La inflación en la eurozona continuó con la senda de ralentización y se moderó al 8,5 % en febrero, informó este viernes Eurostat, la entidad estadística oficial del bloque comunitario.
Con este resultado, el costo de vida en la eurozona solo disminuyó una décima frente al resultado de enero de 8,6 %.
Una dinámica que también se repitió en la Unión Europea, con una inflación de 9,9 % en febrero versus el 10 % de enero.
Dentro de la eurozona los menores datos de inflación se registraron en Luxemburgo (4,8 %); Bélgica (5,4 %) y España (6 %), mientras que las más altas fueron en Hungría (25,8 %); Letonia (20,1 %) y República Checa (18,4 %).
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Las mayores contribuciones a la inflación en la eurozona vinieron de comida, alcohol y tabaco (3,1 puntos porcentuales); seguido de servicios (2,02 puntos porcentuales), bienes industriales no energéticos (1,74 puntos porcentuales) y la energía (1,64 puntos porcentuales).
La inflación subyacente sigue preocupando en la eurozona
De esta manera, la tasa de inflación interanual de la zona común acumuló cuatro meses en franca desaceleración y está en su nivel más bajo desde mayo de 2022, período previo a que el Banco Central Europeo comenzara su escalada por mayores tasas de interés.
No obstante, la inflación subyacente, que en Europa excluye alimentos, energía, alcohol y tabaco, continúa marcando una tendencia ascendente.
En febrero, esta medición marcó un nivel de 5,6 %, seis décimas por encima del nivel de noviembre de 5 %.
Al ser este el principal índice que utiliza el Banco Central Europeo para determinar su política alcista de las tasas de interés, se puede interpretar que estas acciones continuarían en el futuro reciente.
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Este dato de la inflación de febrero se reveló un día después de que el ente monetario europeo elevó en 50 puntos básicos la tasa de interés hasta el 3 %, en un esfuerzo por seguir controlando el costo de vida en la zona común.