El 2024 fue catalogado como uno de los peores años recientes para la industria de alimentos en Colombia. La caída en producción, ventas y empleo golpeó de manera transversal a casi todas las categorías, en un contexto marcado por la recomposición del gasto de los hogares y la entrada en vigencia del impuesto saludable.
Solo la trilla de café logró crecer ese año, mientras que sectores como lácteos, aceites, cárnicos, panadería y molinería reportaron retrocesos.
En entrevista exclusiva con Valora Analitik, Camilo Montes, director de la Cámara de la Industria de Alimentos de la ANDI, explicó que el 2025 muestra un panorama distinto: “Este es un año de transición. Pareciera que lo peor ya lo dejamos atrás”.
Según cifras del DANE, a julio de este año se evidencia un repunte en varios segmentos: la trilla de café crece casi un 40 %, los productos lácteos un 9,7 %, los aceites y grasas un 6,5 % y los cárnicos un 4,6 %.
No obstante, otras categorías siguen enfrentando caídas: la molinería retrocede 11 % y la panadería 19 %. En el caso de la chocolatería y confitería, la presión proviene de los altos precios de las materias primas y del impacto del impuesto saludable.
De acuerdo con Montes, históricamente el sector aporta cerca del 20 % del PIB manufacturero. En el primer semestre de 2025, el crecimiento a precios corrientes fue de 7,51 %, lo que elevaría el aporte al 21,5 %, por encima del promedio histórico.
El sector está compuesto por cerca de 48.000 empresas, de las cuales el 98 % corresponde a micro y pequeñas. Pese a ello, en la Cámara de Alimentos de la ANDI están afiliados 86 grupos empresariales que concentran el liderazgo de las principales categorías.
El “tsunami regulatorio” de la industria de alimentos
Actualmente existen más de 85 reglamentos técnicos, algunos con más de 20 años de vigencia, además de las medidas recientes como el etiquetado frontal y el impuesto saludable.
Montes advierte que Colombia atraviesa un verdadero “tsunami regulatorio”, con impactos en competitividad y en el bolsillo de los hogares. “Lamentablemente, ninguna de estas medidas en los países donde se ha implementado ha mostrado mejoras en los indicadores de salud pública, pero sí han contraído la industria”, dijo.
Un ejemplo es el chocolate de mesa, alimento básico en la dieta de los colombianos. Con el impuesto saludable, este producto paga un gravamen del 20 %, ya que al menos el 10 % de sus calorías provienen de grasas saturadas.
En paralelo, varias categorías de cárnicos procesados también deben pagar ese 20 % adicional, al que en muchos casos se suma el IVA del 19 %.
Entre enero de 2023 y julio de 2025, el recaudo por impuestos a alimentos procesados sumó $4,1 billones. “Esos recursos salen directamente del bolsillo de los colombianos. No sabemos con certeza en qué se invierten, pues entran al Presupuesto General de la Nación”, precisó Montes.
Consumo, hábitos alimenticios y sostenibilidad
Según la Cámara, hay hogares que apenas logran una comida al día, mientras que otros han adoptado hasta siete ingestas diarias, incluyendo refrigerios y cenas ligeras.
Esto obliga a la industria a responder con porciones más pequeñas, empaques adaptados a la inocuidad y un portafolio diversificado que se ajuste a distintos perfiles de consumo.
“Una dieta balanceada admite todo tipo de alimentos: altos y bajos en calorías, procesados y no procesados. El reto es que los colombianos accedan a esa variedad y que se combine con actividad física y hábitos de sueño adecuados”, añadió.
El sector también enfrenta un desafío ambiental y social: la pérdida y desperdicio de alimentos en Colombia alcanza el 60 % de lo producido. De acuerdo con el DNP, el 40 % de estas pérdidas se da en la etapa agrícola y el 17 % en hogares y restaurantes. La industria trabaja en el fortalecimiento de la red de bancos de alimentos, que benefició a más de 1,1 millones de personas en 2024.
En materia ambiental, las empresas avanzan en gestión del agua, biodiversidad y responsabilidad extendida del productor para reincorporar plásticos en ciclos de economía circular.
La industria de alimentos también ha venido migrando hacia procesos más limpios. El uso del carbón ha caído casi por completo, mientras que el gas natural se mantiene como energético de transición, aunque enfrenta riesgos de escasez.
“Los biogases y las energías renovables ofrecen oportunidades para el sector. El futuro está en diferenciar el portafolio con sostenibilidad como ADN”, afirmó Montes.
Mirada hacia 2026
En su balance, el director de la Cámara de Alimentos destacó que la industria tiene capacidad para seguir creciendo, innovando y adaptándose. El sector no solo aporta al PIB, sino que genera bienestar a lo largo de la cadena, desde campesinos hasta tenderos, pasando por más de 240.000 establecimientos de comercio que distribuyen alimentos en todo el país.
“La industria de alimentos tiene una oportunidad única: diferenciar su portafolio a través de la sostenibilidad, la innovación y la competitividad. Ese es el camino hacia 2026”, concluyó Camilo Montes en entrevista con Valora Analitik.