Bogotá volverá a vibrar, esta vez bajo el lema “El Futuro es Latino”. El Festival Cordillera afina los últimos detalles para tomarse el Simón Bolívar con un cartel que recorre los sonidos del continente: Rubén Blades, Fito Páez, Carlos Vives, Serú Girán, La Mosca, UB40 y muchos más.
Pero Cordillera no es solo música. Cada edición deja tras de sí una estela de cifras que muestran cómo la cultura también es motor económico. En 2024, el festival recibió 75.000 asistentes, de los cuales 46.150 eran bogotanos y 28.850 visitantes nacionales e internacionales, especialmente de Ecuador, Estados Unidos y Puerto Rico. Este año, los organizadores esperan superar la marca y llegar a 90.000 personas.
El impacto económico es contundente: según el Observatorio de Desarrollo Económico, el festival generó en 2024 alrededor de $59.000 millones para la ciudad.
Solo en gasto individual, los capitalinos invirtieron en promedio $102.000 en comida y bebidas, $34.000 en transporte interno y $40.000 en compras; mientras que los turistas desembolsaron $131.000 en alimentación, $49.000 en transporte, $84.000 en compras y $423.000 en alojamiento.
La rueda de la economía no se detiene ahí. Páramo, la productora, aportó más de $2.000 millones en contribuciones parafiscales en 2024 y espera superar los $2.500 millones este año.
Más de 50 restaurantes facturaron $1.700 millones durante la edición pasada, y este año habrá también 70 emprendimientos reunidos en el mercadito latino.
Empleo y medio ambiente
El empleo es otro de los grandes protagonistas. Con los multiplicadores de la industria de eventos, Cordillera generó el año pasado 16.500 empleos directos, indirectos e inducidos, y si se suma el efecto turístico y comercial, la cifra se eleva a 52.000 puestos de trabajo apoyados.
Todo esto ocurre bajo la sombra de marcas que apuestan por la cultura: Grupo Aval, Old Parr, Club Colombia, Latam Airlines, Compensar, Adidas, ETB, entre otras. Ellas, junto a miles de asistentes, hacen posible que Bogotá se convierta durante un fin de semana en el epicentro latinoamericano de la música y la economía creativa.
En el frente ambiental también se mueven fichas. Catalina Orjuela, directora de sostenibilidad de Páramo, explicó a Valora Analitik que la estrategia del festival se sustenta en cinco pilares: energía renovable; impacto y bienestar; cuidado del agua —con baños secos incluidos—; gestión de residuos; y educación ambiental, ‘fundamental para enseñar a los asistentes la correcta separación de los desechos’.
Y agregó: “Nuestra meta más importante es lograr “residuo cero” al relleno sanitario. Nosotros gestionamos absolutamente todos los residuos: lo aprovechable a través de recicladores, lo orgánico mediante compostaje, y lo que normalmente iría a un relleno sanitario lo transformamos en CDR. Además, otra meta clave es alcanzar el certificado de carbono neutralidad, por el que hemos venido trabajando con mucho esfuerzo”.
Así las cosas, las recomendaciones para los asistentes son escuchar a los eco-guardianes que ayudan con la correcta separación de los residuos, utilizar vasos reutilizables y llevar termos propios para recargarlos en los puntos dispuestos.