Este año, la economía global crecería un 2,6 %, una cifra inferior al promedio del 3,7 % registrado entre 2011 y 2019, el período posterior a la crisis financiera global y previo a la pandemia, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF).
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La asociación de empresas financieras atribuyó esta proyección, que no sugiere propiamente una recesión global, a señales macroeconómicas menos favorables y de políticas fragmentadas. Además, se incorporó la creciente prima geopolítica tras la escalada del conflicto entre Israel e Irán en junio.
En particular, se espera que Estados Unidos crezca solo un 0,3 % en 2025, en una base de comparación del cuarto trimestre. Por otra parte, la zona del euro y Japón crecerían un 0,7 % y un 0,1 %, respectivamente.
En China, el impulso sería del 4,7 % y se mantendría principalmente a través de estímulos políticos y demanda externa, no por una recuperación doméstica amplia.
Mientras tanto, se proyecta que los mercados emergentes fuera de China crezcan un 3,2 %, disminuyendo desde el 3,8 % en 2024, quedando por debajo de sus normas previas a la pandemia.
El IIF también incluye proyecciones para Colombia. Este año, el Producto Interno Bruto (PIB) se expandiría un 2,4 % y el próximo un 2,7 %. Respecto a otros países de Latinoamérica, el resultado de 2025 lo lideraría Argentina (5,4 %), seguido de Perú (3,1 %) y Brasil y Chile (ambos con 2,5 %).
Flujos de capitales se reducirían respecto a 2024
El IIF reveló que en este contexto económico se espera que los flujos de no residentes hacia los mercados emergentes excluyendo China alcancen los US$847.000 millones en 2025, una ligera disminución respecto a los US$862.000 millones en 2024.
“Sin embargo, este modesto declive subestima la debilidad subyacente: si se excluyen a Argentina y Ucrania, donde los flujos están dominados por la asistencia oficial, y a Hungría, donde los efectos de clasificación distorsionan los números de IED, la caída en los flujos de no residentes superaría los US$80.000 millones”, detalló el gremio.
Respecto a China, se espera que continúe atrayendo pequeños flujos de capital, aunque restringido por incertidumbres internas y un apetito de inversor moderado. Por su parte, EE. UU. sigue siendo central para los flujos de capital, aunque el aumento de aranceles, la desviación fiscal y el riesgo geopolítico alimentan la incertidumbre.
También se proyectan amplias divergencias entre regiones y clases de activos. Por ejemplo, los mercados emergentes fuera de China parecen estar relativamente mejor posicionados para beneficiarse de la reelección global de portafolios. Además, las brechas de tasas reales y el comportamiento de las divisas impulsan el carry de los mercados emergentes.
Según el IIF, la inversión extranjera sigue siendo un ancla confiable y se mantiene estable en grandes economías como India y Brasil, mientras que los flujos de portafolio están rebotando cautelosamente en medio de una selectividad de riesgo incrementada.
Lo anterior se debe a que los flujos de capital continúan, pero son cada vez más selectivos. En su informe, el instituto destacó que los inversores ahora priorizan la claridad macroeconómica, la resiliencia institucional y la credibilidad de las políticas.
“Si bien el crecimiento persiste, sus impulsores están cambiando, los riesgos son mayores y los marcos que guiaron los flujos de capital en el ciclo anterior se han debilitado. La era de ciclos sincronizados y un optimismo generalizado hacia los mercados emergentes ha dado paso a la fragmentación”, indicó el gremio.
Finalmente, el instituto advirtió que la creciente tensión geopolítica en Medio Oriente agrava la volatilidad del comercio, la inflación y los flujos de capital. Después de todo, los flujos de capital siguen siendo sensibles a las fluctuaciones en los rendimientos de EE. UU., los movimientos del dólar y el ruido político en jurisdicciones clave de mercados emergentes.
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