FMI prevé pérdidas globales por US$13,8 billones a 2024 por pandemia

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El aporte del FMI a la crisis climática
Kristalina Georgieva, directora Fondo Monetario Internacional. FOTO: Flickr FMI
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La pandemia de la Covid-19 afectó gravemente la economía global, instando a los países a tomar medidas inmediatas para amortiguar las pérdidas no solo de los gobiernos sino del ciudadano de a pie.

Este viernes, en el marco de la reunión híbrida de los ministros de Finanzas y los gobernadores de los Bancos Centrales del G20, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, explicó que hay tres prioridades políticas en las que se deben centrar los organismos económicos internacionales: garantizar que cada país tenga el mismo acceso a un conjunto completo de herramientas Covid-19, luchar contra la inflación sin perjudicar la recuperación y dar mayor prioridad a la sostenibilidad fiscal. Lea más en noticias económicas internacionales.

“A pesar de que la recuperación económica mundial continúa, su ritmo se ha moderado”, adelantó Georgieva. Recordó que hace tres semanas el Fondo redujo su pronóstico global de crecimiento a un 4,4% “aún saludable”, que se debió, en parte, a la reevaluación de las perspectivas de crecimiento en Estados Unidos y China.

“Desde entonces, los indicadores económicos entrantes apuntan a un impulso de crecimiento más débil en 2022 debido a la aparición de la variante ómicron y las interrupciones de la cadena de suministro que son más persistentes de lo previsto anteriormente”, dijo. Lo anterior sin desconocer que, en paralelo, la inflación continúa siendo alta en diversos países, hay mayor volatilidad en los mercados financieros y se ha presentado un aumento en las tensiones geopolíticas.

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En ese sentido, para la directiva, “una fuerte cooperación internacional y una extraordinaria agilidad de las políticas serán cruciales para sortear una compleja “carrera de obstáculos” hasta 2022”.

Para lograrlo, hay tres prioridades políticas que, a juicio de Georgieva, merecen atención. La primera es la sumatoria de esfuerzos para lograr la accesibilidad de los países a todo lo que concierne de la Covid-19 para “combatir lo que podría describirse como ‘Covid económico largo’”, dijo.

El FMI proyecta pérdidas económicas por la pandemia en casi US$13.800 billones para fines de 2024, “y ómicron es un recordatorio de que una recuperación duradera e inclusiva es imposible mientras continúe la pandemia. Queda una gran incertidumbre sobre cuán efectivas serán las protecciones sanitarias que se han construido frente a otras posibles variantes”, afirmó Georgieva.

En razón a lo anterior, la directora afirmó que no solo basta con garantizar el acceso a las vacunas que han desarrollado las diferentes farmacéuticas contra la Covid-19, sino que también se debe propender por el acceso a las pruebas y tratamientos que le atañan a la enfermedad; todo esto es lo que llama “un conjunto completo de herramientas Covid-19”.

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“Mantener estas herramientas actualizadas a medida que evoluciona el virus requerirá una inversión continua en investigación médica, vigilancia de enfermedades y sistemas de salud que ayuden a los países a alcanzar “la última milla” en cada comunidad. El anuncio del Banco Mundial de seguir movilizándose para alcanzar ese objetivo es bienvenido”, indicó.

Georgieva explica, en la segunda prioridad política, que “muchos países tendrán que navegar por un ciclo monetario más restrictivo”. Así, indica que en el marco del alto grado de incertidumbre y las diferencias significativas entre los países, las políticas macroeconómicas tendrán que ser calibradas “cuidadosamente según las circunstancias de cada país”.

Sin embargo, no es el único punto que resaltó, para la directiva es necesario ampliar el panorama y fijarse en los posibles efectos indirectos, en especial para los mercados emergentes y los países en desarrollo. “Debemos luchar contra la inflación sin perjudicar la recuperación”, agregó.

Dijo que con el objetivo de ayudar a sus miembros “a aprovechar los beneficios de los flujos de capital y al mismo tiempo administrar los riesgos para la estabilidad económica y financiera”, el organismo prevé finalizar la revisión de la Visión Institucional del FMI sobre los flujos de capital para las próximas reuniones –en primavera– y, a la par, trabajan en la puesta en marcha de los hallazgos del Marco de Políticas Integradas.

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La tercera prioridad política gira en torno a la sostenibilidad fiscal. Georgieva afirmó que, si bien las medidas fiscales extraordinarias implementadas durante la crisis ayudaron a prevenir otra Gran Depresión, provocaron al mismo tiempo los niveles de deuda a máximos históricos. “En 2020, observamos el mayor aumento de la deuda en un año desde la Segunda Guerra Mundial, con una deuda global, tanto pública como privada, que aumentó a US$226 billones”, anotó.

La directora del FMI cree que a pesar de que hay países que han aumentado su deuda, la atención debe estar centrada en los países que necesitan una reestructuración de la deuda, como es el caso de Argentina. “La proporción de países de bajos ingresos con alto riesgo o que ya tienen sobreendeudamiento se ha duplicado desde 2015, del 30 % al 60 % en la actualidad, y varios enfrentan la necesidad inmediata de reestructurar su deuda”, dijo.

De este modo, Georgieva explicó que el Marco Común del G-20 puede desempeñar un papel importante, y pidió esfuerzos “para que sea aún más impactante”.

“Además de transparencia y acción temprana, eso significa: ofrecer una paralización del servicio de la deuda durante las negociaciones para evitar presionar a un país precisamente cuando se encuentra bajo presión financiera; proporcionar procesos claros y con plazos que fomenten la confianza y faciliten la implementación, incluida la participación de acreedores privados; y encontrar formas de incorporar países que actualmente no están cubiertos por el Marco Común mediante la expansión de su perímetro”, describió.

Para Georgieva el G20 es crucial para “mantener el impulso de los esfuerzos colectivos para cumplir las ambiciones globales por el bien común”. Lo anterior incluye centrarse en amplificar el efecto de la histórica asignación de Derechos Especiales de Giro (DEG) de US$650.000 millones “canalizando la mayor cantidad posible hacia donde la necesidad es mayor”, dijo.

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Celebrando la acogida que tuvo en el G20 el nuevo Fideicomiso de Resiliencia y Sostenibilidad (RST) del FMI, la directora anunció que prevén establecer el fideicomiso en las reuniones de primavera y ponerlo en funcionamiento en las reuniones anuales. Este fideicomiso va encaminado en brindar apoyo a los miembros vulnerables para abordar los desafíos estructurales a largo plazo, sobre todo los relacionados con el cambio climático y las pandemias.

“Contamos con las contribuciones de los miembros del G20 para hacer que el RST sea operativo y también para apoyar el aumento del Fideicomiso para el Crecimiento y la Reducción de la Pobreza, que es igualmente fundamental para nuestros miembros vulnerables de bajos ingresos. Me alienta el progreso hacia la ambición global de US$100.000 millones para reasignar DEG en beneficio de los países más necesitados, con más de US$55.000 millones comprometidos hasta el momento”, indicó Georgieva.

Por último, hizo énfasis en que se debe mantener el impulso para implementar el Acuerdo de París, “que requiere un gran aumento en la inversión hacia un desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima”, donde serán claves las medidas de los gobiernos para descarbonizar la economía.

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