El pasado 28 de octubre, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, le sugirió al Banco de la Republica imprimir billetes con el fin de reparar las víctimas del conflicto armado.
Esto porque, de acuerdo con el mandatario, con los $2 billones anuales que se destinan del Presupuesto General de la Nación en los programas de reparación, “se tardaría unos 150 años en terminar de reparar a las víctimas por parte del Estado”.
“La reparación de las víctimas en Colombia no se puede realizar si no se utilizan otros instrumentos del estado, que es el responsable de la indemnización, diferentes al presupuesto nacional”, indicó Petro en un trino de X.
Dicha petición no tardo en tener críticas por parte de diferentes sectores, ya que imprimir billetes podría tener consecuencias negativas para la economía del país, aumentando la inflación.
Ante dicha coyuntura, Valora Analitik consultó a Alejandro Useche, profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario y a Luis Mondragón, experto en Gestión de Portafolios de Inversión y Economía, con el fin de explicar por qué imprimir billetes puede afectar la economía de un país.
Imprimir billetes: ¿Cómo afecta la economía de un país?
Empezando la explicación, una pregunta que mucha gente se hace es por qué un banco central teniendo el poder de imprimir dinero, simplemente no pone la maquina a funcionar y con esa plata cubre una cantidad de necesidades de la sociedad paga la deuda del Estado.
“La evidencia práctica muestra que sería una alternativa totalmente inconveniente. Si un banco central emite dinero para directamente financiar gastos inyectar en la economía, por ejemplo, a través de uno unas transferencias a determinados grupos, como en el caso de las víctimas del conflicto armado, eso significa que se está poniendo circulación un dinero”.
Cómo ejemplo, Useche dijo que “haz de cuenta que unos billetes entran a generar inmediatamente mayor demanda, es decir, una vez llegan al bolsillo de las personas beneficiarias, ellas con ese dinero van seguramente a comprar cosas, lo cual aumentaría la demanda de la economía, pero no la oferta. En ese caso, dichos billetes adicionales no están generando directamente una producción o una mayor eficiencia de las empresas o más innovación, sino, implican simplemente más billetes circulando, compitiendo por una producción”.
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Y es que, de acuerdo con Useche, en los principios básicos de la economía enseñan que cuando esto sucede y cuando hay un crecimiento de la demanda, por ejemplo, por unos subsidios, transferencias o por emisión del Estado, rápidamente crece la demanda, pero la oferta se queda quieta y esto tiene un impacto inmediato que es el del aumento de los precios.
“En ese escenario, la evidencia muestra que en épocas en sitios en donde se han realizado grandes emisiones de dinero para financiar el gasto del Estado, por ejemplo, en momentos de guerra como las guerras mundiales o en casos de dictaduras, donde el dictador se apodera del Banco Central, empieza a emitir, por cantidades sin control, resulta muy rápidamente en un problema de altísima inflación”, explica Useche.
Esto implica más personas compitiendo por quedarse con los productos que tiene la economía, pero no genera un crecimiento de la producción de la eficiencia de la innovación de la competitividad, por lo que va a generar una inflación.
Por ello, como resultado, esos billetes que se emitieron pierden su poder de compra de manera que, finalmente, es como si tuviera un efecto absolutamente nulo de más dinero en el bolsillo que pierde su valor a cuenta de la inflación.
De su parte, Mondragón puso un ejemplo de lo que ocurrió con la situación post-Covid en Estados Unidos. “El gobierno de EE. UU. entregó «dinero a manos llenas» a los ciudadanos, para compensar por la baja actividad económica que se estaba presentando y el incremento del desempleo. Pero al mismo tiempo, las cadenas de suministro se vieron altamente afectadas”.
Y agrega: “Cuando la gente comenzó a gastarse el dinero con bienes varios, pero no había suficientes productos disponibles, la inflación comenzó a dispararse, y ello obligó a la FED a tener que subir tasas de interés con la finalidad de ponerle presión a la economía, recogiendo dinero, de ahí que se le denomine «política contractiva», llevando entonces a que con el tiempo, el monto de dinero en circulación, disminuya, y dándole la oportunidad a que las cadenas de suministro se normalizaran, y así paulatinamente la inflación comenzó a ceder terreno. En el interino, el desempleo tiende a incrementarse producto de dichas políticas monetarias contractivas”.
Por eso lo ideal, de acuerdo con Mondragón, es que la inflación se mantenga controlada en un nivel tal, que permita lograse el pleno empleo, pero sin que ello afecte el precio de los bienes y servicios, en particular el denominado «la canasta básica», el cual se mide entre otras métricas, por el llamado IPC.
Independencia del Banco de la Republica para la política monetaria
Algo fundamental en Colombia y que alrededor del mundo es la independencia la autonomía de los Bancos Centrales, y de sus decisiones de la denominada política monetaria, es decir, esas decisiones que se toman alrededor de inyectar o recoger más dinero de la economía.
Y es que desde la Constitución de 1991 se estableció esta separación clara rigurosa entre el gobierno de turno y las decisiones que toma el Banco Central.
En ese sentido, Useche indica que “si bien es cierto, hay un diálogo y una concertación y el ministro de Hacienda preside la Junta Directiva del Banco de la República, Sin embargo, nuestro Banco Central es autónomo e independiente. Por ello, sabe que inyectar más plata la economía no solo no sería conveniente por el aumento de la inflación, sino que además sería contrario a los principios constitucionales de autonomía”.
“El mensaje que nada el presidente de la República proponiendo que el Banco Central lleve a cabo una emisión metiéndose en esa autonomía del Banco Central, manda también un mensaje bastante inconveniente de falta de claridad de la separación de estos poderes y de la autonomía que tiene el Banco Central para definir la política monetaria y, dentro de ella, la cantidad de dinero que debe inyectar a la economía y que debe estar en circulación”, concluye Useche.