El pasado martes, 29 de agosto, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y un importante grupo de empresarios, encabezados por Germán Arce, presidente del Consejo Nacional Gremial y de Asofiduciarias. El encuentro, pospuesto en una ocasión, fue presentado como la puerta de entrada a la posible inclusión del empresariado en lo que Petro ha llamado el “gran acuerdo nacional”.
Durante el 13° Congreso de Asobolsa y la Bolsa de Valores de Colombia (bvc), en Cartagena, Valora Analitik conversó con Arce respecto a sus perspectivas de la reunión con el presidente. También se refirió al trámite de la reforma laboral en el Congreso y de cómo proteger un tejido empresarial como el colombiano, conformado en más del 98 % por micros y pequeñas empresas.
Una de las principales preocupaciones de Arce es que el diálogo trascienda de los discursos de Petro y aterrice en una realidad práctica.
Germán Arce pide repensar estrategias
El martes al término de la reunión, en rueda de prensa desde la Casa de Nariño, la ministra de Trabajo, Gloria Ramírez, dijo una frase que cayó mal entre varios empresarios. “Lo que hay que decir es que el síndrome de la última Coca Cola del desierto se acabó”, aseguró.
Sin embargo, en la conversación con este medio, Arce le bajó el tono a esa declaración. “El comentario de la ministra no refleja el espíritu de la reunión. Ese no fue el tono del presidente ni del sector empresarial. Nosotros estamos trabajando en tener canales abiertos para que podamos discutir con el Gobierno”.
Para Arce, no obstante, es necesario un cambio en el método: “llevamos un año de muchas discusiones y pocos acuerdos. El éxito de la gestión público-privada es la capacidad de llegar a cuerdos que resuelvan los problemas de la ciudadanía. Estamos para participar, pero nos toca repensar las estrategias”.
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En ese sentido, el presidente del Consejo Gremial explicó que, al término del encuentro en la Casa de Nariño, la expectativa es que en un próximo encuentro “seamos capaces de decir si estamos avanzando o no”. Para eso, hace falta “un doliente, un gerente, una contraparte para canalizar la conversación”.
Y ese “doliente” debe ser capaz de responder preguntas sobre el acuerdo nacional que se mantienen desde el pasado 7 de agosto, cuando Petro hizo la invitación. ¿Qué es? ¿Con quiénes serán? ¿Cuándo y cómo se logrará? “Nosotros entendemos que para que al país le vaya bien, al Gobierno y a las empresas les tiene que ir bien”, añadió.
Los temas para avanzar
Germán Arce también explicó que, al momento de la reunión, los 32 gremios del Consejo Gremial definieron una serie de temas para tratar. Uno de ellos fue el de la seguridad y su impacto en las empresas.
En la más reciente encuesta realizada por Invamer, la preocupación por la inseguridad emerge como uno de los desafíos más prominentes en Colombia. En Bogotá, un 79,4 % destacó la inseguridad; en Medellín, aunque en menor medida, un 54,3 % también consideró la inseguridad como una prioridad. Y en Cali, la cifra alcanzó un 69,8 %.
“Hay un problema en los hechos concretos y uno adicional en el impacto de las expectativas de la ciudadanía, de la inversión y en la economía. Decirle al presidente que no es solo garantizar el bien público del orden. El efecto es que se dejan de tomar decisiones de inversiones que la economía necesita. Si no hay una señal clara de las acciones que el Gobierno Nacional está adelantando será muy difícil la reactivación económica”, dijo.
También conversaron sobre los desafíos económicos: “Un país con inflación del 10 % y crecimiento del 1 % es una trampa de pobreza que hay que resolver. Hablemos de qué cosas podemos hacer públicos y privados. El 80 % del PIB lo producen las empresas, entonces nosotros tenemos la responsabilidad de mantener el nivel de actividad económica. Es con nosotros que hay que tener esta conversación”.
Y añadió: “Si no le metemos un empujón a algunos sectores podríamos caer en una trampa estructural de crecimiento bajo e inflación alta”. Esos sectores, dijo, incluyen vivienda, infraestructura, turismo y agro.
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Un escenario frágil
Germán Arce hizo especial énfasis en el papel de las empresas para Colombia, al asegurar que 80 % del PIB en Colombia lo produce el sector privado. Sin embargo, no omite que hay “un tejido empresarial frágil”, por la mayoría preponderante de empresas conformadas por menos de 10 personas.
“Ese imaginario de que los empresarios son multimillonarios es falso. Las empresas son pequeñas unidades de subsistencia y, en muchos casos, familiares. Si uno le pone sobre cargas para esas actividades o genera estímulos para que sean informales, no seremos capaces de traer ese tejido a la estructura forma de la economía”.
Eso pasa, por ejemplo, con la reforma laboral radicada por el Gobierno en el segundo semestre. “Después de un semestre en el que el proyecto naufraga por falta de consensos no hayamos aprovechado esos meses para lograrlos”, afirmó.
Por todo eso concluyó que “hay que meterle pragmatismo: soluciones para los problemas. Y no habrá soluciones perfectas, pero no podemos perder el momento para que haya construcciones colectivas”.
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