Por: Diego Rensson RamÃrez Valencia, gerente Técnico Aval Ambiental
Colombia es un paÃs rico en normas ambientales para el desarrollo de proyectos en diferentes sectores. Los grandes proyectos requieren solicitar licencia ambiental ante la autoridad ambiental competente (nacional o regional), y presentar un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que analiza el proyecto desde aspectos fÃsicos, bióticos y sociales, y propone planes y programas diseñados para evitar, corregir, mitigar o compensar impactos ambientales y sociales.
Estos EIA son acompañados por empresas especializadas que, luego de ser entregados y evaluados por las autoridades ambientales, son aprobados a través de una licencia ambiental la cual debe ser implementada en campo para desarrollar el proyecto.
Ese reto de pasar del papel (licencia aprobada) a la acción (implementación) debe ser asumido no sólo con un equipo técnico y ambiental, sino jurÃdico, predial, administrativo y logÃstico que permita culminar con éxito el proyecto, sin pena de verse inmerso en investigaciones y posibles sanciones por el incumplimiento a los permisos otorgados en la licencia ambiental.
El primer paso para la implementación está relacionado con la planeación. Esta primera etapa, que puede tomar meses o años dependiendo de la magnitud del proyecto, es fundamental para entender con precisión lo propuesto en el EIA y lo decidido por la autoridad en la licencia. Se debe hacer ese análisis detallado no sólo desde lo técnico (proyecto, EIA, planes y programas), sino desde lo predial y jurÃdico (obligaciones y condiciones de la licencia), siendo muy relevante este último aspecto que pocas veces es tenido en cuenta, y que puede entregar señales para que en fases tempranas se tomen decisiones relacionadas con la solicitud de cambios menores, giros ordinarios o, incluso, la modificación del proyecto y por ende su licencia ambiental.
La planeación es el momento indicado para fortalecer las relaciones y la buena energÃa entre el equipo de trabajo, fortalecer el relacionamiento con el desarrollador del proyecto e interventorÃa, autoridades ambientales competentes, vecinos, comunidades y entes territoriales. Siempre será recomendable hacer una presentación formal ante estos grupos de interés para empezar a generar confianza y como una muestra de respeto hacia los mismos.
Importante además preparar a empleados y contratistas en el conocimiento ambiental del proyecto, de la cultura local o regional, en el respeto por la misma, en los códigos de conducta internos y externos, y en los canales de comunicación y atención de potenciales situaciones de conflicto.
El segundo paso relacionado con la implementación y desarrollo del proyecto requiere no solo la selección del personal idóneo, sino del relacionamiento y comunicación continua, pero, sobre todo, requiere apoyo desde la alta gerencia hacia abajo para darle a la licencia ambiental el peso que realmente tiene en la ejecución de los proyectos. Esto implica seguimientos y acompañamientos continuos en todos los aspectos: ambientales, sociales, jurÃdicos, predial, seguridad y salud en el trabajo, tanto en oficina como en campo. Lograr interiorizar en todos los colaboradores el impacto de sus acciones, y la forma en que deben ser ejecutadas para darle cumplimiento a la licencia ambiental en su integralidad, se convierte en el mayor reto para los proyectos.
Adicionalmente, es estratégico mantener informados a los grupos de interés sobre el avance del proyecto, y se sugiere también establecer oficinas y mecanismos de atención de peticiones, quejas, reclamos y sugerencias a los cuales pueda acudir la comunidad.
El tercer paso se enfoca en el seguimiento al cumplimiento de obligaciones, monitoreos, reuniones, socializaciones de carácter ambiental y social. Se debe hacer el análisis preciso de cada programa ambiental y social, de las fichas y medidas de manejo asociadas, de las obligaciones establecidas y de las actividades a realizar para garantizar el cumplimiento al 100 %, de manera que asà pueda ser reportado en los informes ambientales del proyecto.
Lo anterior, evita la apertura de procesos sancionatorios ambientales y litigios contractuales, y asegura levantar la información y evidencias de estudios, capacitaciones, monitoreos, actas, reuniones, certificaciones, entre otros que serán necesarias para hacer el cierre del proyecto.
El cuarto paso se basa en el adecuado cierre del proyecto desde lo técnico, ambiental, financiero y de relacionamiento. Se recomienda un acta de cierre ambiental y social con detalle de cada una de las obras del proyecto, del cumplimiento de los planes y programas, obligaciones y monitoreos; todo ello con las evidencias documentales anteriormente referidas.
Con vecinos, comunidades del área de influencia, autoridades ambientales, entes municipales o regionales, empleados y contratistas, se debe informar el cierre desde lo técnico (proyecto final, cumplimiento de obligaciones) y los beneficios locales, regionales, e incluso nacionales del mismo.
Cumplir con lo establecido en la licencia ambiental requiere compromiso de las organizaciones, el cual se ve recompensado en la disminución de requerimientos de las autoridades ambientales y, por ende, en la disminución de riesgo de ser sancionados.