Cambio climático será clave para definir el futuro de los mercados financieros

- Publicidad - Bill Gates, Warrent Buffet, Jeff Bezos, Larry Fink. Son nombres que se escuchan a diario por estar en la lista de los hombres más ricos y poderosos del mundo. Pero poco se sabe de las cosas que hacen para enfrentar uno de los problemas más graves que ha enfrentado la humanidad en […]

Cambio climático será clave para definir el futuro de los mercados financieros

Bill Gates, Warrent Buffet, Jeff Bezos, Larry Fink. Son nombres que se escuchan a diario por estar en la lista de los hombres más ricos y poderosos del mundo. Pero poco se sabe de las cosas que hacen para enfrentar uno de los problemas más graves que ha enfrentado la humanidad en toda su historia: el cambio climático.

Larry Fink, CEO de Blackrock -el fondo de inversión más grande del globo- ha sido criticado en el pasado por activistas y otros fondos de inversión de ignorar el cambio climático en el manejo de los recursos de sus clientes.

Fink –que administra $6,3 billones en activos de terceros- ha dicho en varios comentarios este año que el clima hace parte de sus prioridades en la asignación de capital y que está tomando acciones para manejar las inversiones lejos de las empresas que no se esfuerzan por reducir sus factores contaminantes en sectores como el petróleo, el gas y la industria.

Por eso, BlackRock les está exigiendo a las empresas en las que invierte publicar reportes alineados con los estándares de la Sustainability Accounting Standards Board (SASB) o similares con el fin de verificar si siguen siendo elegibles para ser parte del portafolio de inversiones.

Expertos han señalado que temas como las mejoras en el Gobierno Corporativo y los efectos de las compañías en el cambio climático podrían representar una importante reasignación de capitales en los próximos años.

Amazon, que es liderada desde los años 90 por Bezos, lanzó en el año 2019 la denominada “promesa climática” mediante la cual buscará alcanzar los objetivos del Acuerdo de París 10 años antes de lo previsto. Uno de los objetivos de la empresa es operar con energía 100% renovable para el año 2030.

A su turno, Bill Gates ha dedicado los años recientes de su vida y miles de millones de dólares para encontrar una solución sostenible para los desechos humanos que contaminan las fuentes de agua y cuestan millonarios recursos a los países. Así se evidencia en el documental sobre su vida lanzado por Netflix este año. Gates recibió un aporte de US$36 mil millones (sí, leyó bien la cifra) por parte del millonario Warren Buffet para su fundación que trabaja en iniciativas por el ambiente y la salud.

Esa es la magnitud del impacto que está teniendo el cambio climático en todos los aspectos de la vida y, por supuesto, en los mercados financieros, que al final del día terminan repercutiendo en todos los ciudadanos a través de las tasas de interés y los rendimientos de las inversiones.

En su más reciente reporte sobre el cambio climático, el Foro Económico Mundial advirtió que, por primera vez en la historia, “todos los principales riesgos a largo plazo en el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial son ambientales”.

Grafico riesgos globales

En la próxima década, una potencial catástrofe climática representa la amenaza más grave, según su informe 2020. Y llamó la atención sobre que “la economía mundial está en riesgo de estancarse ya que el cambio climático ya está golpeando más de lo esperado”.

En ese mismo reporte se advierte que, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para cumplir los objetivos de adaptación de 2030, los países en desarrollo necesitarán hasta US$300 mil millones adicionales anualmente y no hay certeza de cómo se va a financiar esa inversión.

Ya desde febrero de 2018, la firma S&P Global Indices planteaba la necesidad de redireccionar las inversiones hacia empresas con eficiencia en carbono y advertía que “una cartera pura, sin restricciones y eficiente en carbono supera el rendimiento de una cartera sin eficiencia en carbono, así como el rendimiento absoluto de su benchmark”.

Esa firma tiene índices de sostenibilidad desde hace una década basados en las empresas más grandes del mundo –también por regiones- entre las que se encuentran Microsoft, Alphabet (dueña de Google), Nestlé y Bank of America. En el ámbito regional, cuenta con el índice Mila Pacific Alliance Index en el que están compañías como Bancolombia, Cemex y Souther Copper Corp. Esta última, a pesar de producir minería intensiva ha logrado altos estándares de sostenibilidad para ingresar a índices como el de S&P.

Otro caso relevante se dio en octubre de 2017 cuando el banco francés BNP Paribas anunció que dejaría de tener en su portafolio de negocios a las empresas cuya actividad comercial principal fuera la exploración, producción, distribución o comercialización de petróleo y gas. Además, que dejará de financiar con sus recursos a proyectos que estuvieran involucrados en la contaminación del Ártico.

El caso colombiano
Las metas del Acuerdo de París -firmado en 2015 por 195 países- fueron establecidas como voluntarias y, por ende, menos exigentes, lo cual no impuso a esos firmantes unas metas con estímulos o sanciones para cumplirlas.

El Gobierno de Colombia ha avanzado en varias iniciativas para enfrentar el cambio climático. Pero más allá de hacerlo para cumplir las metas de Acuerdo de París se vio obligado a hacerlo para enfrentar los impactos que ya vivió en años recientes.

Entre 2010 y 2011 el país sintió el impacto de los efectos en el cambio climático. El Fenómeno de La Niña (lluvias por encima de lo normal) llegó en dos temporadas consecutivas con todo su poder destruyendo vías y puentes, inundando poblaciones, provocando derrumbes y dejando bajo el agua miles de hectáreas de cultivos.

De acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación (DNP), el 90% de las emergencias naturales reportadas por la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) para el periodo 1998-2011 se relacionan con cambios climatológicos. El Fenómeno de la Niña 2010-2011 dejó a 2.3 millones de personas damnificadas y 869.032 afectados en 1.061 municipios colombianos, una cifra combinada equivalente al 7% de la población nacional.

Según los cálculos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los daños generados por esa ola invernal ascendieron a $11,2 billones de pesos colombianos, equivalentes al 2% del PIB de Colombia en 2011. Esa cifra equivale a US$5.900 millones a la tasa de cambio promedio de la época.


La estrategia: ¿incentivos o castigo?
Colombia estableció el llamado impuesto nacional al carbono buscando desincentivar el uso de los combustibles fósiles e incentivar mejoras tecnológicas para su uso más eficiente.

El Gobierno dijo que esto responde a los compromisos que el país asumió en el marco del Acuerdo de París y establece el pago de una tarifa relacionada con el contenido de carbono. El impuesto se paga desde 2017 con una tarifa de $15 mil pesos colombianos (unos US$4,5 a la tasa de cambio actual) por cada tonelada de CO2 generada por la combustión de los combustibles por parte de las empresas.

Pero, a pesar de los avances, Colombia no tiene todavía incentivos específicos para dejar exentas de impuestos a las empresas que se esfuerzan por ser neutrales en emisiones de carbono.

Sin embargo, sí hay beneficios e incentivos tributarios. Tal es el caso del descuento tributario -contenido en el artículo 255 del Estatuto Tributario, mediante el cual se les otorga a las empresas el derecho a descontar del Impuesto sobre la Renta el 25% del valor de las inversiones realizadas en control, conservación y mejoramiento del ambiente.

Otro paso que dio Colombia fue que desde 1997 declaró la prohibición de los gases refrigerantes contaminantes como un primer paso para avanzar hacia la reducción de la contaminación, pero también hacia la mejora en la eficiencia desde los hogares.

En octubre de 2019, la Corporación Ambiental Empresarial (CAEM) que forma parte de la Cámara de Comercio de Bogotá reveló que el sector industrial colombiano lanzó el compromiso recientemente de reducir entre tres y nueve toneladas de CO2 hacia el año 2030.

A su turno, sumando a los esfuerzos del sector privado, el Ministerio de Minas y Energía avanzó satisfactoriamente en cumplir su meta de adjudicar 1.500 megavatios (Mw) de energía limpia renovable no convencional hasta 2022 luego de completar la subasta en la que adjudicó contratos por 2.200 megavatios.

Con esa subasta, el país busca mejorar todavía más una matriz energética que se ubica entre las más limpias del mundo. De acuerdo con un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, a diciembre de 2018, la capacidad instalada de generación en el Sistema Interconectado Nacional fue de 17.312 Mega-watts (MW).

De esta capacidad instalada, el 68,4% correspondió a generación hidráulica, casi el 30% a generación térmica (13,3% con gas natural, 7,8% con combustibles líquidos y 9,5% con carbón) y aproximadamente el 1% con Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER) (eólica, solar, y biomasa). Esta última subirá hasta aproximadamente al 10% en los próximos años, según cálculos del Gobierno.

Matriz capacidad de generacion electrica

El ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, le dijo a Valora Analitik que Colombia viene preparándose desde hace más de 15 años en temas de adaptación y prevención al cambio climático, al tiempo que ha liderado el acuerdo de los países para llegar a la neutralidad en las emisiones de carbono hacia el año 2050.

Entre esas estrategias, dijo, se adelantan programas para, por ejemplo, reforestar las áreas que se han dedicado a la ganadería extensiva que ha tenido históricamente alto impacto en la pérdida de área forestal y de emisión de gases efecto invernadero.

El Gobierno de Colombia, a través del programa Colombia Productiva, está contribuyendo con las empresas de sectores como el industrial, el minero y el de alimentos y bebidas para aportar en la reducción de la contaminación, así como en el uso más eficiente de la energía.

Camilo Fernández de Soto, presidente del programa Colombia Productiva, dijo que la meta nacional es reducir 1,52 millones de toneladas de CO2 equivalente para el año 2030 y que la iniciativa de eficiencia energética con las empresas aportará en la reducción de 3.800 toneladas de CO2 equivalente y de 9.000 MegaVatios de energía por hora (MWh/h) al año.

Los mercados financieros en Colombia y su papel en el cambio climático

Una búsqueda básica a través de internet (tecleando el nombre de las principales comisionistas de bolsa en Colombia más la palabra sostenibilidad) deja ver que solo algunas pocas de ellas están implementando inversiones basadas en empresas o proyectos con vocación sostenible.

Entre ellas se cuentan las firmas Corredores Davivienda (del Grupo Bolívar dueño del banco Davivienda), Valores Bancolombia (del Grupo Bancolombia), LarrainVial (nacida en Chile), Alianza Valores (del Grupo Delima y Australis Partners) y Acciones y Valores (independiente).

Pero también se evidencia que la mayoría de las opciones que ofrecen como inversiones sostenibles con el ambiente son edificios o proyectos inmobiliarios y no inversiones detalladas en empresas con bajas emisiones de carbono como sí lo plantean específicamente entidades como BlackRock o S&P Dow Jones Indices.

La Bolsa de Valores de Colombia (bvc) explicó a Valora Analitik: “No tenemos una política definida sobre este tipo de inversiones, pero a través del reconocimiento IR promovemos una mayor transparencia que incluye sostenibilidad. Además, sí estamos revisando el tema de la política con el área de emisores y este año en los premios (anuales) incluimos una categoría de sostenibilidad”.

En su presentación corporativa, la bvc revela que en el año 2019 unas 32 empresas que están listadas en el mercado de valores cumplieron con los compromisos de responsabilidad corporativa.

De esas 32:

– 27 fueron incluidas en el reporte de GRI que se dedica a elaborar reportes de sostenibilidad desde 1997
– 25 fueron destacadas por aportar hacia las Metas de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas
– 11 están incluidas en los índices de sostenibilidad de la firma Dow Jones.

De su parte, el presidente de la Asociación de Comisionistas de Bolsa de Colombia (Asobolsa), Jaime Humberto López, dijo que “como asociación pertenecemos activamente a dos mesas de trabajo del sector financiero: Protocolo Verde Ampliado y el Task Force de Inversión Responsable, las cuales buscan crear más conciencia de la importancia de sostenibilidad, cambio climático, gobierno corporativo, etc”.

Con ello, dijo, se busca crear más conciencia de nuestros afiliados en esta materia.

No obstante, advirtió que las firmas afiliadas y que operan en la Bolsa de Colombia “no tienen una política oficial única”, sin embargo, el interés en estos temas cada vez cobra más relevancia en las decisiones de inversión.

Finalmente, Julián Mejía, vicepresidente Técnico y Financiero de la Asociación Colombiana de Fiducias (Asofiduciarias) indicó a Valora Analitik que “algunas entidades vienen trabajando en temas de sostenibilidad en sus productos y como gremio estamos empezando a trabajar en la materia. Es un tema naciente en la industria”.

Los fondos de pensiones colombianos también están trabajando en este tema del cambio climático, pero no hay aún una política unificada al respecto.

Las comisionistas de bolsa, las fiduciarias y los fondos de pensiones son los principales administradores de recursos del público en el mercado local de valores.

A noviembre de 2019, las fiduciarias administraban $620 billones de pesos colombianos; las comisionistas de bolsa tenían la administración en patrimonio de $31 billones de pesos colombianos; y, los fondos de pensiones totalizaban $274 billones de pesos colombianos.

Entonces, el mercado nacional tiene un gran reto para ponerse a la par de otros más desarrollados como el de Estados Unidos en donde, con el objetivo de tener una política clara de manejo de activos financieros de la mano de su impacto climático. De no hacerlo a tiempo, Colombia podría ver afectadas no solo sus propias metas de impacto en el ambiente, sino también la rentabilidad de los inversionistas tomando como antecedente que los grandes fondos de inversión podrían ejecutar una importante reasignación de capital.

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