El Instituto de Finanzas Internacionales publicó un reciente informe en el cual explica que la desaceleración de la economía china era algo inevitable pues puntos de presión sobre el sector bancario, disminución y envejecimiento de la fuerza laboral, una menor productividad y los temores de la guerra comercial con Estados Unidos han minado progresivamente la confianza.
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El IIF resalta que, al observar el PIB de China desde un enfoque de producción, el sector industrial (minería, manufactura y servicios públicos) se ha desacelerado.
Así mismo, el sector de la construcción se mantuvo deprimido debido a un colapso en las inversiones en infraestructura. Esto es importante pues juntos, el sector industrial y de la construcción representan un poco más de un tercio del crecimiento de China.
Otra área importante es el sector de servicios, dentro del cual el sector inmobiliario continuó enfriándose y recortando 0,2 puntos del crecimiento del PIB total. En el otro extremo del espectro, el valor agregado por el sector de servicios de tecnologías de la información aumentó un 31% el año pasado.
En el lado positivo, la entidad destaca que, sin embargo, el consumo no ha parado de crecer.
La contribución del consumo al crecimiento del PIB aumentó de 3,9% en 2017 a 5% en 2018, lo que parecía en desacuerdo con la desaceleración de las ventas minoristas y la caída de las ventas de automóviles. Los datos de las encuestas de hogares muestran que el gasto de consumo per cápita de los residentes aumentó un 6,2% el año pasado, 0,8% más que en 2017 y podría continuar con leves alzas este año.
Bajo este panorama, será clave prestar atención a lo qué significa una disminución de la fuerza laboral y una menor productividad laboral para los objetivos de crecimiento de Beijing, el legado de la política del hijo único, los niveles de endeudamiento del país, así como la continuación de las conversaciones comerciales con EE. UU.[/content_control][login_widget]
