La firma Guarumo analizó el impacto que podría tener en el escenario electoral el reciente atentado contra el senador y precandidato presidencial que hoy se debate entre la vida y la muerte, Miguel Uribe.
Hechos como este, especialmente en un país con una historia marcada por la violencia política pueden alterar significativamente el comportamiento electoral.
Según el informe, uno de los primeros efectos es un «shock» de incertidumbre, en ese ambiente, las decisiones de voto pueden dejar de estar guiadas por un análisis racional y dar paso a adhesiones emocionales, movidas por el dolor, la empatía o el miedo.
Este fenómeno puede derivar en lo que los expertos llaman “efecto de rebaño” o “bandwagon”, en el que los votantes se agrupan en torno a la figura percibida como víctima o símbolo de resistencia. Además, se incrementa el voto de castigo hacia aquellos actores o instituciones consideradas responsables de una situación de inseguridad creciente.
También se señala que estos eventos pueden dar paso al surgimiento de figuras outsiders, “que se presentan como salvadores frente a un sistema que parece incapaz de proteger a sus propios protagonistas”.
En términos de participación, Guarumo advierte que este tipo de hechos pueden reducir la asistencia a las urnas hasta en tres puntos porcentuales, sobre todo en contextos donde ya existe desconfianza y fatiga democrática.
Los puntos de referencia en la historia
El estudio recuerda casos recientes e históricos que ilustran como atentados contra candidatos han cambiado el rumbo de elecciones. En Colombia, el asesinato de Luis Carlos Galán en 1989, cuando era el favorito en las encuestas, provocó una movilización masiva que terminó con la elección de César Gaviria como su sucesor.
En Brasil, en 2018, Jair Bolsonaro fue víctima de un atentado con arma blanca durante su campaña; su imagen como “víctima de la violencia” reforzó su discurso de seguridad y le dio un impulso definitivo para ganar las elecciones.
En Ecuador, Fernando Villavicencio fue asesinado en 2023; aunque no era el favorito, su muerte reconfiguró el tablero político y permitió el ascenso de Daniel Noboa. Más recientemente, en Estados Unidos, Donald Trump fue protagonista de un atentado en 2024, hecho que reforzó su imagen de fortaleza y lo convirtió en un símbolo de resistencia.
Más allá del atentado en sí, Guarumo advierte sobre un contexto electoral colombiano cada vez más complejo. La firma registra una escalada de violencia política, con al menos 128 actos violentos en lo que va del año, incluyendo amenazas y asesinatos de líderes sociales.
“Las restricciones para hacer campaña en ciertas regiones son cada vez mayores, debido a la presencia de grupos armados, confinamientos forzados y desplazamientos. Departamentos como el Cauca y el Catatumbo son especialmente críticos”, señala la firma.
El informe también alerta sobre factores que distorsionan el debate democrático, como la polarización mediática y digital, la proliferación de discursos extremos en redes sociales, el uso de deepfakes y las campañas de desinformación con herramientas de inteligencia artificial.
A esto se suma el riesgo de una abstención concentrada en zonas rurales con poca presencia institucional, lo que podría provocar una sobrerrepresentación del electorado urbano. Finalmente, se advierte sobre la posible injerencia de actores transnacionales, a través de financiamiento encubierto o presión geopolítica de potencias interesadas en influir ideológicamente en la región.