La inflación en Estados Unidos registró un repunte en el mes de junio y se ubicó en una tasa anual del 2,7 %, de acuerdo con los datos publicados este lunes 15 de julio por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés).
El incremento rompe con la tendencia a la baja observada en meses anteriores y refleja una combinación de factores estructurales y coyunturales, entre ellos, el impacto inicial de los nuevos aranceles comerciales anunciados por la administración Trump.
Aumento mensual del 0,3 %: energía y vivienda, los más influyentes
En términos mensuales, el Índice de Precios al Consumidor (CPI, por su sigla en inglés) aumentó 0,3 %, lo que representa el mayor avance desde enero de este año. Este dato superó las expectativas del mercado, que anticipaban un incremento más moderado del 0,2 %.
El dato anual también sorprendió a los analistas, al pasar del 2,4 % en mayo al 2,7 % en junio, en un contexto en el que la Reserva Federal busca señales claras para tomar decisiones sobre posibles recortes en las tasas de interés.
Entre los componentes que más presionaron al alza los precios en junio se encuentran la vivienda, que registró un incremento del 0,2 %; la energía, que subió un 0,9 % impulsada principalmente por el aumento en el precio de la gasolina; y los alimentos, con un alza del 0,3 %. Estos tres sectores explican una buena parte de la subida general de precios.
Además del CPI general, también se observó un aumento en la inflación subyacente (core CPI), que excluye los precios más volátiles de alimentos y energía. Esta variable subió un 0,2 % mensual, mientras que en términos anuales se ubicó en el 2,9 %, una décima más que el registro del mes anterior. Este repunte en el índice subyacente es seguido de cerca por la Reserva Federal, ya que suele ofrecer una mejor lectura de las presiones inflacionarias persistentes en la economía.
Uno de los factores que ha comenzado a incidir en los precios al consumidor es el efecto de los nuevos aranceles comerciales impulsados por el presidente Donald Trump, quien busca regresar a la Casa Blanca con una política económica centrada en la protección de la industria local. A partir de junio, varias tarifas comenzaron a aplicarse sobre productos como electrodomésticos, muebles, productos electrónicos y algunos vehículos importados. Aunque su impacto directo en el índice general aún es limitado, economistas advierten que los efectos podrían intensificarse en los próximos meses si se mantienen o amplían estas medidas.
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De hecho, según analistas consultados por Reuters, parte del aumento observado en junio ya refleja un ajuste de precios por parte de empresas que buscan anticiparse a mayores costos en su cadena de suministro. Esto también podría trasladarse al consumidor en productos no arancelados, si las empresas reconfiguran sus portafolios o suben precios de forma generalizada para compensar sus márgenes.
A pesar del repunte inflacionario, los mercados financieros reaccionaron con relativa calma. Los principales índices bursátiles en Nueva York tuvieron leves alzas tras la publicación del informe, mientras que el dólar mostró una ligera apreciación frente a otras monedas. Esta reacción sugiere que los inversionistas aún consideran que la inflación está bajo control y que no se ha desanclado de las metas de la Reserva Federal, que sigue apuntando a un objetivo del 2 %.
En cuanto a la política monetaria, este nuevo dato reduce la probabilidad de un recorte de tasas por parte de la Fed en su reunión de julio. Sin embargo, los analistas de CNBC coinciden en que un posible recorte de 25 puntos básicos en septiembre sigue sobre la mesa, especialmente si los próximos datos muestran una estabilización o nueva desaceleración de los precios.
A corto plazo, se espera que la inflación continúe mostrando una tendencia ligeramente alcista, especialmente si se materializa una nueva ronda de aranceles sobre productos provenientes de Europa, Japón y Sudáfrica, tal como ha sido propuesto por la campaña de Trump. Asimismo, la evolución del mercado laboral, el crecimiento salarial y el comportamiento del consumo interno serán claves para determinar si este repunte es transitorio o marca el inicio de una nueva fase de presiones inflacionarias en la economía estadounidense.