El trámite para obtener la licencia de conducción en Colombia podría experimentar cambios relevantes, derivados de la intención del Gobierno de ajustar el modelo actual y adoptar evaluaciones con estándares internacionales. La propuesta busca implementar pruebas teóricas y prácticas más estrictas, con el fin de garantizar que los aspirantes cuenten con las competencias necesarias para operar un vehículo de forma segura y, en consecuencia, disminuir los índices de siniestralidad vial en el país.
La iniciativa retoma los lineamientos de una resolución expedida en 2017 por el Ministerio de Transporte, cuyo propósito era actualizar los criterios de evaluación para quienes solicitan la licencia por primera vez o requieren un cambio de categoría. Aunque dicha norma no se ha aplicado plenamente, se mantiene como referencia para los debates que hoy involucran a entidades estatales, organizaciones del sector y actores vinculados a la seguridad vial.
Uno de los aspectos centrales de la propuesta es la creación de los Centros de Apoyo Logístico de Evaluación (CALE), concebidos como organismos independientes encargados de realizar pruebas adicionales y verificar que cada aspirante domine los conocimientos técnicos y las habilidades mínimas para conducir. Estos centros complementarían el rol de los actuales Centros de Enseñanza Automovilística (CEA), responsables de la formación inicial.
La Cámara de la Industria de Motocicletas de la ANDI ha manifestado su apoyo a este modelo, argumentando que la participación de un evaluador externo permitiría fortalecer el proceso, especialmente en las categorías relacionadas con motocicletas. Según voceros del gremio, el número de usuarios de este tipo de vehículos y los registros de siniestros asociados hacen necesario un sistema de evaluación más robusto, que identifique con precisión el nivel de preparación de los aspirantes.
El diseño planteado toma como referencia los modelos de países como Canadá, Estados Unidos y varias naciones europeas, donde las pruebas se desarrollan por etapas y solo se aprueba a quienes demuestran dominio teórico y práctico. La idea es adaptar estas experiencias al contexto colombiano para mejorar la calidad de los procesos y elevar los estándares de seguridad.

¿Cómo funcionaría el trámite con el nuevo modelo?
El proceso iniciaría con el registro del aspirante en el RUNT y la obtención del certificado médico emitido por un Centro de Reconocimiento de Conductores. Posteriormente, la persona deberá inscribirse en un CALE para presentar una evaluación teórica compuesta por preguntas aleatorias sobre normas de tránsito, señalización y reacción ante situaciones de riesgo.
Quienes superen esta etapa deberán presentar una prueba práctica que valorará la capacidad de maniobrar el vehículo, la toma de decisiones en condiciones variables y la aplicación de los conocimientos adquiridos durante la formación. Para motocicletas y automóviles de categorías básicas, las pruebas se realizarían en pistas controladas diseñadas para simular distintos escenarios. Para categorías superiores, las evaluaciones se trasladarían a vías públicas, donde el aspirante enfrentaría condiciones reales de circulación.
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De implementarse este modelo, la licencia dejaría de percibirse como un trámite administrativo y pasaría a ser una certificación que solo se otorgaría a quienes superen evaluaciones más completas. Tanto la Agencia Nacional de Seguridad Vial como diferentes gremios coinciden en que esta transformación podría contribuir a reducir la accidentalidad, pues permitiría asegurar que cada conductor cuente con las competencias esenciales antes de recibir el documento.
Para avanzar en esta propuesta, el Ministerio de Transporte deberá definir un cronograma de implementación, los requisitos técnicos y los procedimientos que permitirán poner en marcha el nuevo sistema. El debate continúa abierto, pero la discusión ya anticipa un cambio significativo en la forma en que Colombia evalúa a sus futuros conductores.




