En medio de un contexto marcado por la incertidumbre política y los cambios regulatorios, Colombia sigue posicionándose como uno de los destinos más interesantes para la inversión extranjera en América Latina.
Así lo cuenta en entrevista con Valora Analitik, Camilo Merino, socio de Serrano Martínez CMA, quien explica cómo los inversionistas extranjeros y locales navegan actualmente el entorno colombiano en fusiones y adquisiciones, qué sectores concentrarán las oportunidades hacia 2026 y cómo un acompañamiento jurídico con visión, rigor y sostenibilidad jurídica es clave de cara al comenzar un nuevo año.
En este sentido, comprender las normas de competencia, anticipar riesgos de cumplimiento (compliance) y confiar en la seguridad jurídica son hoy tres pilares que determinan la viabilidad de cualquier transacción.
¿Cómo perciben hoy los inversionistas extranjeros el clima de negocios en Colombia frente a otros países de la región?
Colombia sigue siendo un mercado con un atractivo innegable. A pesar de la incertidumbre política y regulatoria que a veces genera ruido, los inversionistas valoran la solidez institucional del país y el tamaño de su mercado interno.
Además, en comparación con otros países de la región, Colombia ofrece una economía diversificada y un marco legal que, aunque complejo, brinda estabilidad y mecanismos de protección efectivos si se conocen y se aplican bien. Lo que más aprecian los inversionistas es que aquí todavía hay margen para crecer, para adquirir compañías con buen potencial y para desarrollar alianzas estratégicas en sectores que siguen en expansión.
¿Qué sectores considera que concentrarán las mayores oportunidades de inversión y fusiones hacia 2026?
Sin duda, energía —particularmente las renovables—, infraestructura, retail, servicios financieros, salud y todo lo relacionado con tecnología destacan. En energía, la transición hacia fuentes limpias está generando un terreno fértil para inversionistas que buscan proyectos sostenibles con retorno a largo plazo. En infraestructura, los proyectos de cuarta y quinta generación mantienen interés, y el país necesita socios privados para seguir cerrando brechas.

Fintech y las plataformas digitales seguirán atrayendo fondos, sobre todo porque Colombia es un hub regional de talento. Salud, aunque ha tenido menores movimientos respecto a otros años sigue siendo un sector interesante. Las oportunidades están, pero requieren un acompañamiento jurídico integral para entender bien las reglas del juego.
Desde su experiencia, ¿cuáles son los riesgos legales más comunes que enfrentan los inversionistas extranjeros al llegar al mercado colombiano y cómo pueden anticiparse a ellos?
Colombia tiene una estructura regulatoria robusta, pero muy dinámica: cambian los criterios de entidades como la Superintendencia de Industria y Comercio o la Supersociedades.
Temas de control de concentraciones, prácticas restrictivas de la competencia o cumplimiento normativo pueden tener matices importantes aquí.
Para anticiparse, la clave está en una debida diligenciaprofunda que no solo revise los contratos, sino los riesgos de cumplimiento, competencia y sostenibilidad. Hoy, los inversionistas más exitosos en Colombia son los que llegan con una hoja de ruta legal clara, acompañados por equipos que entienden la dinámica local y anticipan posibles contingencias regulatorias.
¿Qué errores se repiten en la estructuración de operaciones de M&A y podrían evitarse con una debida diligencia más estratégica?
Un error común es ver la debida diligencia como un trámite y no como una herramienta de planeación. A veces se analiza la operación solo desde el punto de vista financiero y se dejan de lado aspectos legales claves, por ejemplo: la normativa laboral (teniendo en cuenta que se aprobó recientemente una reforma laboral) aspectos ambientales o aspectos tributarios, o la situación real de cumplimiento normativo de la compañía objetivo.
También se subestima la relevancia de las autorizaciones en materia de competencia: una fusión o adquisición puede frustrarse o demorarse meses si no se gestionan adecuadamente los trámites ante la SIC.
Nosotros insistimos mucho en planificar la transacción desde el principio, con un enfoque preventivo. Una debida diligenciabien estructurada reduce riesgos e incluso puede mejorar aspectos de los negocios.
En ese contexto, ¿cómo se puede fortalecer la seguridad jurídica sin frenar la competencia ni la dinámica del mercado?
El equilibrio es posible y necesario. La seguridad jurídica no significa rigidez; significa reglas claras, predecibles y aplicadas de forma coherente. La competencia, por su parte, se fortalece cuando las empresas saben que el marco es estable y que los procesos regulatorios no van a cambiar a mitad del camino.
Colombia ha avanzado en eso, pero aún hay espacio para mejorar en la consistencia de las decisiones administrativas y judiciales. La invitación es a seguir fortaleciendo varias de sus instituciones, acelerar la digitalización de los procesos regulatorios y promover una cultura empresarial basada en el cumplimiento voluntario.
¿Qué aprendizajes dejan las recientes decisiones de la Superintendencia de Industria y Comercio y la Supersociedades para los inversionistas?
Varias lecciones. La SIC, por ejemplo, ha sido muy estricta en temas de competencia y protección al consumidor, lo que demuestra que no hay margen para improvisar. Por su parte, la Supersociedades ha reforzado el mensaje de que el gobierno corporativo y el cumplimiento son factores determinantes en la sostenibilidad de una inversión.
Estas decisiones son, en el fondo, señales positivas. Muestran que el sistema colombiano está madurando y que quien opera conforme a la ley tiene garantías.
Si miramos hacia adelante, ¿cuál es su lectura del panorama de fusiones y adquisiciones en Colombia hacia 2026?
Soy optimista. Creo que veremos un repunte de operaciones, impulsado por la necesidad de consolidar sectores y por la búsqueda de eficiencia en un entorno de mayor competencia. El país tiene activos interesantes, compañías medianas con buen potencial y una estructura de mercado que invita a la integración.
También vemos interés de más empresas internacionales interesados en alianzas estratégicas, joint ventures y adquisiciones tanto totales como parciales. Pero el gran reto será jurídico: mantener operaciones que cumplan con los nuevos estándares ESG, regulatorios y de gobierno corporativo. El inversionista que quiera hacer las cosas bien encontrará espacio para crecer, pero debe hacerlo con estrategia y acompañamiento experto.
Finalmente, ¿qué mensaje enviaría hoy a un inversionista que está evaluando si ingresar o ampliar operaciones en Colombia?
Colombia sigue siendo una apuesta ganadora si se entra con visión y planificación. El país tiene talento, infraestructura y un marco jurídico que, bien entendido, brinda protección y oportunidades.
Pero es indispensable tener una hoja de ruta legal integral: entender las reglas de competencia, adoptar una cultura de compliance sólido y confiar en la seguridad jurídica como un activo estratégico.
Personalmente, he visto cómo las transacciones más exitosas son las que combinan análisis técnico con una lectura fina del contexto local: Colombia es un mercado para crecer con inteligencia y seguridad.




