Salud fiscal de Colombia, en terapia intensiva: Análisis de Luis Fernando Mejía

Entrevista concedida por el director de Fedesarrollo a Valora Analitik, en el marco del proyecto "Top Finance" en alianza con Renta4 Global Fiduciaria.

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«La salud fiscal es como la salud física, usted no la extraña sino hasta cuando la pierde». Así resumió Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, la crítica situación que atraviesan las cuentas públicas en Colombia y la urgencia de resolver el desbalance por sus implicaciones en el crecimiento, la inflación, la pobreza y la desigualdad.

En la entrevista concedida por el economista a Valora Analitik, en el marco del proyecto «Top Finance» en alianza con Renta4 Global Fiduciaria, se abordaron además los principales retos macroeconómicos del país y el panorama para 2026.

¿Cómo están evaluando la estrategia de liquidez y manejo de deuda anunciada por el gobierno, particularmente la reserva estratégica de liquidez? ¿Cuáles son sus posibles riesgos o beneficios?

Las operaciones de manejo de deuda son un mecanismo estándar utilizado en Colombia desde hace décadas, cuyo rol fundamental es planear el endeudamiento para financiar el déficit fiscal, alargar el plazo de la deuda y optimizar la mezcla entre deuda local y externa. Sin embargo, la preocupación actual surge porque el objetivo fundamental de la estrategia no es mejorar el perfil de la deuda o reducir los intereses, sino reducir el tamaño de la deuda pública, lo cual, en esencia, debería lograrse disminuyendo el déficit fiscal.

Un segundo frente de preocupación es la asunción de riesgos, especialmente con la mención de francos suizos, bajo la expectativa de tasas de interés más bajas y una mayor estabilidad. Esta es una operación que, si bien podría salir muy bien, también podría salir muy mal, y el papel de crédito público debería ser limitar la asunción de riesgos extremos. En última instancia, esta estrategia podría resultar perjudicial para el actual gobierno en términos de caja y para el próximo, que heredará una situación fiscal ya muy difícil.

El déficit fiscal de Colombia sigue siendo muy alto, el Gobierno proyecta que este año sea el 7,1 % y va en el 3,8 % al primer semestre. ¿Cómo lo están viendo ustedes y de dónde podrían venir las buenas noticias?

Colombia mantuvo un equilibrio fiscal en el siglo XX, pero la Constitución de 1991 cambió esta dinámica al exigir un aumento en la provisión de bienes públicos, lo que elevó el gasto. El déficit promedio entre 2000 y 2019 fue de 3,5 % del PIB, una cifra que considero razonable. Sin embargo, después de la pandemia, el déficit promedio se ha disparado a 6,5 % del PIB, revelando un problema estructural donde el gasto ha aumentado drásticamente y los ingresos no lo han hecho en la misma proporción, a pesar de dos reformas tributarias significativas.

Para este año, nuestros cálculos en Fedesarrollo sitúan el déficit cerca del 7,8 % del PIB, una cifra atípica para un año económico normal y que representa el segundo déficit más alto en 125 años de historia fiscal del país. Esto ha provocado un aumento en el costo de endeudamiento y la reducción de la calificación de la deuda soberana. No se vislumbra un viraje en la política económica ni noticias positivas en el frente fiscal, ya que el presupuesto propuesto para el próximo año crece más del 12 % (excluyendo el servicio de la deuda), tres veces la inflación proyectada, sin señales de ajuste. Una reforma tributaria de $26 billones, que es el doble de la del año anterior, difícilmente se aprobará en un año preelectoral y con la actual falta de coalición política. El mercado está a la expectativa de las decisiones del próximo gobierno, pues el actual parece priorizar el año electoral.

Si la reforma tributaria no se aprueba o se aprueba parcialmente, ¿cuál sería el recorte presupuestario importante que podría ser necesario para el próximo año?

El recorte necesario sería de aproximadamente $26 billones, el monto de la reforma tributaria propuesta. Si se aplica este recorte, el crecimiento nominal del presupuesto para 2026 sería cercano al 5 %, lo que estaría en línea con la inflación esperada y representaría un primer paso para evitar un desborde del gasto. El propio gobierno había indicado en el Marco Fiscal de Mediano Plazo que el presupuesto debía crecer con la inflación, pero dos meses después propuso un crecimiento del 12 %.

Es probable que el Congreso, habiendo aprendido del error del año anterior donde el gobierno pudo aprobar el presupuesto por decreto, discuta de manera más profunda el tamaño razonable del presupuesto. Esto buscaría garantizar el gasto necesario sin volver a poner en riesgo la caja del Estado y la sostenibilidad de las finanzas públicas.

¿Cómo puede el país salir de la «trampa de pobreza» y un crecimiento mediocre que casi nunca es superior al 3 %? ¿Cómo esto afecta la inequidad y la desigualdad en Colombia?

Históricamente, la economía colombiana ha crecido en promedio un 3,4 % del PIB, superando el promedio latinoamericano, gracias en parte a su estabilidad macroeconómica, un banco central independiente y un manejo fiscal responsable. Sin embargo, uno de estos pilares, el fiscal, está actualmente en riesgo. Si Colombia no resuelve su problema fiscal, enfrentará profundas implicaciones en el crecimiento económico, la inflación, la pobreza y la desigualdad, ya que los hogares más pobres son quienes más sufren en las crisis fiscales.

Además del desafío fiscal, otra barrera importante para el crecimiento a largo plazo es la caída en la tasa de inversión, que bajo la actual administración ha descendido cerca de tres puntos porcentuales, ubicándose en 17 % del PIB. Históricamente, Colombia ha tenido tasas de inversión entre 21 % y 22 % del PIB. Una baja tasa de inversión limita la capacidad productiva de la economía y, por ende, su potencial de crecimiento. Para volver a crecer al 3,4 % o incluso alcanzar el 6 % de las economías asiáticas, se requiere un aumento significativo en el ahorro y la inversión, lo que demandará medidas importantes del próximo gobierno.

¿Qué están calculando ustedes para el crecimiento del PIB de este año y el próximo?

Para este año, con el dato del segundo trimestre que mostró un crecimiento del 2,1 % (2,5 % ajustado estacionalmente), nuestra expectativa es que el PIB se ubique entre 2,6 % y 2,7 %. Esto refleja una lenta recuperación, si consideramos que hace dos años el crecimiento fue de 0,6 %-0,7 % y el año pasado de 1,6 %-1,7 %.

Sin embargo, para 2026, nuestras proyecciones no superan el 2,8 %. Una tasa de inversión del 17 % del PIB simplemente no permite que el aparato productivo crezca por encima del 3 %, y mucho menos aspirar al 3,5 %. Además, el alto déficit fiscal, que se estima en un 7,8 % del PIB para este año, el segundo más alto en 125 años, provoca un «crowding out» o desplazamiento de la inversión privada.

¿Cómo afecta la situación fiscal al sistema financiero y, particularmente, a los hogares?

El canal más significativo es la tasa de interés. Actualmente, Colombia se endeuda a 10 años entre un 12 % y un 13 %, una cifra que antes de la pandemia era del 6 %. Aunque las tasas a nivel mundial han subido, Colombia muestra un deterioro relativo frente a sus pares, teniendo hoy la prima de riesgo más alta entre los países medianos y grandes de América Latina con acceso a crédito, incluso por encima de Brasil.

Una tasa de interés de la deuda soberana más alta establece un «piso» para el resto de las tasas de interés de la economía, desde las grandes empresas hasta las pequeñas y medianas, ya que el gobierno es el deudor de menor riesgo. Esto explica por qué, a pesar de las reducciones de tasas del Banco de la República, las tasas para la nación, los hogares y las empresas no han bajado en la misma proporción debido a este mayor riesgo fiscal. En términos prácticos, esto se traduce en un mayor costo de endeudamiento para los hogares, un mayor costo de pago de intereses y un menor incentivo para la inversión, lo que en parte explica por qué la tasa de inversión en Colombia está en el 17 % del PIB.

La inflación en Colombia ha bajado del 13 % a alrededor del 4,8 %, pero el ritmo de desaceleración se ha frenado. ¿Qué creen que pasará con la inflación y por qué el Banco de la República no recorta más las tasas de interés?

Creo que el Banco de la República está sufriendo un «costo reputacional» debido a errores pasados. La Junta se demoró en subir las tasas de interés cuando la inflación comenzó a despegar después de la pandemia y luego las incrementó rápidamente a niveles sin precedentes. Ahora, el banco está evitando a toda costa repetir escenarios como el de Brasil, donde una reducción prematura de tasas provocó un rebote inflacionario.

Aunque la economía no muestra signos de recalentamiento, el crecimiento está por debajo de su potencial, y la inflación desciende lentamente (a pesar de la complejidad del tema fiscal), considero que hay espacio para recortar las tasas. Nuestra expectativa es que el banco las reduzca en 75 puntos básicos en las tres reuniones restantes de este año y que tenga un margen adicional el próximo año, siempre y cuando observe señales fiscales más positivas y una reducción de la inflación básica. La cautela actual del banco busca reconstruir su credibilidad y reputación.

El Banco de la República lleva 5 o 6 años sin cumplir la meta de inflación. Si fuera miembro de la Junta, ¿qué votaría para la reunión de septiembre?

Si fuera un nuevo miembro, sin el lastre del costo de credibilidad y reputación del Banco de la República, votaría por una reducción de 50 puntos básicos para la reunión de septiembre, aunque creo que la decisión será de 25 puntos. La situación de Colombia con la inflación no es generalizada en América Latina; países como Perú tienen inflaciones por debajo del 2,5 %. Esto sugiere problemas específicos en las decisiones de política fiscal y monetaria del país. Es evidente que el alto déficit fiscal del gobierno no facilita las decisiones del banco para reducir las tasas, y la Junta está actuando con prudencia para reconstruir su credibilidad.

¿Cree que la inflación estará por encima del 5 % a fin de año?

Nuestra expectativa actual es del 4,8 %. Sin embargo, los últimos datos, especialmente la inflación de julio, podrían llevarnos a revisar ligeramente al alza nuestras expectativas. Monitoreamos una encuesta conjunta con la Bolsa de Valores de Colombia, que muestra un ligero repunte en las expectativas. Por ahora, nos mantenemos por debajo del 5 %, pero un aumento es posible si la tendencia persiste.

A pesar de los retos, Luis Fernando Mejía concluyó la entrevista manteniendo el optimismo sobre la evolución a largo plazo de Colombia, resaltando la importancia de preservar la estabilidad fiscal y monetaria para impulsar el crecimiento económico del país.