La industria aseguradora en Colombia sigue mostrando señales de dinamismo. En 2024, el sector creció un 5,3 %, un ritmo que triplicó el desempeño de la economía nacional. Además, la penetración del seguro en el PIB llegó al 3,3 %, el registro más alto en la historia del país y equivalente al promedio latinoamericano.
Aunque aún distante del 9,3 % que reportan las economías de la OCDE, esta tendencia señala un avance paulatino hacia una cultura de mayor protección financiera.
Sin embargo, cuando se habla de seguros de vida, el panorama es todavía desigual. En Colombia se estima que 2,5 millones de personas cuentan con algún tipo de póliza de vida individual, pero esa cifra incluye coberturas obligatorias asociadas a créditos de consumo, vivienda o vehículo. En la práctica, el número real de personas que adquieren voluntariamente un seguro para proteger su vida y patrimonio es considerablemente menor.
Para Fabián Rincón, gerente de Vida de Allianz Colombia, el desafío se explica por dos factores: la baja educación financiera y la falta de productos verdaderamente flexibles.
“El primer reto es la educación: ayudar a las personas a entender qué buscan realmente los seguros de vida y que estos son vehículos se seguridad y salud financiera. El segundo, la accesibilidad. No se trata solo de llegar a un nicho de altos ingresos, sino de ofrecer canales y productos ajustados a distintos segmentos de la población”, señaló.
Un seguro que va más allá del fallecimiento

Buena parte de las brechas de adopción tiene que ver con la percepción tradicional del seguro de vida. Según el gerente, muchos colombianos lo asocian únicamente con la cobertura por fallecimiento, cuando en realidad se trata de una herramienta integral de “resiliencia financiera”, capaz de proteger a las personas y a sus familias frente a contingencias que pueden alterar por completo su estabilidad.
En ese sentido, el seguro de vida funciona como un “blindaje patrimonial” frente a situaciones en las que el asegurado ya no puede estar presente o cumplir su rol productivo. Por eso, en la actualidad, las pólizas suelen incluir coberturas como:
- Fallecimiento, que protege económicamente al núcleo familiar en caso de un evento inesperado.
- Incapacidad total o permanente, que garantiza ingresos cuando la persona pierde la capacidad de trabajar.
- Enfermedades graves, que alivian la carga económica ante tratamientos costosos o largos periodos de recuperación.
“Aunque muchos consideran el seguro un gasto prescindible, es precisamente en momentos de enfermedad o incapacidad cuando se evidencia su verdadero valor. En ausencia de protección, estos eventos pueden desestabilizar por completo un proyecto financiero construido durante años”, afirmó Rincón.
Coberturas tradicionales y beneficios
Por otra parte, la compañía aseguradora expuso que el desafío no solo está en comunicar la importancia del seguro de vida, sino en acercarlo a las necesidades reales de los usuarios.
Por eso, el mercado ha empezado a incorporar coberturas y beneficios que antes eran poco conocidos y que hoy cobran especial relevancia para los hogares. Entre ellos destacan:
- Renta diaria por incapacidad: cuando un accidente genera una incapacidad temporal, la aseguradora compensa los ingresos que la persona deja de recibir.
- Renta por hospitalización: si la situación requiere hospitalización, el asegurado recibe un auxilio económico por los días en los que no puede trabajar.
- Beneficios complementarios: servicios de telemedicina, telepsicología, asistencias veterinarias e incluso apoyos adicionales durante hospitalizaciones.
En ese sentido, la empresa resaltó que estas coberturas buscan transformar el seguro de vida en un instrumento más integral, útil y presente en distintas etapas de la vida cotidiana.
Una protección para todos los perfiles y ahorro para el futuro
La protección financiera —advirtió Rincón— no puede verse como un lujo o un producto exclusivo. La población colombiana está envejeciendo rápidamente: hoy en día aproximadamente el 20 % de los habitantes ya supera los 60 años, y para 2070 se proyecta que esa proporción llegue al 50 %. Esto plantea nuevos desafíos y obliga a las aseguradoras a diseñar productos adaptados a cada etapa de la vida.
Uno de los desarrollos más relevantes apunta a unificar dos necesidades históricamente separadas: proteger la vida y construir ahorro para objetivos futuros. Este enfoque responde a la búsqueda de productos que combinen seguridad, flexibilidad y una visión de largo plazo.
“Estamos creando un seguro que te protege mientras ahorras para tus objetivos. Si tu meta es comprar un apartamento, puedes construir ese ahorro dentro de la misma póliza”, anticipó Rincón.
Este tipo de soluciones marca una nueva etapa para la industria, en la que la protección deja de ser un componente aislado y pasa a integrarse con la planificación financiera personal.




