La calificadora Fitch Ratings afirmó que el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, enfrenta serios desafíos fiscales.
“Aunque marca una importante transición política, persisten las incertidumbres sobre el ritmo y la profundidad de las reformas en un momento en que las presiones en cuanto al déficit y la deuda son altas”, explicó.
Mencionó, además, que los desafíos estructurales profundos que están contribuyendo al débil crecimiento, los grandes déficits fiscales y el aumento de la deuda pública general limitan gravemente la flexibilidad de la política del nuevo Gobierno.
Los primeros resultados indican que Bolsonaro fue electo con alrededor del 55 % de los votos válidos emitidos y derrotó por un margen considerable al candidato de izquierda Fernando Haddad, que pertenece al Partido de los Trabajadores.
El impulso de Bolsonaro también ayudó a aumentar el apoyo a su partido de derecha, el Partido Social Liberal (PSL), en las elecciones legislativas celebradas a principios de mes.
“El PSL logró importantes triunfos con la obtención de 52 escaños en la Cámara Baja y se convirtió en el segundo partido más numeroso en el Congreso. El fuerte respaldo electoral a Bolsonaro y su partido podría impulsar el capital político del nuevo gobierno y permitir la construcción de una mayoría legislativa en caso de contar con el apoyo de los partidos de centro”, comentó.
Agregó que aún no está claro qué tan efectiva será la capacidad de la nueva administración para utilizar el período inicial a fin de priorizar y aprobar su agenda económica.
La capacidad del presidente electo para formar una coalición efectiva con el fin de aprobar las leyes económicas clave a principios del período será un indicador temprano importante para el compromiso y la dirección generales de la política económica y el alcance de las reformas que probablemente se aprueben bajo su administración.
La cohesión del equipo económico también será importante, esto incluye los nombramientos del gabinete económico y cualquier cambio en el Banco Central.
Fitch opina que la candidatura de Bolsonaro se desarrolló en medio una agenda en general favorable a los negocios, la cual incluyó la independencia formal del Banco Central, las privatizaciones, la reducción de exenciones fiscales, la simplificación tributaria, la reforma de las pensiones, el cumplimiento de la limitación de gastos y una consolidación fiscal más rápida.
“Sin embargo, los detalles exactos de los planes de su administración para alcanzar estos objetivos son limitados. Para aumentar la tasa de crecimiento potencial de Brasil, probablemente sea necesario implementar reformas estructurales con el fin de mejorar el clima empresarial, liberalizar la economía y desarrollar la infraestructura”, expresó.
La reforma de la seguridad social (más del 40 % del gasto primario) y la adopción de otras medidas para controlar el gasto serán probablemente fundamentales para la consolidación del déficit.
El congreso de ese país continúa fragmentado a pesar del mayor apoyo al partido de Bolsonaro y las reformas estructurales del sistema de pensiones junto con la política fiscal siguen siendo impopulares y han demostrado ser un desafío político.
Fitch ha señalado en varias ocasiones que, sin una reforma fiscal estructural sostenida, las dinámicas de las finanzas públicas y la deuda del gobierno general de Brasil empeorarán.
Una implementación débil de la reforma podría socavar la confianza de los inversionistas, aumentar los costos de endeudamiento público y afectar negativamente a las perspectivas de crecimiento a medio plazo.
El déficit del gobierno general de Brasil es significativamente superior a la mediana de “BB”, en torno al 8 % del PIB en el 2017. Según el escenario base de Fitch, la deuda bruta del gobierno aumentará aproximándose al 80 % del PIB en el 2018 y continuará creciendo en 2019 y 2020 debido a los continuos, aunque menores, déficits primarios.
El crecimiento real del PIB está mejorando, pero es probable que se mantenga apenas por encima del 1% durante el 2018; nosotros pronosticamos que se elevará al 2,2% y al 2,7% en el 2019 y el 2020, respectivamente.
Fitch rebajó la calificación de Brasil en febrero del 2018 de “BB” a “BB-” y cambio las perspectivas de calificación de negativa a estable.