Aunque el acceso a servicios financieros ha aumentado en los últimos años, aún existen limitaciones que impiden que el indicador mejore a mayor velocidad, algunas de las cuales son producto de reformas en la actualidad.
Tal es el caso del sistema de pagos inmediatos interoperados digitales del Banco de la República, el cual entrará en operación a mediados de septiembre de este año y permitirá que los usuarios hagan transferencias entre diferentes entidades financieras (sean bancos o cooperativas) en segundos.
“Los pagos inmediatos han hecho que el dinero se mueva de manera instantánea en el mundo. La mayoría de los países desarrollados han venido complementando esa infraestructura y cada vez tienen más tracción, incluso por encima de mecanismos de pago más tradicionales”, destacó la directora del Departamento de Sistema de Pago del Banco de la República, Ana María Prieto.
Esto, además de reducir el uso de efectivo como medio de pago, ha disparado las operaciones digitales, según reveló la vocera en el seminario de inclusión financiera de ANIF.
El Banco de la República identificó que, a pesar de los esfuerzos de la industria, la adopción de los pagos digitales no se daba a la velocidad de otros países de la región. De hecho, fue la pandemia la que aceleró su adopción, llegando a más de 60 millones de depósitos electrónicos.
Sin embargo, Prieto señaló que el modelo transaccional que se fue desarrollando es uno cerrado, donde la mayoría de las transacciones se hacían entre usuarios de una misma entidad (intrabancaria), lo que busca corregir el Banco de la República con su sistema Bre-b.
“La digitalización debe permitir el acceso a los productos, ser confiable y conveniente para ayudar a que los negocios se gestionen de mejor manera y puedan crecer. Necesitamos que la oferta se adapte, el usuario se empodere y se den las condiciones necesarias”, dijo la vicepresidente de ANIF, Luz Magdalena Salas.
Así está la inclusión financiera en Colombia
La directiva señaló que barreras, como una cobertura geográfica insuficiente, alta informalidad, una asimetría en las reglas de juego y falta de marcos flexibles con las nuevas tecnologías, limitan el acceso a la inclusión financiera en el país.
Por el lado de la demanda, refirió como retos la baja educación financiera, los sesgos de conducta por autopercepción de riesgo, los altos costos y la volatilidad de los ingresos, tanto en los hogares como en los negocios. Y respecto a la oferta se identifica que hay requisitos exclusivos con algunos perfiles y dificultad para evaluar los riesgos.
“Estamos acostumbrados a pensar que las barreras son de los bancos, pero no solamente existe en ellos, también están en el comportamiento de las personas, en el ecosistema, en la composición de los hogares”, dijo Salas.
Según Banca de las Oportunidades, el 95 % de los adultos en Colombia tiene acceso a algún producto financiero, aunque hay brechas importantes entre hombres y mujeres y personas en las ciudades o en las zonas rurales. Además, no todos los utilizan de manera regular, aunque los depósitos electrónicos han ayudado a mejorar ese indicador.
Sin embargo, el acceso es bajo en el caso de los créditos, pues se ubica alrededor del 35 %, con diferencias por tipo de crédito, donde destaca, por ejemplo, la baja penetración de productos de vivienda (2,1 %) y microcréditos (6,3 %), mientras en las tarjetas de crédito se supera el 22 %. También es limitado el acceso a seguros (entre 3 % y 4 %).
Cuando se revisan cifras solo para las empresas, el indicador es más bajo respecto al registrado para las personas, pues menos de una tercera parte de ellas recurre a productos de crédito. Particularmente, las micro, pequeñas y medianas unidades de negocio tienen una penetración de solo 14,8 %, por lo que jalonan el indicador hacia abajo.
Esta situación ha llevado tanto a personas como a empresas a buscar alternativas de financiamiento en el mercado informal, como el gota a gota.
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