Actualmente el factoring se está convirtiendo en una herramienta cada vez más asequible tanto para compañías como para personas naturales.
De acuerdo con David Nieto Martínez, director del programa de Finanzas de la Universidad El Bosque, el factoring electrónico es un mecanismo que sirve para que empresas puedan anticipar el pago de facturas que se encuentran pendientes por cobrar y que ese anticipo está sujeto a un descuento que cobra la entidad que compra esa factura.
Los plazos no superan los 60 días, siendo un mecanismo que se puede utilizar para financiarse.
En esa línea, según Wilson Ibáñez, CEO de Grupo Arquib, la creación de plataformas digitales transaccionales que conectan a empresas cedentes con compradores de activos descontables ha dinamizado el mercado y están permitiendo que gente del común vea en la adquisición de activos descontables una forma de invertir sus recursos para obtener una utilidad en el corto plazo, otorgando liquidez para que las empresas optimicen sus flujos de caja en su operación.
No obstante, dice que la evaluación del riesgo por parte de los adquirientes siempre será determinante para tomar decisiones responsables y asertivas, mitigando riesgos de no pago, un aspecto que al final hará que en conjunto todos ganen.
Así mismo, el CEO alerta sobre diferentes escenarios a los que se pueden ver expuestas las organizaciones en la actualidad y que –justamente– en el factoring tienen una oportunidad de éxito.
El primero de ellos es que hoy muchas empresas concentran sus esfuerzos en el marketing digital, posicionar marca, aprovechar nuevos canales de venta y abrir nuevos mercados. En esa apuesta realizan grandes inversiones en equipos ‘in house’ o incluso tercerizados para buscar estos objetivos.
“Los valores económicos de estas acciones los incluyen en las proyecciones de sus estados financieros y seguro identifican grandes beneficios, claro está, sí se hace de una manera estratégica. Sin embargo, a veces dejan en un segundo plano los plazos de pago, los ciclos de rotación del dinero en la compañía y, por ende, su flujo de caja y ahí nace un ‘cáncer’ que, con seguridad, la llevará a un destino mortal, la quiebra”, advierte Ibáñez.
Otra situación es afrontar el ‘el pago a crédito’. Un ejemplo es cuando indican “que su factura está a 30, 45, 60, 90 e incluso a 120 días o más para el pago”.
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Esto señala, según el experto, que ese activo de contenido crediticio tiene un plazo de pago correspondiente a esa cantidad de días y que el proveedor que prestó el servicio o entregó un bien en calidad de venta estima ese posible recaudo para una fecha futura, una vez el cliente o pagador programe su pago.
“En este modelo, para nadie es un secreto que el proveedor ya incurrió en unos costos y gastos que afectan su flujo de caja, como son la mano de obra, la materia prima y otros pagos directos o indirectos de la producción o de la prestación del servicio que se vendió, con lo que se podría decir que el proveedor estará en rojo en su flujo de caja durante esos 30,45, 60 o más días y, si no tiene el músculo financiero o la eficiencia de caja requerida, seguro estará en problemas para pagar a sus empleados, proveedores e impuestos, entre otras obligaciones que no dan espera, y es ahí cuando inician los síntomas de la enfermedad”, agrega el CEO de Grupo Arquib.
Con esa clase de panorama, no es extraño que las organizaciones empiecen a tener problemas cuando incumplan con las obligaciones que ponen en riesgo su operación, principalmente, frente a proveedores, empleados y al propio Estado vía impuestos.
Aquí, la principal opción es recurrir a créditos con tasas elevadas, porque los prestamistas evalúan el flujo de caja y, por consiguiente, la capacidad de pago y al tener un riesgo alto sus costos o tasas de interés también son altos.
Así beneficia el factoring a una empresa
Para evitar que esos momentos críticos se conviertan en realidad, el factoring es un mecanismo mediante el cual una empresa puede obtener liquidez inmediata al vender o ceder los derechos económicos de una factura, contrato o cualquier ‘activo descontable’ con contenido crediticio, recibiendo el pago de manera anticipada y causando así una tasa de descuento, transfiriendo el riesgo (dependiendo de la modalidad con responsabilidad o sin responsabilidad) y el derecho de recaudo futuro al tercero que la adquiere.
En ese contexto, las pymes han sido los principales beneficiados utilizando ‘el factoring’, porque a pesar de que desde hace un par de años entró en vigencia la “ley de pago a plazos justos”, la cual instaba a las compañías deudoras a pagarles a las pymes en un plazo no mayor a 60 días en primera instancia y posteriormente a 45 días, la realidad es que el ciclo promedio de caja y operacional de las pymes por sus necesidades y etapa de crecimiento requieren liquidez constante.
Dentro de sus beneficios también están: la obtención de liquidez inmediata sin incrementar el endeudamiento de la empresa, la transferencia del riesgo de recaudo o cobranza cuando se realiza bajo la modalidad de endoso sin responsabilidad o sin recurso; al tener liquidez, pueden gestionar pagos anticipados a sus proveedores para aprovechar descuentos por pronto pago, incluso superiores a la tasa de descuento causada en el factoring; y la destinación de excedentes al crecimiento o la inversión.
Por su parte, Iván Tunjano, profesor del Programa de Finanzas de la Universidad Politécnico Grancolombiano, anota que las necesidades del factoring derivan en que las empresas tienen diferentes flujos de caja, los cuales tratan de ajustar contra proveedores.
No obstante, aclara que estos últimos también tienen requerimientos de flujo de caja, lo que genera la oportunidad para inversionistas, quienes colocan esa liquidez para que las compañías las utilicen, por ejemplo, en la adquisición de materias primas, suplir sus necesidades de flujo de caja, pago de nóminas y en general para capital de trabajo.
Finalmente, de acuerdo con cifras de la Asociación Colombiana de Factoring Electrónico (Asoface), hasta julio del año pasado se habían contabilizado en Colombia 1,28 millones de facturas endosadas por un valor de $22,8 billones.