En lo que va del año, la junta directiva del Banco de la República ha optado por mantener la cautela en cuanto al ajuste de su política monetaria por cuenta del contexto económico. Si bien las tasas de interés continúan estables en 9,25 %, el indicador aún es elevado respecto a otros países de la región.
En ese contexto, las proyecciones del centro de estudios económicos Anif apuntan a que la cartera de crédito crecerá en 6,3 % en 2026, después de casi dos años de ajuste. A eso se le suma, una morosidad que no termina de normalizarse.
Con este panorama, ¿qué les deparará en el corto plazo a las entidades financieras?
De acuerdo con Santiago Etchegoyen, cofundador y CTO de uFlow, el éxito en la colocación de crédito radicará en la eficiencia operativa y la excelencia en el servicio que brinden las empresas del sector.
“En un contexto donde la morosidad sube y la tasa de usura permanece fija, lo que define quién sobrevive no es quién cobra más caro, sino quién cuenta con mejores herramientas para analizar a quién le presta, en qué condiciones y cuánto riesgo está dispuesto a asumir” indicó el directivo de la firma de tecnología para la automatización de crédito.
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El escenario actual del crédito
Etchegoyen explicó que esta combinación de factores tiende a tener un efecto directo sobre el modelo de negocio de bancos y fintech. Esto responde a que el encarecimiento del fondeo de los recursos propios obliga a maximizar el retorno de cada peso prestado y a que el indicador de usura para el crédito de consumo se ubica en 24,99 % efectivo anual.
En el caso del ecosistema fintech, la alta morosidad está asociada al público que atienden, puesto que “son segmentos más frágiles, menos bancarizados y donde el riesgo es estructuralmente más alto”.

La banca tradicional, por su parte, ha apuntado a restringir segmentos de mayor riesgo, endurecer las políticas de originación y privilegiar productos con garantías más robustas, como vivienda.
En ese sentido, el experto señaló que “en la práctica, una arquitectura de datos y modelos diseñados para procesar volúmenes crecientes de información propia y de terceros, como los que procesan los motores de decisiones, pueden llegar a traducir ese flujo en alternativas de crédito ajustables en el tiempo”.
Ese nuevo esquema también incorpora actores que hasta hace pocos años estaban en la periferia del crédito, pero que empiezan a ocupar un rol decisivo. Eso incluye billeteras digitales, pasarelas de pago y empresas de retail.
“Estas plataformas son, en la práctica, las que tienen la información más precisa sobre los ingresos reales de los usuarios y sus patrones de gasto, lo que las convierte en piezas clave para la próxima generación de modelos crediticios”, añadió el directivo.
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