Pedro Castillo asume la Presidencia del Perú para gobernar en solitario

Pedro Castillo asume la Presidencia del Perú. El mandatario de izquierda no tiene apoyo en el Congreso y aún no define a todo su gabinete

Pedro Castillo presidente del Perú. FOTO: Twitter @PedroCastilloTe

Comienza un nuevo ciclo para el Perú. Pedro Castillo, el profesor de izquierda y exdiligente sindical, asume la Presidencia para un periodo de cinco años de un Gobierno con carente apoyo en el Congreso y que enfrenta a una ciudadanía dividida entre las zonas rurales periféricas que lo llevaron al poder y las urbes centrales que se oponen a su mandato.

Castillo es del partido Libre, la colectividad del político Vladimir Cerrón, uno de los líderes de extrema izquierda más conocidos del país, quien enfrenta procesos ante la justicia por corrupción. Fue Cerrón quien lo designó como candidato y, si bien no puede asumir cargos públicos por los procesos que se llevan en su contra, promete tener un rol, aún sin definir, en la administración de su delfín.

Cuando Pedro Castillo triunfó en las elecciones del seis de junio afirmó que el pueblo había ganado, pero él representa solo a una parte de los peruanos. Sus ideas tienen el apoyo del 50,12 % de la población votante, una proporción que no se refleja entre las élites que han llevado las riendas del país, sino en la calle, entre quienes le acompañaron desde las zonas campesinas hasta la Lima Metropolitana.

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“Es muy difícil saber qué esperar, este es un mandato que empieza con más interrogantes que respuestas. El presidente hizo declaraciones que generaron cierta situación de temor en los mercados, pero un Ejecutivo puede realizar su política dependiendo de cuanto poder tiene y él cuenta un poder limitado, es un Gobierno de minoría”, considera el analista político Fernando Tuesta.

Perú Libre tiene solo 37 escaños en el nuevo Congreso. Al ser una colectividad de izquierda radical, pocos partidos comulgan con sus ideas. Tal vez encuentre convergencias con Juntos por el Perú o el Partido Morado, pero estos solo cuentan con cuatro curules cada uno.

De los 130 asientos de esa rama del poder, Castillo, por ahora, solo podría incidir sobre 45 y para tener mayoría necesitaría, al menos, 66. El resto de asientos se perfilan como una oposición abrumadora, encabezada por los 24 congresistas de la Fuerza Popular de Keiko Fujimori y el resto de representantes de derecha y centroderecha.

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Y, como lo dice Tuesta, “Perú tiene antecedentes de que un Gobierno sin Congreso no termina su mandato”. En su discurso Pedro Castillo ha mencionado la propuesta de Convención Constituyente para cambiar el modelo económico, revisar las inversiones de empresas extranjeras, estatizar los recursos naturales, dejar de importar productos agrícolas que se cultivan en el territorio nacional, entre otras disposiciones, pero para hacerlas realidad necesita votos en el Congreso.

La opción que le queda, entonces, es gobernar mediante decretos, un asunto que puede resultar problemático para el equilibrio del poder. El formato de Perú permite que el mandatario cierre el Congreso; asimismo, este puede declarar la vacancia presidencial y despojar al ejecutivo de sus funciones, una figura que se aplicó varias veces contra sus antecesores Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra en cuestión de tres años.

Esos antecedentes hacen que Perú entre a un terreno difuso que promete la extensión de los vaivenes políticos del último quinquenio, en el que cinco personas se juramentaron (o autoproclamaron) como presidentes, dos de ellos, Manuel Merino y Mercedes Araoz, sirviéndose de sus interpretaciones de la Constitución.

“Con Pedro Castillo se han resuelto varios nudos que estaban pendientes y ahora son evidentes los que estaban en segundo plano: la dificultad de consolidar el Gobierno, tener un conjunto de ideas sobre qué hacer en los primeros meses y años. Hemos pasado a una nueva fase de incertidumbre”, considera Jorge Aragón, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Cuestiones como el cambio del sistema hacia una economía social con mercados o redactar una nueva carta magna, dice Aragón, son un componente simbólico de su discurso que le permite mantener el espíritu de lo que le hizo presidente: cambiar la Constitución de Alberto Fujimori, el expresidente de derecha juzgado por crímenes de lesa humanidad y padre de Keiko Fujimori, a quien derrotó en segunda vuelta.

“Este es un Gobierno con poder limitado. En términos políticos prácticos no tiene muchas posibilidades”, sentencia Aragón. El campesino, profesor de primaria y líder sindical toma posesión este miércoles 28 de julio aún sin dar nombres de quiénes conformarán su gabinete, con el espectro de las premisas radicales de su partido a cuestas y una oposición radical que, hasta el último momento, se negó a aceptar su Presidencia.

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