Colombia alcanzó un nuevo hito en su transición hacia energías limpias: 2.376 megavatios (MW) de capacidad instalada, proveniente de 85 proyectos de mediana y gran escala, en su mayoría solares, que ya están en operación comercial o en fase de pruebas.
De esta cifra, 482 MW corresponden a 14 proyectos incorporados en 2025, equivalentes al consumo eléctrico de ciudades como Cali y Barranquilla juntas.
A este avance se le suma casi 1 gigavatio (GW) adicional en proyectos de autogeneración y generación distribuida en operación, elevando a 20.122 los proyectos en todo el país.
Estas cifras se traducen en US$2.500 millones en inversión, más de 22.000 empleos directos generados en la construcción y $10 billones en aportes fiscales y al mercado eléctrico durante su operación.
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“Superar la barrera de los 2 GW en proyectos grandes y casi 1 GW en autogeneración y generación distribuida demuestra que las energías renovables no solo son viables, sino estratégicas para el desarrollo económico y social del país”, afirmó Alexandra Hernández, presidente ejecutiva de SER Colombia, el gremio de las energías renovables.
Sin embargo, expresó la experta que “el tiempo no está de nuestro lado: debemos actuar con decisión para que este crecimiento sea más rápido y esté a la altura de la demanda eléctrica que aumenta aceleradamente”.
Entre el impulso para las energías renovables y la urgencia de acelerar el paso
Según SER Colombia, el avance renovable en el país representa casi un 50 % del cumplimiento de la meta de 6 GW trazada por el Gobierno Nacional. Sin embargo, el consumo eléctrico crece al doble de velocidad que la capacidad de generación, por lo que debe triplicarse la inversión renovable alcanzada para evitar el déficit estructural de energía en 2027 proyectado por el Gobierno.
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De otro lado, hay en construcción 21 proyectos, 12 de ellos sumarán 419 MW adicionales a finales de 2025, y nueve proyectos más incorporarán 493 MW entre 2026 y 2027.
Además, hay otros 132 proyectos (7.900 MW) en etapas tempranas de desarrollo para iniciar entre 2026-2029, que podrían transformar el panorama energético si logran sortear las barreras existentes.
El primero, de los dos principales retos, está en la tramitología:
- 247 trámites pendientes ante autoridades, con demoras de hasta 2.000 días (5,5 años)
- Las Corporaciones Autónomas Regionales concentran 55 de estos trámites, seguidas por operadores de red (37), coexistencias con privados (24) y la ANLA (8)
- Una encuesta de SER Colombia evidencia que un proyecto sin licencia ambiental puede tardar entre dos y cinco años en entrar en operación, mientras que, con licencia ambiental, entre tres y siete años
El segundo gran desafío es el cierre financiero de los proyectos, para ello son vitales los contratos de venta de energía a largo plazo, y la forma más eficiente y rápida es a través de subastas tanto de contratos renovables (que requieren habilitarse regulatoriamente), como subastas de cargo por confiabilidad, indicó el gremio.
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Sin embargo, las normas expedidas recientemente desincentivan la participación de las empresas de energías renovables, tanto por los precios techo que establecen como por la forma en que se calculan los ajustes en la operación del cargo, sumado al bajo reconocimiento del aporte de estas fuentes a la firmeza del sistema.
Energías renovables: una causa nacional
La presidente ejecutiva del gremio advirtió que 87 % de los 132 proyectos en etapa de desarrollo, identificados por SER Colombia para entrar en operación entre 2026 – 2029 aún no han alcanzado el cierre financiero.
“Tenemos la tecnología, la inversión y el talento humano para triplicar la capacidad instalada en pocos años. Lo que necesitamos ahora son decisiones estratégicas y reglas claras que permitan cerrar financieramente los proyectos y acelerar su entrada en operación”, destacó la experta.
Así las cosas, cada mes que pasa sin decisiones, el déficit proyectado para 2027 se vuelve más probable.
Las energías renovables no solo diversifican la matriz y reducen la dependencia de combustibles fósiles, también generan empleo, inversión, desarrollo territorial y un energético competitivo en tarifas indispensable para que la economía colombiana crezca.
En un contexto de cambio climático, complementan otras fuentes y fortalecen la resiliencia del sistema eléctrico frente a sequías prolongadas.
El llamado final del gremio es claro: “Ponerse la camiseta renovable” y asumir la transición energética como un proyecto país, con beneficios económicos, sociales y ambientales que trascienden gobiernos y coyunturas.