La Asociación de Microfinanzas de Colombia (Asomicrofinanzas) realizó un panel virtual para exponer cuáles son los mayores retos del sector en medio de la pandemia, pero también para lo que pueda pasar una vez terminen los efectos del coronavirus.
María Clara Hoyos, presidenta de la organización, aseguró que son varias las pruebas a las que se somete el sector, una de las más importantes: saber calcular el impacto del acceso al crédito de parte de los empresarios más pequeños, pero también cómo se va a redefinir el concepto de informalidad por cuenta del impacto en el desempleo y caída de ingresos.
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“Hay camino por recorrer en ese sentido, tenemos que fijar una política pública que se ajuste al nuevo panorama. Hay que seguir motivando la formalidad en Colombia y para ello se requiere de nuevas herramientas, más flexibilidades”, dijo Hoyos.
Tomar decisiones es importante si se tiene en cuenta que, según Asomicrofinazas, el impacto social y económico del sector en Colombia es relevante. El segmento genera un saldo de cartera bruta de microcrédito del orden de los $16 billones, en 2,05 millones de operaciones.
Para José Alejandro Guerrero, presidente del Banco W, mantener esas cifras es el objetivo más importante, pues no se puede caer en el riesgo de que los microempresarios que buscan acceso al sistema financiero vuelvan a las opciones informales como es el “gota a gota” (prestamistas sin regulación).
De acuerdo con Asomicrofinanzas, en Colombia, fueron cerca de 3,1 millones de microempresarios que, durante 2019, tomaron la decisión de acceder a créditos con el sistema financiero.
“El paso es llegar a más microempresas que optan por el gota a gota como método de financiamiento. Si bien no hay cifras oficiales en ese sentido, las estimaciones están sobre los cinco millones de personas que todavía hacen uso de ese tipo de mecanismos”, agregó Guerrero.
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Para el presidente del Banco W es fundamental que se piense en cómo hacer para que esa masa empresarial que se afectada por la crisis económica siga por la senda de lo regulado, “pues el gota a gota genera violencia. Violencia en la forma como se cobra, sobre todo”.
Finalmente, una vez superada esa tarea, el paso es mirar cómo potencializar la transformación digital, con especial énfasis en la entrega de créditos para los microempresarios.
“Esta pandemia nos deja varias lecciones. La que más destaco: no estamos preparados para el cambio digital. Ya estamos liderando innovaciones, activación y entrega de créditos de manera digital, pero falta”, complementó, Patricia Pérez, gerente de Microempresas de Colombia.
Pérez dijo que también hay que liderar un plan educativo sustancial para los empresarios más pequeños: “Hay que enseñarles que el celular sirve para tener dinero, para transferirlo, para hacer compras”.
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