La mayoría de las personas, especialmente los latinos, crecimos con un “mantra” que nos tatuaron en el inconsciente colectivo: “Tener casa no es riqueza, pero no tenerla, ¡sí es pobreza!” … Pero, ¿qué tan cierta es esta premisa que muchas veces ni siquiera nos cuestionamos?
Espero no ser malinterpretado al expresar que esto es FALSO. Pues personalmente soy un enamorado de la propiedad raíz, pero como inversión. Ahora resulta que como tenemos metida en nuestra cabeza esa creencia de que conseguir la casa propia es el equivalente a prosperar, caemos en el error de invertir todos nuestros ahorros y el esfuerzo de nuestro trabajo, en la tarea a veces titánica de conseguir esa casa de los sueños que nos sacará de pobres.
¿Cómo saber si tu casa propia, o la casa que quieres comprar, es realmente un vehículo para tu prosperidad y libertad financiera?
¡Hazle los números! echa bien las cuentas, porque lo que puede ocurrir es que descubras que el retorno que está generando o que va a generar esa propiedad, gracias al canon de arrendamiento que “te estas ahorrando”, es realmente un retorno muy bajo sobre el valor de la inversión.
No necesariamente la casa de tus sueños, es la casa que tienes que comprar. Existen otro tipo de propiedades, no destinadas a vivienda familiar, que pueden darte un mejor retorno. Acá me refiero a propiedades comerciales como oficinas, locales, pequeños apartamentos para la hotelería y el turismo, que ofrecen un retorno por rentas superior al 8% anual.
Revisa cuánto vale la casa en la que vives, descuenta los costos fijos como el mantenimiento, la administración de la copropiedad, el impuesto predial – entre otros- y date cuenta de realmente cuánto está generando esa inversión. Es muy probable que estemos hablando de un 4% anual o en el mejor de los casos, un 6%.
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Ya sé, quizás digas que no importa que el retorno sea bajo, porque es una propiedad y se está valorizando. Pues déjame argumentarte que una propiedad con mejores índices de retorno, también se valoriza, y muchas veces, a niveles más altos que la vivienda familiar.
Es por eso que en mi opinión particular, prefiero tener inversiones inmobiliarias que tengan un retorno sobre la inversión por rentas por encima del 8% y que me generen un flujo de caja suficiente que me permita pagar el alquiler de la casa en la que vivo.
¿Como vivo en alquiler, entonces no tengo casa propia?… ¡obvio no! obvio que tengo casa propia, pero no vivo en ella. Me gusta invitar a ver la inversión inmobiliaria como lo que es: una inversión y no como unos ladrillos que me permiten sentirme seguro en mi “casa propia”. Y le pongo comillas a este “casa propia” porque lo más común es que no tengamos el capital suficiente para pagar esa casa de contado, lo que significa que para comprarla tenemos que acudir a una deuda, con unos costos y tasas altas, lo que en últimas implica que lo que estamos pagando por el crédito inmobiliario, se está llevando no sólo la rentabilidad de la propiedad, sino gran parte de la valorización.
Mejor dicho, termino pagando arriendo por mi casa propia, solo que no a un propietario, sino al banco. Así que ¡sí puedes vivir en la casa de tus sueños!, esa casa que no tienes que comprar, pero que la vas a pagar con las utilidades que generen tus inversiones inmobiliarias.