Rumi enseña, a través de la pachamanca, la cultura gastronómica de Perú

Abel Zavaleta Ortiz decidió apostarles a las costumbres andinas en 2019, viendo en la pachamanca, un plato típico de esa cultura, la mejor forma de hacerlo.

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La cultura Andina se ha desarrollado en los Andes Centrales, primordialmente, ubicados en la región de América del Sur. Hace parte de la historia y tradición de Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Argentina y Chile. Lea más en la sección emprendedores y emprendimientos.

Se trata de uno de los tesoros más preciados con los que cuentan los latinos de esa parte de América. De ahí la importancia de su difusión y de darle continuidad al legado de sus ancestros. 

Nacido en Lima, capital peruana, Abel Zavaleta Ortiz decidió apostarles a las costumbres andinas en 2019, viendo en la pachamanca, un plato típico de esa cultura, la mejor forma de mostrar lo que aprendió de sus padres al público, no solo local sino también internacional.

“Mi familia viene de la Sierra de los Andes. Mis padres y, en especial mi madre, nos enseñaron todas las costumbres y tradiciones andinas, entre ellas, en lo culinario está la pachamanca, la comida más emblemática de los Andes. Hace 15.000 años se preparaba con piedras al rojo vivo bajo tierra. Esta comida nos ha enseñado desde muy niños, y a mí, particularmente, siempre me ha fascinado“, comenta Zavaleta en diálogo con Valora Analitik.

Precisa que el hombre andino preserva la tradición de respetar la tierra y rendirle tributo a los cerros y la comida está “muy ligada a ese respeto. En particular, la pachamanca es la comida que sintetiza ese respeto y esa integración del hombre con la naturaleza. Es un homenaje simbólico a la madre Tierra, porque estamos comiendo de las entrañas de la Tierra, de lo que ella misma nos provee”. 

La esencia de la pachamanca es cocinar con piedras bajo tierra, de ahí su nombre: pacha significa “tierra” y manca, “olla”. Originalmente, en el plato conocido como pachamanca suelen tener mayor presencia las verduras que la carne, pues tiene que ver con la posibilidad de contar con proteínas en los Andes, explica el fundador de Rumi. 

“No es fácil contar con proteínas en los Andes, y si tienes una vaca, no la sacrificas porque alguien llegó. Como costumbre, casi siempre el plato está compuesto por papa, camote, choclo, entre otros y muy poca carne. En la Costa ya, de manera comercial, lo hacemos con más carne que verduras y tubérculos”, indica. 

La pachamanca es un plato que suele ser preparado cada vez que hay una celebración especial, como un cumpleaños, una primera comunión o la visita de alguien especial para la familia. 

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Explica que decidió fundar Rumi luego de que unos amigos se lo sugirieran. “Soy agrónomo y antes de la pandemia trabajaba con extranjeros en la cooperación internacional canadiense, y a ellos los invitaba siempre para que conocieran la pachamanca. Fueron ellos quienes me motivaron para que esto se convirtiera en un negocio”, dice. 

La pachamanca es un plato que puede ser encontrado en distintas partes de Perú, sin embargo, la que prepara Rumi tiene un valor agregado, lo que la hace especial: “ellos me decían que no solo era la pachamanca que yo preparaba, sino la experiencia que yo daba. Este plato estaba en muchas partes de Perú, pero lo que no se ofrecía y que era lo que yo les daba a mis amigos extranjeros era la posibilidad de que ellos mismos cocinaran la pachamanca“. 

Yo hacía que ellos vinieran a las 6:00 a.m. a mi casa para que ellos mismos abrieran el hueco, lavaran las piedras, las calentaran, entraran la comida y luego la sacaran de ahí”, añadió. 

La pachamanca no es el único plato que ofrece Rumi. “Nosotros vendemos también todo lo que es comida tradicional Andina. No vendemos comida de la Costa o de la selva, solo comida Andina, ese es nuestro tema en los Andes”, dice.

En la actualidad, en la carta de Rumi hay 12 platos y, desde hace pocos días, empezó a atender sábados, domingos y festivos, antes abría las puertas al público solo los domingos y festivos.

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Zavaleta comenta que vive en un barrio marginal de Perú, donde el plato en un restaurante promedio puede costar alrededor de US$2. La pachamanca que ofrece Rumi está en un promedio de US$8 y US$9. Pese a que el precio está por encima del plato promedio que se consigue en esa región, el emprendedor destaca que los clientes llegan a su negocio porque “saben que hay un trabajo fuerte y lo valoran. Para cocinar este plato estamos desde un día antes y desde las 6:00 a.m. del mismo día”. 

Rumi es un vocablo quechua, significa “piedra”. Las mesas que tiene Rumi para los comensales son hechas en piedra, siguiendo la raíz de la marca, pues los platos son cocinados con este material. De hecho, los platos también son hechos en piedra. Zavaleta comenta que, debido a que los platos hechos en este material son costosos, él decidió tomar las piedras del río y fabricarlos él mismo, para que todo el negocio contara con este material como elemento principal y la experiencia de los usuarios fuera “completa”. Hoy en día, Rumi comercializa platos de piedra también. 

Sumado a lo anterior, las piedras le han permitido diversificar su negocio, tanto que en la actualidad ya ofrece distintos accesorios y utensilios hechos en este material, como servilleteros, portacelulares, entre otros. Asimismo, cuenta con una línea de tejidos andinos, elaborados por su madre, y promueve la venta de otros tipos de productos hechos por artesanos peruanos. 

Zavaleta creó en Facebook (Meta) e Instagram las cuentas de Rumi desde que fundó el emprendimiento: “No podía vivir de que mis vecinos y amigos me compraran, sino de que también me comprara gente desconocida”, afirma. Comenta que desde el inicio invirtió en publicidad para promocionar su negocio, y los resultados han sido los esperados: “invertí bastante, pero todo se me ha devuelto multiplicado por cinco”, dice.

Cuando creó las cuentas de Rumi en redes sociales, Zavaleta creía que su público, mayoritariamente, sería la gente que vive a los alrededores del lugar, sin embargo, “no fue así”. 

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“Venían, pero muy poco. El grueso de mis clientes viene de una hora, hora y media y hasta dos o tres horas del lugar donde yo vivo. Me sorprendo porque la gente viene de muy lejos. Por grupo, el gasto promedio es de más de US$20″, comenta. 

La llegada masiva de clientes que viven a distancias considerables se la atribuye al contenido que publica en sus redes sociales. Explica que siempre se ha enfocado en publicar solo imágenes o videos de sus productos, sin acudir a las imágenes genéricas que rondan en la web, ni mucho menos, agregando filtros. 

También ha tenido que ver con la segmentación. He segmentado dos cosas: uno es el tipo de cliente, que incluye educación superior, turismo, cultura, empresarios, comerciantes; y la otra es por rangos geográficos, cinco kilómetros a la redonda, aunque llegan desde más lejos”, señala. 

El emprendedor peruano destaca que, pese a que en un principio el grueso de sus clientes llegaba por Instagram, hoy en día esa red social comparte ese protagonismo con Facebook. Por último, comenta que WhatsApp es el “embudo que nos permite canalizar y fidelizar”. 

Valora Analitik y Meta (casa matriz de Facebook, WhatsApp y de Instagram) se aliaron para destacar las historias de emprendedores exitosos en América Latina que, aprovechando las herramientas digitales, crecieron sus negocios, incluso en épocas difíciles como la pandemia.

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