Las deudas con entidades financieras pueden convertirse en un problema serio cuando no se maneja con responsabilidad el uso de productos como las tarjetas de crédito. En los últimos años, se ha observado una creciente dependencia del crédito entre los jóvenes, en un contexto donde persiste una escasa comprensión del funcionamiento de las herramientas financieras.
Este fenómeno es especialmente notorio entre quienes nacieron entre finales de los años noventa y principios de los 2000, quienes han mostrado un uso intensivo de tarjetas de crédito y servicios de pago a plazos, con consecuencias que van más allá del saldo de sus cuentas bancarias.
De acuerdo con datos recientes del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, una proporción considerable de jóvenes ha alcanzado el límite de sus tarjetas de crédito. Este comportamiento no solo refleja una falta de planificación, sino que también responde a factores neuropsicológicos. Estudios publicados en la revista Nature han revelado que el uso de tarjetas activa áreas del cerebro vinculadas al placer, lo que disminuye la percepción del gasto y favorece decisiones impulsivas.
El entorno digital actual complica aún más el panorama. Las redes sociales, junto con la facilidad para adquirir productos en línea, fomentan un consumo constante y generan presión por mantener un estilo de vida que, en muchos casos, no se ajusta a los ingresos reales. La investigadora Elisabet Ruiz-Dotras, de la Universitat Oberta de Catalunya, afirma que “la disociación entre el acto de pagar y el dinero físico ha diluido la conciencia del costo real de lo que se adquiere”.
Riesgos del uso inadecuado del crédito en la vida financiera de los jóvenes
Más allá del contexto tecnológico y social, la falta de conocimientos en finanzas personales agrava la situación. Según la Encuesta de Capacidades Financieras del Banco Mundial, una gran parte de la población colombiana no sabe calcular una tasa de interés simple. Este desconocimiento contribuye a decisiones poco acertadas que, con el tiempo, pueden dar lugar a ciclos de endeudamiento difíciles de revertir.
Lucas Souza, especialista en tecnología financiera, señala que muchos jóvenes perciben el crédito como una extensión de sus ingresos, sin comprender a fondo las condiciones que este implica. “Las tasas, los vencimientos y los cargos adicionales suelen pasar desapercibidos, hasta que ya es tarde”, explica.
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Esta falta de claridad puede conducir al sobrendeudamiento y generar reportes negativos en centrales de riesgo, lo que a futuro puede obstaculizar el acceso a créditos o productos financieros para proyectos personales, profesionales o educativos.
Ante este escenario, los expertos recomiendan que exista una cultura de responsabilidad financiera desde edades tempranas. Elaborar presupuestos mensuales, restringir el uso del crédito a necesidades reales, informarse sobre tasas de interés y priorizar el ahorro son prácticas esenciales. A medida que las nuevas generaciones se integran al sistema económico, es urgente promover una educación financiera accesible y práctica, que les permita tomar decisiones informadas, sostenibles y alineadas con sus capacidades reales.