En Colombia, las microempresas y pymes continúan enfrentando grandes retos para acceder a financiamiento. La falta de historial crediticio, las garantías insuficientes y las altas tasas de interés han limitado sus posibilidades frente a la banca tradicional.
Según el último reporte de inclusión financiera de Banca de las Oportunidades –programa del Gobierno Nacional–, apenas el 14,8 % de las microempresas cuenta con crédito vigente, mientras que, en las grandes empresas, la cifra llega al 81,9 %. Esto ha llevado a que, cada vez más, las compañías exploren otras alternativas.
De acuerdo con el informe Fintech Snapshot – Factoring y Confirming 2025 de Colombia Fintech, durante 2024 se financiaron $5,8 billones, con un aumento del 51 % en el número de empresas pagadoras que utilizan estos servicios, y un crecimiento del 9 % en proveedores financiados. Para el cierre de 2025 se proyecta un incremento superior al 20 %, alcanzando los $7 billones en financiamiento a través del factoring.
Según Juan Fernando Jaramillo, country manager de Klym y experto en factoring, el contexto actual ha llevado a que las empresas, en especial las de menor tamaño, busquen fuentes de financiamiento no tradicionales. “Las pymes encuentran mayores barreras para acceder a crédito bancario, les exigen requisitos estrictos y los tiempos de aprobación son muy largos para la necesidad que tienen. Es por ello por lo que el factoring, en muchos casos, se convierte en la opción más atractiva y accesible para el empresario, debido a que es rápida y flexible, al apalancarse en la solvencia de los clientes pagadores y no en el historial de la empresa”.
El factoring como alternativa más flexible
Sin embargo, de acuerdo con el directivo, la elección entre crédito o factoring depende de la naturaleza de la necesidad. En este sentido, el crédito bancario puede ser una buena opción cuando las empresas requieren recursos para proyectos con retornos a mediano o largo plazo, especialmente si cuentan con un historial sólido y flujo de caja estable, pues puede resultar más eficiente en términos de tasa. Estos préstamos permiten acceder a montos fijos con plazos definidos, aunque exigen soportes financieros, garantías reales o personales.
El factoring, en cambio, suele ser la alternativa más conveniente y flexible para empresas en crecimiento, especialmente cuando el objetivo es invertir en inventario, cubrir gastos operativos o enfrentar pagos inmediatos mientras los clientes les pagan a 30, 60, 90 o hasta más días. Esto se debe a que esta modalidad permite anticipar el cobro de facturas, obteniendo liquidez inmediata sin necesidad de acudir a garantías tradicionales.
El experto concluyó que el factoring, al gestionarse digitalmente, ofrece agilidad, flexibilidad y control sobre qué facturas ceder y cuándo, facilitando el flujo de caja y la planeación financiera. Además, mejora indicadores y abre puertas a futuros créditos mayores, convirtiéndose en una herramienta estratégica para pymes que buscan construir historial crediticio.
No obstante, al elegir entre factoring o crédito tradicional, las empresas deben considerar factores internos como el uso de recursos, las deudas y el flujo de caja, así como factores externos como las tasas de interés, las condiciones del mercado, la solidez de los clientes y los plazos de pago, con el fin de asegurar un crecimiento sostenible.