El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) publicó un nuevo análisis sobre la situación fiscal de mercados emergentes, centrado esta vez en América Latina y el impacto en algunos países de la región tras la crisis por Covid-19, así como aquellos mercados con mejores proyecciones, de acuerdo con su solidez e implementación de programas de estímulo económico acordes a la coyuntura, lo que incluye la compra de deuda pública por parte de los bancos centrales (QE).
Para el IIF, en América Latina, los gobiernos se han movido con fuerza para proporcionar apoyo político a medida que el Covid-19 ha empujado a las economías a profundas recesiones, exacerbando las necesidades de gasto y los desafíos de financiamiento.
En medio de la ampliación de los déficits fiscales y las tasas de interés que se acercan a mínimos históricos, varios países de la región han recurrido a medidas de tipo QE para proporcionar liquidez y evitar interrupciones en el mercado crediticio. Además, para el IIF, en algunos casos, estas medidas también podrían facilitar la financiación de los desequilibrios fiscales.
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A pesar de ello, los países de la región se han enfrentado a restricciones de mercado (presión sobre el tipo de cambio y las tasas de interés) e institucionales (restricciones legales para el financiamiento del banco central al tesoro) para la implementación.
Sin embargo, para el IIF, los países con instituciones macroeconómicas más fuertes, como Chile, Colombia y Perú, están mejor posicionados para embarcarse en iniciativas de QE mucho más ambiciosas.
“Si bien la escala de estos programas ha sido modesta hasta ahora, vemos margen para acciones adicionales, principalmente si hay un colapso de la actividad mayor de lo esperado o nuevas dificultades para lidiar con el brote del virus, lo que conduciría a un resurgimiento de la volatilidad del mercado financiero”, agregó la entidad.
Sobre Chile, comentó que comenzó con un programa de compra de bonos bancarios de hasta US$8.000 millones (3,3% del PIB), adquiriendo valores por US$3.300 millones (1,4% del PIB). Las medidas excepcionales también incluyeron la aceptación de bonos corporativos como garantía elegible y la creación de una línea de financiación condicional al aumento de los préstamos por hasta US$24.000 millones (10% del PIB), de los cuales se han usado US$16.000 millones. “Estos programas, junto con acciones para impulsar la oferta de dólares y un contexto externo más favorable, han ayudado a mejorar las condiciones financieras. Además, se está debatiendo para permitir la adquisición de bonos del gobierno en el mercado secundario”, indicó.
En Colombia, el Banco de la República compró bonos por US$3.000 millones (1,1% del PIB), aceptó la deuda privada como garantía y amplió el acceso al repositorio a instituciones financieras no bancarias mientras ha recortado las tasas gradualmente, lo que es visto como algo positivo por el IIF.
De otro lado, con las tasas de interés en el límite inferior, Perú implementó un programa de préstamos respaldado por el Gobierno de US$18.000 millones (8% del PIB), de los cuales se han asignado US$8.000 millones, positivo ante la coyuntura.
“En general, los países con regímenes de tasas de interés creíbles, fuertes reservas de liquidez externa y marcos fiscales mejorados están mejor equipados para perseguir programas de tipo QE más agresivos si las condiciones macro se deterioran aún más. Dicho esto, es probable que la mayoría de las medidas permanezcan dentro del ámbito de atenuar las dislocaciones del mercado, a diferencia del tipo de estímulo monetario a gran escala que los mercados desarrollados están implementando”, concluyó el IIF.
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