El presidente Gustavo Petro volvió a atacar la estrategia de Estados Unidos en la lucha antidrogas. En entrevista con The Washington Post, el mandatario colombiano aseguró que las operaciones militares desplegadas en el Caribe contra supuestas lanchas cargadas con cocaína son más un espectáculo televisivo que una acción eficaz contra el narcotráfico.
“Esos ataques no desmantelan a los grandes carteles, solo terminan matando a jóvenes pobres que no son dueños de la droga”, dijo Petro, al criticar los recientes operativos estadounidenses que han dejado al menos 17 muertos sin que hasta el momento se sepa con certeza quiénes eran las víctimas ni qué cantidad de droga transportaban.
Según el presidente, el combate al tráfico de cocaína no se resuelve así, sino con inteligencia e investigaciones policiales que permitan llegar a las redes financieras y logísticas de los carteles. “Atacar lanchas rápidas es solo para la televisión”, insistió.
Distanciamiento con Washington y la descertificación
El señalamiento llega en medio de la tensión por la decisión de Washington de descertificar a Colombia como socio en la lucha contra las drogas, un gesto simbólico que acusa al país de incumplir sus obligaciones de control. Aunque la medida no afecta la cooperación ni la ayuda estadounidense, sí constituye un golpe político para el gobierno de Petro.
Para el mandatario colombiano, la descertificación responde más a intereses ideológicos que a criterios técnicos. Aseguró que la presión de sectores ligados a Donald Trump en Miami influyó en la decisión, y acusó a algunos de estar conectados con mafias. “Ese sistema de certificación nunca debió existir”, afirmó.
Petro también desestimó las acusaciones de Washington que señalan a grupos como el Tren de Aragua o el llamado Cártel de los Soles —al que Estados Unidos vinculó directamente con el presidente venezolano Nicolás Maduro— como protagonistas del tráfico de cocaína hacia Norteamérica. “Ese cartel no existe”, a su juicio, los verdaderos controladores del negocio son las organizaciones criminales mexicanas y europeas, mucho más poderosas en la cadena global.
Mientras Petro insiste en que el verdadero problema está en el consumo en Norteamérica y en el auge del fentanilo —droga que, subraya, no se produce en Sudamérica—, la administración Trump mantiene su apuesta por una línea dura, incluso declarando terroristas a grupos que, según el gobierno colombiano, no tienen mayor peso en el negocio.
Ambas visiones contrastan, pero ninguna parece dar resultados contundentes. A Petro le resta un año de mandato, y el rumbo de la política antidrogas dependerá de quién asuma la presidencia en 2026: si se mantiene la apuesta por un enfoque integral o si se retorna a la estrategia de mano dura respaldada por Washington.
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