialmente la tecnología. Integrar estos aspectos en la educación y promover su uso en el desarrollo de iniciativas sostenibles puede marcar la diferencia. Desde la implementación de herramientas digitales para analizar data y entenderla, hasta el fomento de prácticas agrícolas más eficientes y respetuosas con el medio ambiente, la tecnología puede ser un puente hacia un futuro más próspero en las zonas rurales.
Y podemos de alguna manera pensar en priorizar alguno de estos frentes. Pero, recientemente, luego de nuestra participación en un foro que reunión diferentes representantes alrededor del tema agro, logramos concluir entre varias empresas que las necesidades se encuentran en diversas dimensiones. No podemos desconocer que es una nueva generación, con nuevas expectativas. Podemos entonces reconocer que debemos trabajar juntos para buscar una respuesta y hacer que el campo pueda ser el sueño de futuras generaciones, un aspecto que contribuye a la seguridad alimentaria en Colombia.
Es evidente que este cambio que buscamos no va a ser de la noche a la mañana ni va a ser un esfuerzo individual. Es a través de la acción colectiva como podremos lograr hacer del campo un lugar en el que el progreso se vea todos los días, donde los jóvenes quieran quedarse y seguir construyendo un futuro. El relevo generacional es una necesidad latente.
Esto es un trabajo en conjunto, donde debemos compartir nuestras buenas prácticas y así poder nutrir el desarrollo del país. En Alquería estamos más que dispuestos a continuar trabajando por este gran objetivo, tal y como lo hemos hecho desde hace 64 años, de la mano de cada vez más aliados que compartan nuestra visión de ser mejores PARA el mundo.