Desde ayer avanza la jornada de elecciones en Chile, las cuales definirán la nueva Convención Constituyente, que reescribirá la carta magna de ese país, la cual rige desde 1980, época en la que el dictador Augusto Pinochet estaba en el poder.
En octubre de 2020 los chilenos aprobaron por una abrumadora mayoría (casi el 80 %) cambiar esta Constitución. Y este fin de semana deberán elegir a los 155 representantes de la Convención Constituyente que tiene la misión de escribir el nuevo texto.
Los chilenos deberán elegir entre casi 1.300 candidatos a quienes los representen, lo llamativo de este proceso es el que el órgano será electo bajo un mecanismo de paridad de género único en el mundo, que garantizará un mínimo de 45 % de mujeres. Los pueblos indígenas, tendrán 17 escaños reservados.
La asamblea contará con nueve meses para presentar un nuevo texto y con una posibilidad de ampliarse por tres meses más. A mediados del 2022, los chilenos someterán a un nuevo plebiscito de salida para aprobar o rechazar el nuevo texto constitucional propuesto.
Chile también elegirá por alcaldes y concejales para las 346 comunas (municipalidades) que integran el país y, por primera vez desde el retorno a la democracia, los ciudadanos elegirán a gobernadores para sus 16 regiones.
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Las cifras macroeconómicas del país lo respaldaban: el país sudamericano no solo mantuvo su Producto Interno Bruto (PIB) en un nivel superior a la media de la región, sino también logró reducir considerablemente la pobreza y se caracterizó por su «estabilidad» tanto económica como política.
Varios países como Perú, Colombia México y Ecuador, miraron de cerca cómo lo hacía Chile, intento imitar algunas de las reformas económicas propuestas. Uno de los ejemplos más reconocidos es el sistema previsional creado en esta nación, basado en las administradoras privadas de fondos de pensiones (AFP), que después fue reproducido por otras naciones de la región y del mundo.
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