La Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) anunció una reubicación que reconfiguró el calendario del circuito: el torneo ATP 250 que se celebraba en Belgrado (Serbia), y que servía de vitrina para el tenis local, ha sido trasladado a Atenas (Grecia). La nueva cita se disputará del 2 al 8 de noviembre, con una justificación oficial que habla de “motivos comerciales y estratégicos”.
Sin embargo, el movimiento difícilmente se puede desvincular de una reciente y profunda fisura política que involucra a uno de los tenistas más influyentes del mundo, Novak Djokovic, y al gobierno de su país.
El 18 de diciembre de 2024, Djokovic, considerado uno de los mejores jugadores de la historia, usó su cuenta de la plataforma X para manifestar su apoyo a las protestas estudiantiles en Serbia. Dicho respaldo surgió tras los trágicos incidentes en la estación de Novi Sad, que dejaron un saldo de 15 víctimas fatales y dos heridos. La tragedia provocó una ola de indignación y protestas.
Días después, se detuvo a trece personas, entre ellas funcionarios del gobierno de Aleksandar Vučić, lo que intensificó el clima de tensión. La publicación de Novak Djokovic, aunque no fue un apoyo partidista directo, se interpretó como un gesto contra la gestión del gobierno, tensando una relación que había sido públicamente cercana.
¿Qué significa para Serbia perder el ATP 250?
La salida del torneo de Belgrado representa una clara pérdida económica y simbólica para el desarrollo deportivo en el país balcánico. Un evento de categoría ATP 250, como el de Serbia, tiene un premio en dinero que oscila entre US$650.000 y US$1 millón, y suele generar un impacto financiero importante en la ciudad anfitriona que puede superar los US$25 millones anuales, según estudios de consultoras especializadas.
La edición de 2024, que se disputó en el Centro de Tenis Novak, fue un escaparate para el talento local, con el tenista local Hamad Medjedovic llegando a la final, en un partido que perdió contra Denis Shapovalov, y con el propio Novak Djokovic en las gradas como espectador.
Además, la cancelación del evento es un duro golpe para los tenistas serbios emergentes que ahora pierden una plataforma para sumar puntos y ganar experiencia en casa. Otros torneos de la misma categoría, como el ATP 250 de Sídney en Australia, también sufrieron cambios de sede o cancelación en años recientes, a menudo por razones logísticas o financieras.
Sin embargo, el caso serbio es distinto por el notorio trasfondo político, algo que rara vez se expone en la élite del tenis. La ATP ha mantenido su postura de no interferir en los asuntos internos de las naciones anfitrionas, pero las decisiones de sus organizadores, como la familia de Djokovic, reflejan las circunstancias.
¿Qué pasa cuando la política interfiere con el deporte?
El conflicto público de Novak Djokovic con el gobierno serbio es un claro ejemplo de cómo la política y el deporte pueden colisionar, alterando calendarios, sedes y, sobre todo, la idea de pertenencia.
Un caso comparable en la historia reciente es el de la tenista bielorrusa Aryna Sabalenka, quien en ocasiones tuvo que evadir preguntas sobre su país debido al conflicto geopolítico que atraviesa. El caso de Djokovic, sin embargo, es aún más simbólico, pues, tras ganar el oro olímpico en París 2024, el tenista de 38 años no ha vuelto a su país.
A pesar de ello, su victoria le permitió al tenista serbio obtener una “Golden Visa” griega, un tipo de permiso de residencia que se otorga a inversores o individuos de alto patrimonio. La inversión inmobiliaria mínima para obtener este visado en Atenas, por ejemplo, es de 500.000 euros y le permite a Djokovic residir en Grecia hasta por cinco años.
Este beneficio, sumado a sus recientes declaraciones, ha fortalecido la narrativa de una ruptura con la administración de Vučić. Aunque el gobierno lo defendió en 2022 durante su conflicto con Australia por el tema de la vacunación, esta nueva dinámica demuestra que las alianzas en la política y el deporte pueden ser frágiles y son un “conflicto de intereses» permanente.
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La mudanza del torneo de Belgrado a Atenas no es simplemente un cambio de logística, es, además, una declaración que evidencia el costo de la disidencia del tenista con Vučić.