La Superintendencia de Sociedades ha presentado un informe detallado sobre el gobierno corporativo de los 34 clubes del fútbol colombiano, revelando una significativa y creciente influencia del capital internacional en la administración de las sociedades anónimas deportivas.
El análisis, basado en la totalidad de las organizaciones requeridas, destaca que 17 clubes registran situaciones de control o de grupo empresarial. De estos, el poder no solo está en manos de personas naturales (11 sociedades), sino que 6 clubes están bajo el control de matrices extranjeras.
El informe resalta una presencia de inversionistas extranjeros en equipos como Deportivo Pereira, Atlético Huila, América de Cali, La Equidad, Millonarios, Real Soacha Cundinamarca y Fortaleza. La conversión de los clubes a sociedades anónimas ha facilitado este acceso de capital, un proceso que, según la Supersociedades, ha sido favorable para la evolución del gobierno corporativo.
Esas inversiones provienen de países como Estados Unidos, Panamá, Ecuador, Canadá, España y Uruguay.
El Superintendente Billy Escobar afirmó que “las estructuras adecuadas de gobierno corporativo son fundamentales porque fomentan la transparencia, la rendición de cuentas y la ética”, principios esenciales para la sostenibilidad bajo cualquier régimen de propiedad.
El universo accionario abarca 6.837 accionistas en total. Aunque el 52,9% de los clubes del fútbol colombiano reporta tener entre 5 y 10 accionistas, señalando una alta concentración de la propiedad, la vinculación de accionistas minoritarios es notable en los clubes grandes.
Top 10 clubes con mayor número de accionistas en Colombia:
- Azul & Blanco Millonarios FC S.A.: 4.393 accionistas
- América de Cali S.A.: 587 accionistas
- Cortuluá Fútbol Club S.A.: 343 accionistas
- El Equipo del Pueblo S.A. (DIM): 273 accionistas
- Club Deportivo La Equidad S.A.: 249 accionistas
- Once Caldas S.A.: 226 accionistas
- Independiente Santa Fe S.A.: 176 accionistas
- Deportivo Pereira F.C. S.A.: 147 accionistas
- Club Deportes Tolima S. A.: 117 accionistas
- Cúcuta Deportivo Fútbol Club S.A.: 102 accionistas
Por otra parte, la administración interna de los clubes se debate entre el modelo familiar y la necesidad de profesionalización que demanda el capital extranjero. El 52 % de las sociedades se identifica como empresas de familia. De estas, el 66.7 % se encuentra en la primera generación.
El principal riesgo para la perdurabilidad y estabilidad es que solo el 38 % cuenta con un plan de sucesión, un déficit crítico que compromete su futuro frente a los estándares de gestión del capital.
En las Juntas Directivas, la composición se ajusta a las recomendaciones de la Supersociedades: el 62 % cuenta con 5 miembros principales y el 35 % con 3, números impares ideales para evitar bloqueos.
Sin embargo, la concentración de poder es evidente: en el 73,5 % de los casos, el representante legal es también miembro de la JD, y en el 55,9 % ocupa la presidencia. Este doble rol ejecutivo y supervisor compromete la independencia y es una práctica que los inversores institucionales suelen evitar.
El perfil de los dirigentes recalca la prioridad financiera: el 47,1 % cuenta con formación en ciencias económicas y contables. Este dato supera ampliamente la participación de profesionales en ciencias de la salud y deporte (11,8 %) y abogados (11,8 %), reflejando que la toma de decisiones se enfoca en la gestión de recursos más que en la experticia técnica deportiva. El liderazgo se concentra en la edad: el 79 % de los miembros principales tiene 46 años o más, mientras que solo el 2,9 % es menor de 35 años, evidenciando una brecha generacional.
La deuda pendiente de los clubes: La rendición de cuentas
A pesar de la evolución corporativa propiciada por el ingreso de capital extranjero y la supervisión estatal, el informe identifica una deficiencia crítica en la rendición de cuentas: el 64,7 % de los clubes no evalúa su junta directiva. La Supersociedades califica esta evaluación como fundamental para la toma de decisiones y la alineación estratégica.
El 73,5 % de las JD tiene un periodo de mandato de 4 años o más, una estabilidad temporal que, sumada a la ausencia de evaluación formal (64.7% de los casos), sugiere que la cúpula directiva opera con baja presión de rendición de cuentas sobre su desempeño.
Para contextualizar, esta falta de evaluación contrasta con el 61,8 % de los clubes que sí han implementado comités de apoyo a la junta, mostrando que, si bien hay una voluntad de delegar la supervisión en áreas específicas, existe una resistencia a someter a examen al órgano de dirección principal.
El 47,1 % de las juntas se reúne mensualmente, lo que demuestra una actividad constante en la gestión, pero sin un mecanismo formal de medición de su eficacia.
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Mientras el fútbol colombiano avanza en la atracción de capital extranjero (6 matrices controladoras) y una profesionalización de perfiles (casi la mitad de los directivos son economistas), la falla en la evaluación de juntas directivas (64,7 %) lo sitúa por debajo de los estándares de países con ligas más institucionalizadas, donde la revisión periódica del desempeño de los órganos de gobierno es un requisito clave para la transparencia y la continuidad de las inversiones de capital foráneo.