Museo Campesino: tradición y legado en Colombia

En una vereda de Gachancipá, el Museo Campesino recibe visitantes provenientes de todo el país.

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Una casa de más de 100 años hecha en el tradicional Bahareque que se ha heredado por cuatro generaciones es el centro del Museo Campesino, un emprendimiento que inició hace cinco años en el municipio de Gachancipá, Cundinamarca (centro de Colombia). 

Yadira Jiménez, su creadora, cuenta que siempre le han gustado las cosas antiguas y que, cuando trabajaba en una empresa turística, notó cómo los extranjeros que atendía disfrutaban de cosas y costumbres “normales” para un local. 

Además, “siempre veía que en Bogotá o en otras ciudades se encontraban museos de trajes, del vino y de todo, pero nunca un museo de la vida campesina”, señala.

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Así que decidió aprovechar una convocatoria de su municipio para incentivar el turismo y presentó su idea del Museo Campesino. Con el tiempo, la iniciativa fue creciendo y hoy la visita incluye alimentación típica de la región, caminata ecológica, taller artesanal, curso sobre agricultura y semillas ancestrales y, por supuesto, la visita a la casa museo con todos los elementos antiguos.

En Instagram, @MuseoCampesino no solo atrae a nuevos visitantes. Una organización de fotógrafos europeos visitó el perfil y les dio un reconocimiento por las imágenes que habían publicado. La publicación de estos profesionales extranjeros también les ayudó a potenciar sus redes sociales.

Contar con la comunidad

Yadira explica que “en el tema artesanal desde 2018 tenemos vinculados artesanos. Entre nosotros hay tres y ellos hacen los productos, acá los venden y también son quienes nos apoyan en las muestras de talleres artesanales”.

Para la oferta gastronómica incluyen a la comunidad. “Estamos estructurando así mismo con otras señoras para hacer unas muestras gastronómicas, algo así como lo que llaman a cuatro manos, que cada una prepare un producto”, añade. 

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Pero allí no queda la cosa, también utilizan algunos de los cultivos de sus vecinos. Dado que viven en una vereda a ocho kilómetros del municipio, lo que les obliga a utilizar el transporte e invertir tiempo en viajar, complementan la oferta alimenticia entre todos. “Que la vecina tiene lechugas, entonces yo las tengo; otros vecinos cultivan cebolla larga, otros la calabaza, (…) el objetivo es el producto local, precisamente con esa idea apoyar el producto comunitario”. 

Hasta este museo llegan familias, grupos de amigos y paseos de colegios que en el 70 % de los casos les contactan vía sus redes sociales, una de las primeras herramientas que Yadira desarrolló, pues sabía que estas serían muy importantes para su emprendimiento.

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