Los demócratas que controlan la Cámara de Representantes en Estados Unidos han anunciado este martes que imputarán al presidente, Donald Trump, con los cargos de abuso de poder y de obstrucción a la justicia, que ahora deben ser votados por el pleno, como parte del juicio político.
Si la Cámara de Representantes vota a favor de destituir a Trump, el presidente estadounidense se convertiría en el tercer mandatario en ser sometido a un juicio político, pero es improbable que éste prospere en el Senado, controlado por sus aliados republicanos.
En el primero de los cargos se acusa al presidente de anteponer sus preocupaciones políticas al interés nacional; y en el segundo, de obstruir los intentos de investigación del Congreso, ha dicho Jerry Nadler, el presidente del Comité Judicial de la Cámara Baja.
«Nuestro presidente ostenta la mayor confianza pública. Cuando traiciona esa confianza y se pone por delante del país, pone en peligro la Constitución, pone en peligro nuestra democracia y nuestra seguridad nacional», ha remarcado.
Nadler estuvo acompañado por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el resto de presidentes demócratas de comités de la Cámara Baja.
«Los hechos son incontestables; es una cuestión de deber», ha asegurado Adam Schiff, el presidente del Comité de Inteligencia, en el que se llevaron a cabo varias de las audiencias de la investigación.
La reacción de Trump a las imputaciones ha sido tacharlas de «ridículas». «Nadler acaba de decir que ‘presioné a Ucrania para interferir en nuestras elecciones de 2020’. Ridículo, y él sabe que no es cierto. Tanto el presidente como el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania dijeron, muchas veces, que ‘NO HABÍA PRESIÓN’. Nadler y los demócratas lo saben, ¡pero se niegan a reconocerlo!», ha publicado desde su cuenta de Twitter.
Lo que hoy se presentado son los llamados ‘artículos del impeachment’ contra el mandatario estadounidense. Éstos son: abuso de poder y obstrucción al Congreso.
La razón es el intento, por Trump y varios de sus asesores, de obligar al Gobierno de Ucrania a anunciar la apertura de una investigación de las actividades realizadas en ese país por Hunter Biden, el hijo del principal candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden. Trump ordenó suspender el envío de misiles antitanque a Ucrania hasta que ese país no se plegara a sus exigencias. Es una medida importante para el Gobierno de Kiev porque desde 2014 Ucrania está en una guerra no declarada con Rusia. Precisamente esta madrugada ambos países han alcanzado un alto el fuego.
Trump y sus asesores -entre ellos, varios miembros de su gabinete, como el entonces secretario de Energía, Rick Perry, que ha tenido que dimitir por el escándalo- no estaban interesados en una investigación sobre Hunter Biden sino, tan solo, en que Ucrania hiciera pública esa investigación.
El objetivo, así pues, era dañar al máximo a Joe Biden. No existe ninguna evidencia ni pista de que Hunter Biden cometiera delito de ninguna índole en su período como miembro del consejo de administración de la empresa gasista Burisma, aunque sí parece evidente que logró el cargo gracias a su apellido. El papel del hijo de Biden en Burisma es lo que Trump trató de usar contra el candidato.
El otro cargo es obstrucción al Congreso, y se basa en la decisión de la Casa Blanca de prohibir la comparecencia de miembros del gabinete de Trump a las sesiones de investigación llevadas a cabo por el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes y en la negativa a entregar documentos relevantes del caso. Según la oposición demócrata, ese obstruccionismo «no tiene precedentes en la Historia de EEUU».
Una vez presentados los cargos en el Comité de Justicia, éstos pasarán a la Cámara de Representantes, que decidirá en votación si los aprueba. Eso parece ya decidido, puesto que la Cámara está controlada por la oposición demócrata. Con eso se termina el impeachment. Es el equivalente de una imputación formal en un tribunal de justicia. La Cámara votará al respecto la semana que viene.
De ahí, el proceso pasa al Senado en enero. Ahí se celebrará el llamado ‘juicio político’, formalmente un tribunal en toda regla, con abogados de la acusación y de la defensa -es decir, de Trump-, y presidido por el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts. Se espera que el Senado vote el impeachment en enero o febrero. Pero el resultado se da por descontado: dado que los republicanos controlan esa cámara, la destitución de Trump será rechazada.
En la historia de EE. UU. solo ha habido dos presidentes que hayan sido sometidos a un impeachment: Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, en 1998. Ninguno de los dos fue cesado por el Senado, si bien en el caso de Johnson solo le faltó un voto para irse a casa. Ahora, todo parece indicar que Donald Trump será el tercero en sufrir un impeachment con éxito. Richard Nixon dimitió de la Presidencia en 1974, justo después de que se presentaran los cargos por impeachment en su contra por abuso de poder, obstrucción a la justicia, y rebeldía contra el Congreso.
(Con información de El Mundo)
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