Por: Mónica Contreras Esper, Presidente de TGI
Poner en el centro de la discusión del país temas como las necesidades que enfrentan los colombianos en términos económicos, los retos ambientales, los desafíos en el sector salud, laboral y pensional, y la obligación de cerrar las brechas en equidad de género, es un privilegio democrático; siempre y cuando obedezca a un ejercicio de co-creación y sea en beneficio de una mejor sociedad y país.
A primera vista pareciera que los temas energéticos son aislados y de un mundo aparte a esta madeja de discusiones. Algo totalmente contrario a la realidad, pues la energía no solo es un factor común al tener una contribución desde lo económico y lo ambiental, sino que también aporta significativamente a lograr un país más incluyente. Uno de los protagonistas para lograr estos cambios es el gas natural, al ser la energía que guiará el camino de la transición y renovación, al permitir cerrar grandes brechas sociales.
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Ningún colombiano tendrá calidad de vida si vive en la pobreza energética, que se entiende como la incapacidad de un hogar para contar con servicios domésticos que satisfagan sus necesidades y que dificulta que haya una participación efectiva en la sociedad.
De acuerdo con el estudio realizado por la firma Inclusión SAS, “el bajo consumo de energía per cápita se ve reflejado en la privación energética como combustible para cocinar, que registra importantes brechas entre clases sociales y por zonas geográficas”. Y agrega dos datos dramáticos: el 70% de la población de Colombia es pobre o vulnerable, y sólo el 60% está conectado a la red de gas.
¿Cómo puede ser Colombia un país equitativo si más del 11% de sus habitantes, alrededor de 5,4 millones de personas, usa leña, madera o carbón para cocinar?
Sumado a este dato no menos importante: son las mujeres quienes terminan siendo las más perjudicadas al ejercer un rol activo en el cuidado del hogar y condenadas a perder su tiempo y exponer su salud al estar detrás de los fogones.
¿Y qué tiene qué ver la pobreza energética y el gas con brindar mayor competitividad, bienestar y equidad de género? No tener acceso ni garantizar una conexión de gas es condenar a un hogar, y a las mujeres, a no vivir dignamente y a incrementar su situación de vulnerabilidad. El gas es un uno de los recursos más valorados hoy en día, indistintamente de la clase económica, la edad o el género.
Vivir conectado a una red de gas puede incrementar las posibilidades de tener regiones más productivas, competitivas y con mayor fuente de ingresos. Por ejemplo, gran parte de la generación de ingresos de hogares colombianos provienen de la informalidad (58% según el último dato del DANE), y el acceso a una fuente de energía descarbonizada es esencial.
Dar un paso adelante en la conectividad de los hogares es abrir la puerta a que mujeres, que se vieron forzadas a una vida en el hogar, a renunciar a sus trabajos o a tener una carga extra para garantizar el cuidado del hogar, tengan una herramienta que les permita mejorar sus condiciones de vida y aprovechar mejor su tiempo para labores productivas.
Aún las mujeres siguen en un estado de vulnerabilidad y desprotección en temas laborales. No solo por la desigualdad salarial, oportunidades de acceso y el hostigamiento sexual, sino que desde la pandemia los registros de desempleo no han dado tregua. Según el Dane, en el último trimestre la tasa de desempleo para las mujeres se ubicó en un 14.1%, mientras que la de los hombres en un 9%.
En TGI trabajamos por seguir haciendo del gas natural un motor de sostenibilidad y la energía de la transición. A medida que logremos un proceso de masificación del gas, tenemos la tarea de ampliar la conectividad a las regiones más apartadas, alcanzar la cobertura en zonas rurales y ayudar a millones de mujeres colombianas a tener prosperidad económica y social.
Impulsar la productividad de los territorios, reducir las emisiones en mediano y largo plazo, proteger el patrimonio ambiental del país y fortalecer el rol de las mujeres desde el hogar, son los impactos que debemos lograr desde el sector energético para cerrar las brechas sociales y de equidad.
De ahí, la necesidad de que estos propósitos queden plasmados en el Plan Nacional de Desarrollo y así reducir la pobreza energética de la mano del gas natural. El llamado es a construir en conjunto una visión de país, en el que todos los sectores participemos y maximicemos las oportunidades, forjando un camino de prosperidad y mejor calidad de vida para los colombianos.