IVA a etanol y biodiésel pondría en riesgo mezclas de biocombustibles y metas de reducción de emisiones en Colombia

Estos son los impactos que tendría la propuesta de imponer IVA al etanol y al biodiésel, biocombustibles clave para la reducción de emisiones.

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Una fuente del sector energético reveló a Valora Analitik los impactos que tendría para Colombia la propuesta de imponer IVA al etanol y al biodiésel, biocombustibles que hoy juegan un papel crucial en la reducción de emisiones del transporte.

La medida, que busca aumentar la recaudación y desincentivar el consumo de combustibles fósiles (que hace parte del nuevo proyecto de reforma tributaria del Gobierno de Gustavo Petro), podría tener un efecto contrario: encarecer el combustible sin reducir su demanda y, al mismo tiempo, frenar el avance hacia combustibles más limpios.

De acuerdo con la fuente consultada, los biocombustibles son actualmente los mayores responsables de los avances en materia de descarbonización del transporte.

En el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, el Gobierno del presidente Gustavo Petro fijó una meta de mitigar 2,1 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) en el sector transporte.

De esa cifra, el biodiésel y el etanol ya aportan el 62 % de la reducción esperada para todo el cuatrienio, gracias a los mandatos de mezcla que establecen un 10 % de etanol en las gasolinas y un 10 % de biodiésel en el diésel.

“Si sumamos todas las reducciones históricas del transporte, los biocombustibles han contribuido con el 82% de la mitigación. Es decir, son la herramienta más eficaz con la que cuenta hoy Colombia para cumplir sus compromisos climáticos”, señaló la fuente.

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Más impuestos, más emisiones y un freno a las mezclas de biocombustibles

El sector advierte que gravar con IVA al etanol y al biodiésel pondría en riesgo los objetivos de transición energética.

En 2023, cuando la gasolina subió más de $6.000 por galón, se registró una reducción momentánea en el consumo; sin embargo, con el tiempo los hogares absorbieron el mayor costo en sus presupuestos y el consumo volvió a crecer, incluso con un aumento del 2 %.

Esto demuestra, según los expertos, que el precio por sí solo no transforma la matriz energética.

“Si $6.000 por galón no impulsaron un cambio hacia vehículos eléctricos, es muy improbable que un impuesto de $200 o $300 por el IVA lo logre. Lo que sí pasaría es que se encarecería el combustible y se pondría en desventaja a los biocombustibles frente a los fósiles”, explicó la fuente.

Las consecuencias serían claras:

  • Mayor consumo de gasolina y diésel fósil, en detrimento del biodiésel y el etanol.
  • Aumento de las emisiones de GEI, lo que alejaría al país de sus compromisos internacionales de reducción.
  • Imposibilidad de aumentar las mezclas obligatorias, lo cual limita una de las formas más rápidas y de bajo costo para lograr combustibles más limpios.

En palabras del sector, la medida sería contradictoria con las políticas de transición energética que el mismo Gobierno Petro ha defendido como bandera internacional.

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Un impacto en el campo, el empleo y la calidad del aire

Más allá del debate ambiental, el posible IVA también tendría repercusiones económicas y sociales. El sector de biocombustibles en Colombia no recibe subsidios, pero sí incentivos tributarios para estimular el consumo de mezclas superiores.

Gravar al etanol y al biodiésel implicaría reducir la producción nacional y con ello afectar un sector que genera empleo intensivo en zonas rurales, donde se producen las materias primas agrícolas.

La fuente consultada subrayó que cada planta de biocombustibles es en sí misma una reserva energética estratégica para la nación, que alarga la vida útil de las reservas fósiles.

Además, los beneficios no son solo energéticos: el uso de biodiésel y etanol ha permitido mejorar la calidad del aire en ciudades como Bogotá y Medellín, reduciendo la exposición a material particulado que afecta la salud de millones de personas.

De acuerdo con la fuente, la propuesta al Gobierno es clara: en lugar de imponer impuestos que desincentiven el consumo, avanzar en mezclas superiores voluntarias y obligatorias, lo que permitiría reducir la presión fiscal del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, disminuir la dependencia de fósiles y, al mismo tiempo, generar empleo y desarrollo industrial en el campo.

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“Colombia necesita una canasta energética diversa: eléctricos, híbridos, biodiésel, bioetanol, diésel renovable y combustibles sostenibles de aviación. No existe una única solución para la descarbonización, pero sí hay algo cierto: hoy los biocombustibles son el único componente que está aportando de manera contundente a esa meta”, concluyó la fuente.

Con esta visión, el debate sobre el IVA a los biocombustibles no solo toca las finanzas públicas, sino que se convierte en un tema decisivo para el futuro ambiental, social y económico de Colombia.