Según datos recientes del sector aeronáutico colombiano, entre enero y octubre de 2025 los aeropuertos con mayor tasa de impacto de aves en el país son Montería, Armenia, Barranquilla y San Andrés. Así mismo, por su impacto en la operación aérea se destacan Bogotá, Medellín (JMC) y Cartagena.
La mayoría de estos eventos se concentra en los meses de mayor actividad migratoria (marzo, abril, septiembre, octubre y noviembre).
Adicionalmente, en línea con el comportamiento observado por la Oaci y la Administración Federal de Aviación (FAA), se estima que cerca del 90 % de los choques con fauna ocurren durante las fases de despegue o aterrizaje sin generar daños mayores; no obstante, su potencial es considerado “imprevisible y catastrófico”.
En ese sentido, el marco regulatorio nacional establece que los operadores aeroportuarios deben implementar planes de gestión de fauna, enfocados en la identificación de especies, el monitoreo de comportamientos y la aplicación de medidas de control.
La efectividad de estos programas depende, en buena parte, de la articulación con las entidades territoriales responsables del ordenamiento y manejo ambiental alrededor del entorno aeroportuario.
Expertos consideran que reforzar las estrategias de mitigación de fauna en los aeropuertos del país es una tarea urgente, especialmente en las zonas aledañas y en las trayectorias de aproximación y salida de los vuelos.
Si bien las aerolíneas aplican protocolos de seguridad ante estos eventos, explican que el control de las fuentes que atraen aves como cuerpos de agua, basureros o mataderos, requiere una gestión coordinada entre la Aeronáutica Civil, las autoridades ambientales y los gobiernos locales.
En ese sentido, concluyen que cumplir de forma estricta los programas de peligro aviar, y garantizar un manejo adecuado del entorno aeroportuario, son pasos esenciales para reducir los riesgos que enfrenta la aviación nacional y garantizar la seguridad de los viajeros que encuentran en la aviación.




