El ascenso a la Premier League se ha convertido en una espada de doble filo. Si bien asegura ingresos audiovisuales de hasta 125 millones de euros por temporada, los datos de los últimos años revelan una tendencia alarmante: los últimos seis equipos que han subido a la élite del fútbol inglés han caído a la Championship en la temporada siguiente, a menudo con un margen de puntos considerable.
La principal causa de este patrón recurrente es una notable brecha financiera. Los equipos recién ascendidos tienen un límite de pérdidas permitidas de 61 millones de libras (unos 70 millones de euros) durante tres temporadas. En contraste, los equipos que ya se encuentran establecidos en la Premier League pueden registrar pérdidas de hasta 105 millones de libras (127 millones de euros) en el mismo período.
Esta diferencia de 44 millones de libras (50 millones de euros) limita significativamente la capacidad de los recién llegados para reforzar sus plantillas y competir por la permanencia.
Adicionalmente, los clubes que logran el ascenso deben afrontar grandes gastos, como las primas de ascenso. El caso del Leeds United es un ejemplo claro: el club comprometió un bonus de 19,2 millones de libras (22 millones de euros) para jugadores y cuerpo técnico tras su regreso a la élite.
Esta cifra, que impacta directamente en la contabilidad del club, presiona sus finanzas y dificulta el cumplimiento del PSR, aumentando el riesgo de sanciones. La Premier League, consciente de esta problemática, evalúa la posibilidad de excluir estas primas del cálculo del ‘fair play’ financiero para dar un respiro a los recién ascendidos.
La Propuesta de un Límite de gasto y su paralelo con la UEFA
El debate sobre las primas de ascenso no es la única medida que la Premier League estudia para nivelar el poder económico. Desde hace años, la liga ha manifestado su interés en controlar el gasto de las plantillas deportivas, una política que ya es obligatoria para los clubes que participan en competiciones europeas.
La UEFA impone un Ratio de Costo de Plantilla (RCP) que limita el gasto en salarios, traspasos y comisiones de agentes a un máximo del 70 % de los ingresos totales del club. La Premier League está considerando un sistema similar, donde los equipos podrían gastar un 85 % de sus ingresos en estos conceptos, mientras que los que disputen competiciones europeas se ajustarían al 70 %.
Una curiosidad del ‘fair play’ financiero es que la diferencia en las pérdidas permitidas no se basa en el tiempo que un club lleva en la Premier, sino en las ligas en las que ha competido en el periodo de tres años que se evalúa. Así, un equipo que ha estado dos años en la Championship y uno en la Premier, tiene menos margen para perder dinero, creando una desventaja inherente y dificultando la inversión en talento.
La reciente penalización con pérdida de puntos para el Everton y el Nottingham Forest por exceder los límites de gasto demuestra la seriedad con la que se están aplicando las normas y la necesidad de una revisión para hacerlas más equitativas.
Probables sanciones y el futuro de la competencia
La Premier League no solo discute la modificación de las normas, sino también la escala de las sanciones para aquellos que las incumplan. La conversación aborda la cantidad de multas en función de la infracción y el momento en que se activarían las sanciones deportivas, como las pérdidas de puntos. El objetivo es que las penalizaciones sean claras y predecibles, evitando los largos procesos que han afectado a clubes en temporadas recientes.
De esta manera, la Premier League busca activamente la forma de corregir una dinámica que atenta contra la competitividad de la liga. La revisión del PSR y la posible introducción de un tope de gasto en plantilla buscan reducir la brecha financiera y dar a los recién ascendidos una oportunidad real de luchar por la permanencia.
Estas decisiones no solo afectarán a los clubes más pequeños, sino que redefinirán el panorama competitivo del fútbol inglés, haciendo de la sostenibilidad y el equilibrio una prioridad.