En la actualidad, pedir un crédito personal es cuestión de minutos: basta con ingresar a una app, digitar la cédula y esperar unos segundos para recibir una respuesta.
Pero cuando se trata de una empresa, el panorama cambia: los procesos son largos, los requisitos abundan y, muchas veces, el crédito llega tarde, cuando la oportunidad ya pasó.
De acuerdo con el informe mipymes en Colombia del BBVA Research, y con datos de la Banca de las Oportunidades y la Superintendencia Financiera de Colombia, solo el 16 % de las microempresas en el país logra acceder a crédito formal.
Esta realidad refleja la falta de actualizaciones de los modelos tradicionales, que siguen siendo una barrera para las micro, pequeñas y medianas empresas base del tejido productivo nacional. El verdadero reto no está solo en la regulación, sino en transformar la manera en que el crédito se concibe e integra en el día a día de los negocios.
Alternativas para financiar a las empresas
En este contexto, el financiamiento embebido surge como una respuesta estratégica: un modelo que integra productos financieros directamente en los procesos y cadenas de valor de las empresas, de modo que el crédito deja de ser un trámite externo y se convierte en parte natural de la operación diaria, en el mismo momento en que ocurren las transacciones.
Imaginemos a un distribuidor que vende productos a cientos de pequeños comercios. Tradicionalmente, cada uno debía buscar financiación por su cuenta para pagarle. Con el financiamiento embebido, el distribuidor puede ofrecer la opción de pago a crédito sin salir de su plataforma o punto de venta. El resultado: más liquidez, más ventas y relaciones más sólidas entre aliados.
“Con el financiamiento embebido el crédito no se pide en un trámite dispendioso, sino que sucede, al mismo tiempo que la empresa compra o vende. Las empresas necesitan capital constante y en movimiento, al mismo ritmo de sus operaciones. Si los procesos financieros no se integran al negocio, terminan frenando la productividad y limitando el crecimiento”, comentó Nicolás Villa, CEO de Platam.
Este modelo no solo simplifica la experiencia: también permite que bancos y fintechs trabajen juntos. Las fintech se convierten en canales más eficientes de colocación y recaudo, mientras las entidades financieras fondean las operaciones con mayor control y menor riesgo.
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“La apuesta está en integrar financiamiento directamente en los flujos de negocio tradicionales, como los de los distribuidores y proveedores, donde miles de MiPymes aún operan sin herramientas digitales, pero con una necesidad constante de liquidez para sostener su día a día. No se trata de un concepto distante, sino de dinamizar el crédito y el flujo de efectivo para darle fluidez a la operación diaria”, puntualiza Villa.
En un país donde las mipymes representan más del 90 % del tejido productivo, el financiamiento embebido se proyecta como una herramienta clave para cerrar brechas de inclusión y acelerar la competitividad. Porque al final, no se trata solo de ofrecer crédito: se trata de que el crédito suceda, donde y cuando las empresas realmente lo necesitan.