La codirectora del Banco de la República Laura Moisá se refirió a la importancia de que la Junta Directiva del emisor baje “cautelosamente” la tasa de interés en las próximas sesiones por el efecto que esta decisión podría tener en la reactivación económica.
En la primera entrevista concedida a un medio de comunicación desde que fue nombrada en su cargo, Moisá sugirió que se amplíe el rango de la meta de inflación y habló del riesgo de hacer recortes de tasa abruptamente. “Podríamos pensar en hacer una política en donde logremos darle cierta estabilidad al fortalecimiento del mercado interno sin presionar la inflación”, le dijo a Valora Analitik.
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¿Usted cree que las decisiones de política monetaria tienen un efecto directo sobre la inflación?
La política monetaria influye en la inflación, su objetivo básicamente es controlar la inflación. Obviamente, las decisiones del Banco de la República tienen una influencia clave porque la tasa de interés es la herramienta para mantener la inflación constante en la forma como se ha estructurado el banco, porque en realidad tenemos muchas herramientas de política.
La inflación tiene muchas variantes, es mucho más compleja. El banco logra controlar por medio de la tasa de interés ciertas cuestiones de la demanda desde la contracción. Pero la inflación también tiene unos niveles estructurales con los precios de los productos, los precios de la economía real y los movimientos del capital financiero. La inflación tiene que estar definida también por la política fiscal, la estructura productiva del país y las relaciones con el exterior.
Además, son importantes las señales que da el banco. Un aspecto clave de la inflación son las expectativas, un componente subjetivo enorme, que se forman también con los discursos del banco. No es solamente la decisión de tasas, sino cómo se está leyendo la economía para tomar esa decisión.
¿Hacia dónde considera que debe ir la política monetaria sin golpear la inflación?
El Estado decidió que la forma en que se controla la inflación es por meta. Hay muchas formas de control de la inflación, no todos los países manejan metas, pero nosotros sí. La política del banco se definió con las metas de inflación.
Yo no estoy en contra de las metas de inflación, pero me parece que las relaciones económicas cambiaron estructuralmente en el mundo y, tal vez, habría que pensar si el problema en sí es llegar a la meta. La meta está pegada a un concepto de credibilidad del banco y eso es imperdible, pero nosotros podríamos funcionar con una brecha un poquito más amplia porque tenemos una inflación que ha ralentizado su caída —el año pasado fue muy acelerada— mientras la economía se está recuperando levemente.
Creo que sí hay un espacio para seguir bajando las tasas de interés cautelosamente como una señal de que queremos apoyar esa reactivación económica —que existe, pero está todavía muy lenta— en lugar de frenar el recorte de tasas para que las expectativas de inversión se aplacen.
¿Cuál es el riesgo de excederse con los recortes?
La tasa de interés es la que atrae capitales y eso para un país como el nuestro, que no produce capitales propios y que depende de capitales internacionales, es importantísimo. El tema es cómo balancear esos intereses en medio de una incertidumbre enorme sin generar presiones inflacionarias o unas expectativas muy complicadas, pero también pensando en que hoy hay que fortalecer el mercado interno, disminuir esa sensibilidad tan grande que tenemos de los choques internacionales en un mundo donde estos no van a parar.
Ese es el debate. La Junta del banco está reconociendo claramente el nivel de incertidumbre, de preocupación, cierto aumento del riesgo país, el problema fiscal que está presionando… Pero ante esa incertidumbre la gente está comprando, la gente está construyendo —no al nivel que queremos—, se está importando maquinaria intermedia y el sector agropecuario está logrando una recuperación que no veíamos hace muchos años.
¿Qué tanto se pueden recortar entonces las tasas?
Por eso digo que bajar cautelosamente, no uno o dos puntos porcentuales, sino cautelosamente para ir dando señales. Si uno observa el mercado de vivienda, en este momento los bancos se quedaron quietos a las expectativas de lo que iba a suceder. En el pasado, incluso con una disminución lenta de la tasa de interés, los bancos venían bajando sus tasas y el Pacto por el crédito ayudó muchísimo a hacer un colchón.
Eso es lo que a mí me preocupa de estar diciendo que no podemos bajar más las tasas, que no hay una alerta para hacerlo y que tenemos una inflación que ha estado tranquila, cuando Colombia nunca ha tenido un problema inflacionario grave en su historia.
Podríamos pensar en una política en donde logremos darle cierta estabilidad al fortalecimiento del mercado interno sin presionar la inflación, pero tampoco estar forzando a bajarla rápidamente. Creo que el banco ha entendido que se va de a poquito. Incluso, en algún momento el asunto no es subirla, sino mantenerla porque no hay presiones de hiperinflación —que es lo que asusta —, pero Colombia nunca la ha tenido, y en el momento actual no se observa la posibilidad de ese riesgo.
¿Qué pasaría si, como Brasil, después de bajar las tasas tuviéramos que subirlas?
Brasil es un país supremamente diferente y complejo, siempre ha tenido problemas grandes de déficit, tienen un mercado de capitales mucho más grande y sensible que el nuestro, su capacidad de atraer capital internacional es de otro nivel. Pero ellos nunca se preocuparon por eso. Incluso en las peores épocas de hiperinflación las grandes reformas no fueron gruesas. Yo creo que eso le ha permitido a Brasil mantenerse en una situación de producción interna interesante.
Sí hay que observar qué pasa con Brasil como un ejemplo, pero yo creo que aquí hemos sido cautelosos. El banco ha sido muy juicioso en analizar específicamente qué es lo que pasa y cuál es nuestra relación con el mundo.
¿Cómo ve la política fiscal y su complemento con la monetaria?
Creo que hay mucho por hacer, pero siento también que se han sincerado las cuentas en Colombia. El último Marco Fiscal de Mediano Plazo es durísimo, pero es eso lo que tenemos. Es fundamental compatibilizar nuestras obligaciones con un programa de desarrollo a largo plazo económico.
Respecto al tema de presupuesto el problema no es gastar, es en qué. Colombia es un país emergente que tiene mucha pobreza y niveles de desigualdad absurdos, siendo el cuarto o quinto país más desigual del mundo, entonces cualquier choque económico genera unos efectos multiplicadores muy grandes. Bajar un poco la brecha podría también salir ser una salida. Colombia abandonó esta línea de trabajo hace muchos años y creo que hay que retomarla.
¿Qué país puede ser referente para Colombia de hacer las cosas bien?
Hoy no hay ejemplos de nada, pero sí podemos aliarnos. Nosotros tenemos una riqueza impresionante, un empresariado que está mejorando, que está empezando a entender lo que es la economía y cómo vincularse a ella.
Para mí Brasil es un ejemplo en el sentido en que hizo una economía nacional muy fuerte, tiene una agroindustria impresionante, hacen computadores, hacen aviones, toda la mano de obra es brasilera, hay transferencia tecnológica, las universidades tienen investigaciones de alto nivel…
¿Cuál país no es un ejemplo?
Un ejemplo que no debemos seguir: Venezuela. Había petróleo y mucho dinero, pero después eso se diluyó, eso no existe. Esas son economías muy peligrosas. Nosotros somos una economía petrolera no tan fuerte, por suerte, que ha permitido que se desarrollen otros sectores.
De otros países hay que seguir el ejemplo en cómo lograr una economía nacional que se relacione con el resto del mundo bajo otros términos de intercambio. No podemos estar asustándonos porque cae o sube el precio del café. Pero nos abrimos y nos abrimos en regulación y las pocas empresas que avanzaron se destruyeron. Hoy en día estamos viendo las graves consecuencias de eso en nuestra economía. Es clave lograr economías regionales y tenemos un potencial impresionante.
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