La industria minera lleva a cuestas un estigma que configura una percepción anquilosada, negativa y alimentada por mitos y realidades que dificultan un posicionamiento asertivo, e impiden que su verdadero valor sea comprendido por una sociedad que la necesita, especialmente en tiempos de transformación energética. Por esto hablaremos sobre minería y comunicación, ¿Una crisis de confianza?
Si hiciéramos un experimento social, me atrevería a afirmar que los imaginarios de la mayoría de las personas frente a la minería están basados en imágenes que recrean a trabajadores exhaustos, confinados en túneles sin ventilación y bajo un riesgo laboral inminente producto de condiciones no aptas para trabajar dignamente.
Actualmente
Y si analizamos las conversaciones en comunidades que han tenido algún contacto con la industria, encontraremos una fuerte influencia de grupos activistas que con frecuencia impactan en la opinión al catalogar a la minería como una de las principales enemigas del medio ambiente.
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Estas dos circunstancias, son solo ejemplos muy superficiales que dan muestra de algunos elementos que hacen parte de esa percepción negativa hacia la industria, y que desglosados constituyen una amenaza constante en contra del sector.
Causantes, además, de muchos fracasos de proyectos que aún, contando con los permisos respectivos, no han logrado conseguir el más relevante de todos: la licencia social para operar.
No obstante, esto no se trata de descalificar a los opositores. Al analizar sus argumentos, sería una mentira afirmar que de fondo sus razones no son válidas.
El problema es que se sigue midiendo a la industria por sus prácticas del pasado y por algunos errores, muchos de ellos graves, acontecidos décadas atrás o que lamentablemente en algunos casos puntuales siguen sucediendo.
Entonces nos encontramos en medio una crisis de confianza. Y es que es un reto pedirle a una sociedad infoxicada y que se alimenta de la opinión sesgada de unos pocos que magnifican los estigmas, que crea en que sí es posible una minería moderna y responsable.
Así las cosas, para ganarle la partida a la desinformación y evidenciar que la minería cumple un rol clave para la sociedad como principal proveedor de muchas materias primas fundamentales para la vida que conocemos (además de suplir las necesidades de la transformación energética), se necesita de un manejo de comunicaciones y relacionamiento claros, transparentes y basados en la gestión de la confianza.
La comunicación
Por supuesto que la comunicación no es la única vía, pues urge la revisión de políticas públicas alineadas con las expectativas y necesidades de la sociedad; así como de un verdadero impulso a la formalización del sector.
Sin embargo, mientras esto avanza, las compañías que ya desarrollan planes responsables necesitan cambiar su modelo de comunicación, tradicionalmente pasivo, hacia uno capaz de trasladar el impacto positivo de un sector fundamental, el cual necesita del voto de confianza de las personas para que pueda desplegar sus beneficios, bajo una mirada sostenible y en favor de un planeta que lo necesita.
Bienvenido el activismo ambiental y social, pero que sea consciente y que se consolide como una fuente legítima y veedora para que, antes de criticar sin presentar soluciones, más bien se asegure de que esa minería responsable sea una realidad en todas las latitudes donde tiene presencia.
Solo así, basados en una relación de confianza y valor compartido, la industria podrá compensar al entorno lo que extrae de la naturaleza en beneficios para un presente y futuro posibles.