La inversión en Colombia, en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), cayó hasta el 18,4 % en 2020 y desde entonces no ha logrado ubicarse en los niveles superiores al 20 % que mostró las décadas anteriores.
Aunque la tasa de inversión intentó recuperarse en 2021 y 2022, en los últimos dos años mostró una tendencia a la baja. De hecho, en 2024 llegó al 16,5 %. Lo anterior sería producto de una caída en el ahorro doméstico como porcentaje del PIB, que ha seguido una tendencia descendente, al pasar del 16,1 % en 2019 al 13,8 % para 2024.
Un informe del centro de investigaciones económicas ANIF advierte que la insuficiencia de ahorro interno ha limitado la recuperación de la inversión tras la pandemia, pues este permite movilizar recursos hacia sectores como infraestructura, educación o innovación tecnológica, los cuales fortalecen la productividad y competitividad en el largo plazo.
“Esta insuficiencia de ahorro interno ha tenido implicaciones claras sobre la capacidad de financiar inversión productiva y, en consecuencia, ha retrasado la recuperación de la formación bruta de capital fijo tras la pandemia”, señaló en el documento.
Además, según los expertos, el ahorro contribuye a reducir la dependencia de fuentes externas de financiamiento, por lo que disminuye la vulnerabilidad frente a choques financieros internacionales. También desempeña un papel en la estabilidad macroeconómica, al ofrecer un colchón frente a periodos de incertidumbre y facilitar la implementación de políticas económicas contracíclicas.
“El ahorro es un componente esencial para el crecimiento y la estabilidad económica, especialmente en economías emergentes como la colombiana. Más allá de representar la simple acumulación de ingresos no consumidos, el ahorro actúa como un motor para la inversión productiva”, explicó ANIF en el informe.
Según el centro de investigación, la debilidad en el ahorro interno persiste si se compara con otros países de la región. En 2023, el ahorro bruto en Colombia representó el 12,7 % del PIB, la cifra más baja entre las seis principales economías de América Latina. En contraste, México, Perú y Chile registraron tasas cercanas al 19 %, mientras que Brasil y Argentina mantuvieron niveles superiores al 15 %.
Finalmente, ANIF advirtió que este bajo nivel de ahorro ocurre en un entorno marcado por la alta informalidad del mercado laboral, que en 2024 alcanzó el 57,1%. Esto significa que 57 de cada 100 trabajadores no realizan aportes al sistema de seguridad social, “lo que no solo afecta su capacidad de ahorro, sino que además los deja sin protección económica para la vejez”.