De acuerdo con el Informe de Política Monetaria del Banco de la República, la inflación anual al consumidor deberá comenzar a descender a comienzos del próximo año, un trimestre más tarde que lo previsto en el informe de julio y converger al 3% al final de 2020.
“Esto, debido a presiones temporales no anticipadas provenientes del tipo de cambio. Durante el segundo y tercer trimestres del año se mantuvieron los choques a los precios de los alimentos y los transables que afectaron la inflación”, dice el documento.
Según el texto, estas presiones inflacionarias se produjeron en fenómenos climáticos adversos y por modificaciones temporales asociados con los cambios en el cálculo del impuesto ad valorem a los licores.
“Sin embargo, el impacto de estos sucesos habría comenzado a desvanecerse desde finales del tercer trimestre y contribuirá con una menor inflación en lo que resta del presente año y en el próximo. No obstante, en el presente informe se identificaron presiones adicionales originadas por el aumento reciente de la tasa de cambio, que resultó mayor que el estimado un trimestre atrás. Aunque parte de esta depreciación se estima transitoria, postergó el inicio de la convergencia de la inflación a su meta para principios de 2020”, explica el texto.
El informe añade que, el incremento reciente en la tasa de cambio y su persistencia llevan a estimar una brecha inflacionaria del tipo de cambio real transitoriamente más alta que la prevista en el informe de julio.
“Este informe contempla que las presiones provenientes de la depreciación de la tasa de cambio serían mayores y más persistentes que las contempladas antes. No obstante, irán cediendo en el horizonte de pronóstico”, dijo.
Añade que la inflación básica sin alimentos ni regulados aumentaría hasta el primer trimestre de 2020, pero luego debería descender para ubicarse en la meta del emisor del 3 %.
“La variación anual del IPC de transables ha aumentado gradualmente de la mano del traspaso de la depreciación. Hacia adelante se espera que esta tendencia continúe en niveles superiores a los previstos en el informe anterior. No obstante, cabe resaltar que la transmisión de la tasa de cambio a los precios en la coyuntura actual seguirá siendo relativamente baja frente a episodios anteriores de depreciación”, explica.
Frente al informe de julio, el nuevo pronóstico del IPC de alimentos contempla una normalización más lenta de la oferta de alimentos perecederos y unas presiones cambiarias más fuertes sobre el grupo de los procesados.
“Se sigue esperando una reducción en la variación anual del IPC de alimentos, pero esto debe suceder un trimestre más tarde de lo estimado antes. Los efectos del fenómeno de El Niño continuarán desvaneciéndose a partir del cuarto trimestre de 2019 y la primera mitad del próximo año, al igual que los choques originados en los aumentos de los impuestos indirectos”, reza el informe.
El documento finaliza reafirmando que la proyección de inflación según la más reciente encuesta realizada por el Banco de la República es de 3,81 % para 2019, en 2020 sería de 3,54 % y en 2021 bajaría a 3,28 %. En el informe de julio, dichos valores se ubicaban en 3,54 % a diciembre de 2019 y en 3,31 % y 3,20% a doce y veinticuatro meses.
—