La historia de Moses Swaibu, un exjugador inglés que pasó de ser un engranaje en una organización criminal a un colaborador de la Premier League y la FIFA, es un testimonio de cómo el crimen organizado opera en las entrañas del deporte.
Tras ser condenado a 16 meses de prisión por amañar partidos, Swaibu logró recaudar hasta 5,8 millones de euros en apuestas. Su experiencia, narrada en su libro «Arreglado» y un pódcast galardonado, muestra la estructura de las mafias, la tentación y el camino de la redención.
Su primer contacto con el amaño de partidos se produjo en 2011, cuando tenía 19 años y jugaba para el Lincoln City de Inglatera. Un hombre ruso le ofreció una bolsa con 60.000 euros en efectivo a cambio de amañar un partido, pero Swaibu rechazó la propuesta en ese momento.
La situación cambió en 2012, mientras vestía la camiseta del Bromley en la Sexta División, pues fue un compañero quien le propuso la idea. El grupo criminal necesitaba a cinco jugadores del equipo y, tras una reunión en el hotel May Fair, un lugar de lujo en el centro de Londres, Swaibu y otros futbolistas aceptaron.
La petición fue específica: conceder dos goles antes de los 45 minutos del partido. El resultado final del cotejo contra el Eastbourne Borough fue una derrota por 3-0 para el Bromley. La persona detrás de esta operación era Dan Tan, un singapurense considerado el líder de una de las mayores organizaciones de amaño de partidos del mundo.
Las comisiones de Swaibu por cada partido amañado aumentaron de 20.000 a 150.000 euros. El dinero le permitió llevar un estilo de vida de lujo, paseándose por Londres en un Ferrari y sintiéndose «intocable». En 2013, cuando se unió al Sutton United, fue contactado por otra organización, sin embargo, este grupo estaba bajo la vigilancia de la Agencia Nacional contra el Crimen (NCA), y todos los implicados fueron arrestados durante una reunión en un restaurante para acordar un amaño. Este fue el final de su carrera criminal.
¿Cuál fue la condena que recibió Swaibu?
Swaibu fue juzgado y condenado a 16 meses de prisión y, aunque solo pasó 4 meses tras las rejas, ese tiempo tuvo un impacto transformador en su vida. En sus propias palabras: “fue lo más duro que le tocó vivir”, describiendo un ambiente de «violencia, monotonía, desesperanza». Su punto de quiebre fue la visita de su hija Taliya. Verla en ese entorno le cambió la perspectiva por completo.
Swaibu ha confesado que la prisión le salvó la vida, pues si no hubiera sido arrestado, podría haber terminado muerto en un viaje a Singapur o haber sido parte de una de las mayores operaciones de amaño de la historia.
El arrepentimiento lo llevó a un cambio de rumbo: a la fecha, Swaibu trabaja con la Premier League y la FIFA en campañas de concientización para jóvenes futbolistas. A través de charlas y programas educativos, comparte su experiencia para prevenir que otros caigan en las mismas redes. En 2024, estrenó un pódcast llamado «Confesiones de un arreglador de partidos» que recibió un premio.
Su libro, «Arreglado», se convirtió en una herramienta para mostrar los mecanismos del crimen organizado, desde la forma en que contactan a los jugadores hasta las consecuencias personales y legales. Su historia de redención es un caso de estudio sobre cómo los deportistas, en situaciones de vulnerabilidad, pueden ser blanco de estas organizaciones criminales. Su colaboración con las principales instituciones del fútbol mundial ahora busca proteger a la integridad del deporte.
¿Qué tan común es el amaño de partidos en el fútbol profesional?
El caso de Moses Swaibu no es un hecho aislado. La operación de las mafias de apuestas, lideradas por figuras como Dan Tan, se extiende mundialmente y los futbolistas sudamericanos no son ajenos a este fenómeno.
Recientemente, el caso de Lucas Paquetá, jugador del West Ham y de la selección brasileña, ha sido uno de los más sonados en el fútbol europeo. El mediocampista fue absuelto de los cargos por la Federación Inglesa de Fútbol (FA), que lo acusaba de recibir tarjetas amarillas de forma intencionada en cuatro partidos de la Premier League para influir en las apuestas deportivas.
La investigación se inició a raíz de un volumen inusualmente alto de apuestas realizadas desde su ciudad natal y sobre la probabilidad de que el jugador fuera amonestado en esos encuentros. Si bien la FA no pudo probar su participación en el amaño de partidos, sí mantuvo dos cargos por su falta de colaboración en la investigación, lo que podría llevar a una sanción menor.
Por otro lado, Bruno Henrique, delantero del Flamengo, ha sido acusado por la justicia brasileña de manipular un partido para beneficiar a apostadores. La denuncia se centra en un partido del Brasileirão de 2023 en el que, según la investigación, el jugador habría forzado una tarjeta amarilla en el tiempo de descuento.
Se sospecha que esta acción fue coordinada con su hermano y otros allegados, quienes habrían realizado apuestas sobre esta amonestación. La fiscalía ha formalizado la acusación por delitos de fraude y manipulación de resultado deportivo, y el caso ha sido aceptado por la justicia para ir a juicio. El club y el jugador han defendido su inocencia, pero la situación podría resultar en una sanción significativa por parte de los tribunales deportivos y penales de Brasil.
Estos casos, tanto el de Swaibu en Inglaterra como el de los futbolistas brasileros, ilustran cómo los grupos criminales buscan a jugadores en posiciones de vulnerabilidad y las ligas de ascenso o los equipos con problemas financieros son sus blancos recurrentes. Las investigaciones en Brasil, Colombia y Ecuador demuestran que las mafias de apuestas han extendido su red de influencia en el continente.
La FIFA y la Interpol han intensificado sus esfuerzos, invirtiendo recursos en la lucha contra la corrupción deportiva. La historia de Swaibu, un caso resuelto en la justicia inglesa, es un espejo para otros jugadores que enfrentan la misma disyuntiva y un mensaje sobre la importancia de la integridad en el deporte. Su testimonio es un elemento de juicio que contribuye a la prevención de este flagelo global que amenaza la credibilidad del fútbol.
La lucha global por la integridad
El escándalo en el que se vio envuelto Moses Swaibu es parte de un problema mayor que la FIFA ha categorizado como una amenaza a la credibilidad del fútbol. A través de su División de Integridad, el organismo rector del fútbol ha implementado un programa mundial de integridad y un manual para que las federaciones miembro combatan el amaño de partidos.
La cooperación con organizaciones internacionales como la Interpol es una pieza clave en esta estrategia. Por ejemplo, en 2011 la FIFA donó 20 millones de euros a la Interpol para financiar un programa de diez años para la lucha contra la corrupción. Este compromiso busca generar una respuesta coordinada para desmantelar las redes de apuestas ilegales y amaño de partidos.
El caso de Swaibu muestra que estas redes operan a través de intermediarios que contactan directamente a los futbolistas. La red de Dan Tan, por ejemplo, era una operación mundial que afectaba a ligas en múltiples continentes. La NCA en el Reino Unido, al desmantelar la organización que contactó a Swaibu, demostró que la colaboración entre agencias de seguridad y organismos deportivos es efectiva.
El exjugador inglés, ahora un activista, se ha convertido en un actor relevante en esta lucha, aportando su experiencia de primera mano para educar a los futbolistas sobre las señales de alerta y las consecuencias de involucrarse en el amaño de partidos.
Su testimonio, respaldado por una condena judicial, le da credibilidad a un mensaje que busca proteger a los jugadores jóvenes de caer en las mismas trampas. El amaño de partidos es una batalla constante, y las instituciones del fútbol continúan reforzando sus mecanismos de control y prevención para salvaguardar la transparencia de este deporte.