Emergencia climática: alerta para una transformación por el planeta

Emergencia climática envía una alerta global para tomar acciones que salven la Tierra y frenen el incremento en la temperatura del planeta

Foto de Markus Spiske en Pexels
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La Tierra pasa por una emergencia climática sin precedentes. En los últimos años los desastres naturales se han hecho más recurrentes y las temperaturas extremas más contundentes, dejando en evidencia en todas las regiones del planeta que los ecosistemas pasan por una crisis.

Hablar de emergencia climática es un llamado a la acción. La contundencia de los incendios forestales, el incremento de las temperaturas en unas zonas, mientras otras experimentan inundaciones difíciles de controlar, la subida en el nivel de los océanos y la contaminación en el aire son muestras de que la situación global se sale de control. (Ver más en Valora Sostenible).

“Cuando hablamos de emergencia y no de cambio climático queremos decir que hay que actuar y hacerlo ahora. No podemos dilatar más las acciones, tenemos que hacerlo de manera inmediata y sin disipar”, apunta Maria Alejandra Gonzalez-Perez, profesora titular de la Universidad EAFIT de Colombia y docente del Diplomado en Emergencia Climática.

En ese programa participaron ISA, Grupo Éxito, la Universidad Nacional, Universidad de Antioquia, el hotel San Fernando Plaza, el Club de la Prensa, Teleantioquia y la Gobernación de Antioquia, y se formaron más de 400 periodistas del país.

La comunidad científica lleva décadas enviando alertas sobre los cambios en la Tierra, llamados que no fueron escuchados a tiempo. Hacia la década de los 90 se implementó el concepto de “calentamiento global”, que hacía referencia a un incremento en las temperaturas del planeta a niveles que ya estaban muy por encima de la época pre-industrial.

La situación del globo empeoró y comenzó a utilizarse el término de “cambio climático”, un concepto que daba una visión más precisa sobre la transformación del planeta: más que temperaturas más altas, el mundo estaba viviendo contextos más extremos que daban cuenta de una variación en el clima.

Una crisis que requiere actuar

Cada año los análisis sobre la situación del planeta son más desalentadores. Un ejemplo es que 2019 fue, en su momento, el segundo lapso de la historia con el incremento más rotundo en la temperatura. No obstante, ese récord se rompió en cuestión de tiempo y 2020 luego fue reconocido como el segundo más caliente, después de 2016.

Hay señales inequívocas de que la coyuntura ambiental se complejiza: los incendios en Australia y Grecia, las altas temperaturas en Canadá que superan los 50 grados, las inundaciones en Japón o las olas de calor en Europa y Estados Unidos son evidencias de las transformaciones en la naturaleza.

Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) vinculó la irrupción de la pandemia del Covid-19 con el cambio climático. María Neira, directora de Salud Pública del organismo, dijo en octubre de 2020 que hay factores en el ambiente que han contribuido a la aparición de enfermedades infecciosas.

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Las condiciones ambientales de estrés, la deforestación y prácticas agrícolas extensivas, la carente preservación de la biodiversidad y la comercialización de especies de animales salvajes son algunos de los comportamientos humanos que dañan la naturaleza y están relacionadas con las epidemias, dejando en evidencia que la emergencia climática tiene un impacto multisistema que también permea la salud y la nutrición.

Impactos en la región

Si revisamos el contexto regional en Latinoamérica, los sucesos que dan cuenta de los impactos de la emergencia climática también son contundentes: los fenómenos de El Niño y La Niña son más difíciles de predecir y controlar, los huracanes son más frecuentes, los océanos están más contaminados y la Amazonía, que es el pulmón del mundo, está en peligro.

“Se empieza a hablar de emergencia climática porque es necesario tomar decisiones duras. El término surge como ese llamado a decirle a los gobiernos, empresas y personas que tenemos que reaccionar ya. En este contexto, todo sirve y todo suma para actuar por el planeta”, explica Santiago Ortega, director de Innovación de Emergente Energía Sostenible y profesor de la Universidad EIA. 

Entre el 2000 y el 2019 se registraron 548 eventos de inundaciones en Latinoamérica y el Caribe, que afectaron a 41 millones de personas y generaron pérdidas económicas de US$26 millones. Además, las temperaturas de Colombia han cambiado entre -4 % y 6 % por decenio

El concepto de emergencia climática se refiere a una crisis multisistema que requiere una acción inmediata. Las vicisitudes están en todos los frentes relacionados con la Tierra y es necesario emprender múltiples acciones, en el ámbito individual, desde los sectores privado y público, las escuelas y los gobiernos, para contener la crisis venidera.

Contener las temperaturas: la clave

Naciones Unidas considera que el mundo todavía está en camino a un aumento catastrófico de temperatura superior a los tres grados centígrados sobre los niveles preindustriales, para este siglo. Ese valor sería fatal para la Tierra, por lo que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático trazó la meta de que ese incremento sea de 1,5 grados.

No obstante, el planeta está lejos de alcanzarlo y, buscando un escenario más optimista, ese nivel se actualizó a dos grados, un rango que sigue siendo alto para garantizar la sostenibilidad y estabilidad futura para las próximas generaciones.

“Lo que vemos alrededor del mundo no son hechos aislados, sino que hablamos de que el ser humano es responsable de lo que está ocurriendo. Las actividades de las personas son las responsables de estos cambios en los patrones del clima. Debemos alinearnos con las metas para reducir las emisiones: la descarbonización es una obligación”, apuntó Gonzalez-Perez.

Colombia es una de las naciones que alineó sus metas de sostenibilidad con los objetivos globales para salvar la Tierra. Asimismo, las empresas más grandes del país están trazando estrategias para reducir las emisiones y proteger el ambiente.

Un ejemplo de esto es el programa Conexión Jaguar de ISA, una estrategia de sostenibilidad corporativa para contribuir a la conservación de la biodiversidad y a la mitigación del cambio climático, o la apuesta por la transición energética de Ecopetrol, con la compra de ISA y estrategias como la exploración en energía geotérmica, para generar energía de una forma más sostenible.

Un giro corporativo hacia la sostenibilidad

Conexión Jaguar promueve la implementación del componente de carbono en los proyectos de recuperación y preservación de los bosques. Su objetivo es conseguir la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en zonas que son consideradas como prioritarias para la protección, recuperación y conexión de los hábitats naturales y corredores del jaguar en el territorio latinoamericano. Creo que es importante mencionar que el 100% de las operaciones de ISA serán carbono neto cero al cierre de 2021

Esa iniciativa es una muestra de que el tejido empresarial se está comprometiendo con el cuidado del planeta para enfrentar la emergencia climática, un paso que también requiere acciones contundentes en la transición energética, que requerirá redes eléctricas más flexibles, sofisticadas e inteligentes, para integrar nuevas tecnologías y consumidores más activos (prosumidores) con mayor confiabilidad, flexibilidad y resiliencia.

Asimismo, es clave que las compañías apuesten por acelerar el desarrollo de soluciones energéticas renovables y distribuidas, impulsar el consumo eficiente de los recursos (movilidad sostenible, trabajo en casa, horarios flexibles, bicicletas eléctricas y mecánicas, carpooling), así como por acelerar el desarrollo de modelos digitales (analítica avanzada) que les permitan ser más eficientes en la operación.

Andrés Villegas, director de Evaluciación de Transporte de Energía de ISA, considera que “el propósito que tenemos es asegurar la vida y la sostenibilidad del planeta (…) No solo pensamos en crecimiento, sino en adaptación de una red que dé respuesta a las necesidades crecientes de los usuarios en todos los países del continente. Necesitamos que las personas tengan acceso a energía no contaminante, contribuir a la descarbonización del planeta y asegurar el uso óptimo de los recursos energéticos”.

La transición energética es un paso crucial para hacer frente a la emergencia climática y para consolidarla es necesario utilizar fuentes renovables y conectar a más ciudadanos con la energía limpia. Precisamente, esa empresa cuenta con 65.000 kilómetros de circuito y su meta es tener 100.000 kilómetros a 2030, una distancia equivalente a darle dos vueltas a la Tierra con las redes de conexión eléctrica.

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